cuentos eroticos y mostrosos de gente sin vagina que no escribe (o si) cuentos eroticos.

El mostro me escribio este cuento. Lo pongo a vuestra disposicion, para que hagan con el lo que natura non presta.
Estriga


La excusa fue la despedida de soltero del “Che Pibe” de la oficina donde trabajo y su futura esposa, que se hizo en una casona de Belgrano, propiedad de algún amigo de la novia. Había mucha gente, la mayoría desconocida para mí. Estaba escuchando al pesado de Gorletti de “Pagos a proveedores” contar una de sus anécdotas de pesca, cuando sentí una mirada punzante en la nuca. Girando con cuidado para no volcar el contenido de mi tercer vaso de “ruso loco” la vi parada de espaldas a la biblioteca.
Justo como me gustan, una jocketta, de pelo rubio rojizo, con curvas y buenas tetas. Alcé un poco las cejas y le hice un guiño. Ella esbozó una pequeña sonrisa y se volvió hacia los libros.
Desinhibido por el brebaje (y los anteriores tragos ingeridos) me acerqué, dejando a Gorletti hablando solo sobre pejerreyes y corvinas.
Sus ojos azules como el hielo antártico recorrían una fila de libros de la colección Gredos.
Su pálido dedo índice izquierdo se detuvo en los Anales de Tácito. Sin pensar, comencé a recitar “Así inflamados y pidiendo entrar en combate los llevan a un campo abierto llamado Idistaviso…”
Se dio vuelta y me miró directo a los ojos. Me sentí un niño indefenso, atrapado en alguna pillería.
“El despliegue bárbaro ocupó el campo y el borde del bosque, solo los queruscos se situaron en las alturas.” Increíblemente, ella había continuado citando a Tácito.

Nos reímos. Y nos pusimos a charlar, olvidándonos del resto del mundo.
Como a las tres de la mañana, me dijo “Vamos.” No se pasó por mi mente discutirle. Tomamos nuestros abrigos y sin apenas despedirnos de los invitados, salimos a una noche fresca y estrellada.

Caminamos una cuadra y no resistí más. Tomándola de la cintura, la empuje a un portal y nos fundimos en un beso. Mis manos recorrieron su cuerpo.
Hicimos el amor, así de parados, sin preocuparnos si alguien nos miraba.

Recién apagado mi ardor, le pregunté su nombre.
-“¿Prometés no reírte?”
-“Claro.”
-“Me llamo Estriga.”
-“Que raro. Juraría que lo escuché antes… ¿De que origen es?”
-“Es muy antiguo.”

Dejamos la charla y volvimos al sexo.
Ya estaba llegando a un nuevo clímax cuando recordé.
Traté de asirme de su abrazo, pero su lengua había penetrado profundamente en mi garganta y sus manos se transformaron en garras que desgarraron mi piel.
Absorbió todas mis fuerzas y cuando alcancé el orgasmo, no era más que la sombra de un hombre. Caí y antes de cerrar los ojos por última vez, la contemplé, hermosa a la luz de la Luna.
-“Gracias”, me dijo Estriga, un súcubo, conocida ya por los romanos del siglo I.

Comentarios

sirenasahogadasenvodka ha dicho que…
chicas, nosotras hablando de pajas,de guarradas y los hombres nos pasan el trapo con mitologias y aceite de islandia.
Nos han humillado.
lo reconozco.
sirena ha dicho que…
lo de gente sin vagina,es porque el concurso era originalmente para mujeres,pero hice extensivo el convite.
Laura ha dicho que…
Discúlpeme, Sirena, pero qué trapo? Hasta en un cuento reconoce que se lo morfó una vagina! (entre los wichís, hay un mito erótico -tengo que recuperar ese libro, el de los mitos eróticos indígenas!, un desropósito que muestra a las claras cuánto puede volar la imaginación cuando te ponen un paquete de cigarrillos, una botella de vino y un grabador para que hables huevadas. Práctica antropológica aceptada en tiempos de dictadura, claro-)sobre las mujeres con vaginas dentadas. Sí, ya sé, Freud también habla de las vaginas dentadas, y es un mito muy extendido por toda América, pero es muy loca la versión wichí,(no la del libro, sino la que se cuenta ahora, las veces que la escuché, siempre se refirieron a un "abuelo de mi abuelo que murió al ser devorado por la vagina dentada...) y le aseguro, estos tipos no leyeron a Sigmund, ni salieron más de 3 km de su comunidad. Así que.... Más allá de esta chicana, lindo el cuento, de verdad
El Mostro ha dicho que…
Gracias.
sirena ha dicho que…
me acuerdo lo de Galeano. Los aborigenes se ponen a cantar y a las mujeres sentadas se les cae la dentadura del agujero.
A mi me pasaria eso. Me cantan cualquier pelodudez y chau vagina dentada. Pase, pase, que adentro esta calentito.
Sex Shop Paraguay ha dicho que…
Muy buenooo!!!!!!!!

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