jueves, 29 de noviembre de 2018

maladie

Es sabido que toda forma de amor,
aún las eventuales
 funcionan en el cuerpo como las malditas fiebres del trópico
que oscurecen  la comprensión del mundo
y no ceden con  amoxi de amplio espectro

Por boca me Inyectaste metanfetamina bruta, casi de prepo
y los síntomas se presentaron claros y distintos:
alucino  coincidencias
 busco sentido a cosas estúpidas
sigo señales inestables, frágiles marcas  que se lavarán con el rocío
y que ya sabemos ambos, perros viejos
que no eran señales
sino confusas rayitas que entendí para el carajo.

La necesidad me volvió torpe
 esa música no es para los dos lo mismo
ni  sabés de que te hablo
no recordarás esas entrelineas en el texto jadeante de mi boca,
en la carne de mi relato,
aquel  temblor del cuerpo no te dice nada
salvo lo obvio.

EL deseo, un cáncer desparramado,
Trato de encapsularlo en la escritura
 maladie autoinmune, sida de las emociones
“es el amor, con sus magias inútiles”

Que termine de una vez la fase de urgencia
Así no vamos a ningún lado.

martes, 27 de noviembre de 2018

Kierkegaard

"No pertenecía al mundo real, y sin embargo tenía muchos lazos con él. Continuamente se metía dentro, y siempre, cuanto más se abandonaba, más salía de él. Y no era el Bien lo que le tenía alejado, ni tampoco el Mal; no puedo afirmar nada en contra de él, en ningún aspecto. Padecía una exacerbatio cerebri, por lo que la realidad no le servía de estímulo más que de forma esporádica. No se alejaba el de la realidad por ser demasiado débil para soportarla, sino demasiado fuerte."
Diario de un Seductor. Sören Kierkegaard

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 A veces pensamos demasiado. Y eso nunca lleva a la felicidad. En Casa Tomada (un cuento que casi se de memoria, y no porque sea el mejor que haya leído) el protagonista dice "se puede ser feliz sin pensar" Creo que esa frase siempre me ha interpelado.
Tal vez mi capacidad de alegría y mi capacidad de angustia se deban a que pienso demasiado: me doy manija con pequeñisimos, infimos detalles y me hundo porque no me pasan por alto otros.
Demasiada realidad es a veces tan penosa como la emergencia de lo delirante.
Gracias RCG por el texto.

viernes, 23 de noviembre de 2018

lineas en el aire.


La sirena juntaba hojas secas dentro de una caja de madera que había tenido un lazo rojo, que había terminado en la basura, mugriento.
Una caja de bombones industriales felf fort, de esas que se venden en  almacenes de barrio como para salir de un apuro, cuando te olvidaste de comprar, o acaso no pensabas ir a saludar a nadie.
 Las hojas las secaba entre tapas de libro y juntaba hojas porque era  más fácil que juntar mariposas. Ya no hay mariposas, todos lo sabemos.
Él la seguía con la mirada, fijos los ojos en la caja cuando ella pasaba para ir a comprar al almacén, con bolsa hecha con sachet de leche trenzados. En una mano la caja, en otra mano, colgando, la bolsa. A veces se agachaba, y buscaba una hoja en el piso otoñal.
El era un adolescente poeta. Flaquito, con el pelo medio largón como se usaba entonces. Difícil reconocerlo en el que es ahora. Tenés que agarrar la foto y buscarlo poco a poco y se te hará la luz. No cambiamos para el que sabe mirar. La sirena era infinitamente más avivada, pero no era merito. Es una cosa de las mujeres, un arma como la tinta de los calamares, algo para sobrevivir en un mundo donde no se lleva la mejor parte. La inteligencia de la sirena era un atributo innato en el que ella no tenía nada que ver. No gustaba presumir ¿o acaso ustedes vieron alguna araña presumiendo de su infalibilidad de cazadora de moscas?
Camino del almacén, recuerda que olvidó en su casa (el departamento de la puerta de latón) el monedero, y vuelve y él vuelve con ella.

-Veni, che, no hay nadie- le dice,  con esa sonrisa que no deja ver una exquisita dentadura, con esos labios del montón, pero sonrisa de sirena al fin,

Ella promete más de lo que dice

En la casa hay olor a oscuridad, a sosiego ¿vieron que los departamentos umbríos nos generan posibilidades de murciélagos, desarrollamos otros sentidos?. La libido trazaba rayas en lo oscuro. Es que las ganas de tener al otro toman formas físicas, como ondas, algo que se podría trazar con regla o compás. Las ganas de la Sirena por tenerlo las podemos graficar con fibrón rosa fluorescente, las él con lápiz faber numero dos.

Cuando la Sirena deja la bolsa vacía de sachets de leche para agarrar del
aparador del comedor el monedero ya esta toda la jugada trazada: es un perfecto gambito de dama. El se acerca por detrás, y le pone las manos en los hombros, ella deja caer la caja de madera con todas las hojas secas, que se desparraman en el piso de damero, de mosaicos amarillos y negros.
¿Quien dice que juntar hojas es inútil? esa tarde ella, pacientemente, con saliva fue pegándole  una a una todas y cada una  de las hojas en el cuerpo desnudo y flaco de poeta que tenia entonces. Se arruino el herbolario, pero a quien le importa. El olor cambio de repente.  Se armo un olor a siesta compartida y a hojas rotas que hizo que todo virara al verde.

La saliva es como la sangre. Deja trazos indelebles, mapas en el cuerpo que la ducha no borrará. Con paciencia y saliva él fue un árbol y la sirena una escultora, enredados los dos en líneas fluorescentes rosas y trazos desparejos de lápiz faber numero dos que se encontraban una y otra vez estallando como chaskibunes la tarde de agosto.


jueves, 22 de noviembre de 2018

primavera

Creanme señores que me siento insultada;
me escupen los jacarandaes de mi barrio
sus flores violetas

y como lombrices se me meten
los olores dulces de los tilos
en las narices

Invasivos,intolerantes

Como para no darse cuenta
que las copas de los arboles
se menean con el viento
remedando lúbricas mujeres de caderas enormes
tan primavera todo

A mi me queda la gracia
de tus palabras en el celular
que tal vez espíen algoritmos
tratando de saber quienes somos
y que como vendernos mercadería.

I'm still



cuando venís
tu cuchillo entra
atraviesa los músculos
los separa como cuerdas de guitarra pegoteadas
indaga, como si en vez de filo tuviera
el tacto de hábiles dedos
despega pliegues lascivos
y entonces aquello dormido
vuelve a sangrar
y yo, que vengo rodada
entiendo todo
hago como que no sangra
y bailo mi baile de negra murguera
y vengo rodada
vos te das cuenta
soy un zapato cómodo
de esos de caminar
que no lastiman
y que el día menos pensado
será sacado a las diecinueve
para que lo recoja el basurero.

domingo, 18 de noviembre de 2018

la pileta de los patos. (incluye agregados)

Cada vez que se le cambiaba el agua a la pileta de cemento donde nadaban los patos, Fausto y yo nos metíamos. En calzoncillo, porque para los fines de la década del 30 no teníamos pantaloncitos para nadar y tampoco nos imaginábamos que eso existiera.
Mis viejos habían cercado en la manzana unos cuantos lotes, que se juntaban en los fondos y se pagaban los impuestos para lograr la posesión treintañal, pero en la malaria de la viudez, mi vieja los malvendió sin escritura, para llenar la olla. 
Sin embargo, donde estaba la casa el lote había sido comprado: Nadie había vivido en esa manzana antes.  
Nos gustaba meternos en la pileta de los patos. Eramos, con los Mangionne, con los Micchio, los primeros en vivir en la calle Llavallol al 1200. Ahora Fausto, que tiene como patos en el cerebro y ya pasó los noventa, alquila esa casa vieja, remodelada,  a unos paraguayos. El baño ya no está afuera.
Si ahora vieras la zona, no hay nada de tierra, por ahi en los fondos, encerrada entre patios o parrillas pueden crecer algunas plantas, pero entonces la tierra reinaba y las mujeres pacientemente iban sembrando gorras de vasco, o calas , o geranios que después se cortarían mas para el cementerio que para el florero.
Pero lo del cementerio vino después, ya no habia patos ni pileta, fue cuando papito murió de una peritonitis una víspera de Navidad. Cuando fue al hospital, doblado en dos, no volvió. Ahi los crisantemos sirvieron para algo.
¡Mirá que habían trabajado los viejos! Mi madre, siempre un poco atrás. Sirviendo  el café que era solo para papito . Ignoro si ella -que nunca se sentaba a la mesa- después, tomaba un poco, a solas. Es probable. Pero jamás sentada y descansado. No fue nunca perezosa, eso estaba tan mal visto a sus ojos como ser indecente.Me parecía tan normal que nunca pensé que fuera un rasgo de sumisión. Papíto tomaba café y ella le lavaba los pies a la noche en una palangana enlozada.
El baño estaba afuera y eramos pobres pero limpios, eso que se llamó "el baño del polaco" era la norma cada noche. Patas, cuello y sobaco. Eso adentro, en la cocina. En el baño la intimidad.
Antes del fin -que aconteció una nochebuena, doblado y sudando, por una peritonitis que no le dejó salir con vida de la mesa de operaciones, es que se había dejado pasar, papito y yo nos fuimos a San Vicente, a vivir, a ver si por ahi venía la buena.
No funcionó y ya con mis hijos grandes y auto propio busqué una y otra vez la zona donde habíamos parado. Como después hubo loteo y se abrieron calles, se me perdieron los puntos de referencia. Una pulpería, el camino de las Latas, y poco mas. Cada tanto he vuelto, deambulando como un extranjero buscando no se que.

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viernes, 16 de noviembre de 2018

Mucho Arlt

El post mas visto de este blog (supongo que es porque le di difusión) es este cuento https://sirenasahogadasenvodka.blogspot.com/2018/09/verdades-como-edificios.html
Se posta que no es el mejor cuento, porque (sangro por la herida) me lo rechazaron en Polvo cuando lo  mandé . Me dijeron que tenía algunas cosas buenas pero como "que no pasaba nada". Yo lo amo porque habla de mis berretines, entre ellos, Arlt.
También está lanzado hacia el futuro, porque la protagonista cursa en la Cátedra de Saitta, (que es la de Literatura Argentina II). Cuando lo escribí, yo no iba a Puan, y estaba muy lejos geográficamente de Filosofia y Letras.  Pero lentamente y con cierto garbo me fui acercando: claro, a estudiar Filosofia y no Letras, Pero como el camino directo no es el mio, creo que ayer, mientras hacía el recorrido Arlt de Brecha (un city tour) tuve la certeza de que terminaré cursando Literatura Argentina II como opcional en la Licenciatura de Filosofía.
El recorrido fue interesante, y el amo del recorrido un joven con edad de ser mi hijo al que le debo haber parecido insufrible porque me entusiasmaba saber que allí había pasado tal o cual cosa. Es mi pecado: me entusiasman las cosas cual puberta con las hormonas full full. Soy, como decirlo, una señora mayor entusiasta.
El pibe, un estudiante de Letras, (me acordé la palabra: el cicerón, no se porque se usaba esa palabra al que te llevaba de un lado a otros, es justicia que me la haya olvidado: ya nadie la usa) nos contó que el recorrido estaba basado en una investigación de la Saitta, una de las personas que mas sabe de Arlt en la Argentina (yo, a mi vez, le conté el asunto Masotta-Arlt, y como si esto fuera poco, despues le mandé el link donde Masotta escribe sobre Arlt de mi propio otro blog.( masotta arlt)

Dios me conserve esta pasión, este fragor entre las nadas.
Si lo hace, seguiré buscando para el blog (un formato antiguo, todos lo sabemos: yo que escribo, uds que leen) cosas hermosas como la investigación de la Sylvia Saitta para el city tour de Arlt, acá la tienen, es como si hubieran venido, sin la parte de caminar por una buenos aires de la furia, con las veredas levantadas, la gente atropellandose y el calor de un verano que se inicia, sin olor a tilos.
EL CITY TOUR DE BRECHA SOBRE ROBERTO ARTL ESCRITO POR SAITTA LEANLO CLIKEANDO EL AZUL,  HAGANME LA VIRTUD.

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jueves, 15 de noviembre de 2018

Roberto parando el bondi: El porvenir es triunfalmente nuestro.

Esta pintura (no se si es un oleo o que, no me doy cuenta), se llama Roberto parando el bondi.y me la suministro @elprecivilizado, un amigo de tuiter.
La razón es que publiqué que hoy voy a hacer un city tour temático sobre Arlt.
Ya contaré, si hay algo que me genere una crónica.
Arlt fue leído por esta bloguera cuando todavía era muy chica para entender el cabal sentido de la palabra canalla. Tambien me gustaba cuando Arlt decia que algunas cosas eran "de tenderos", como chismes menores.
Y que Masotta, el analista, el especialista de Merleau Ponty y Sartre lo amara tanto. Tal vez porque un día me ratee en quinto año a la escuela y fui a ver Los siete Locos al cine Las Flores.
No se muy bien porque. Creo definitivamente porque amo mucho el prologo de Los lanzallamas.

Con Los lanzallamas finaliza la novela de Los siete locos.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.
Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones les produce surmenage.
Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia.
Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.
Me atrae ardientemente la belleza. ¡Cuántas veces he deseado trabajar una novela, que como las de Flaubert, se compusiera de panorámicos lienzos…! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas, me ocurriría lo que les sucede a algunos de ellos: escribiría un libro cada diez años, para tomarme después unas vacaciones de diez años por haber tardado diez años en escribir cien razonables páginas discretas.
Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provenía del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje de Ulises, un señor que se desayuna más o menos aromáticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes.
Pero James Joyce es inglés. James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo ídolo a quien no leerán sino media docena de iniciados.
En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.
De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables: “El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc.” No, no y no.
Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un “cross” a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y “que los eunucos bufen”.
El porvenir es triunfalmente nuestro.
Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la “Underwood”, que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero…. Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El Amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.
Y que el futuro diga.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Rosario

Nosotras, las señoras
enumeramos árboles
el olor dulzón de los tilos
los jacarandaes que decoran el pasto del color de la violeta
las largas y tristes bayas colgantes de esos, que no eran algarrobos;
aquel, en el medio, el que tenia guirnaldas
y briznas con flores amarillas

Te pregunto por las castañas
porque me gustan lo exótico y los viajes
y busco con calentura el río marrón.
En el cielo de la orilla
abajo de la barranca
se atolondran las golondrinas,
como pequeños murciélagos
de alas pegadas, molestando
en este remedo  húmedo del sopor del verano

Buscábamos sombra y asiento
hablamos de la escritura y sus desvaríos
esperamos que el reloj cumpla nuestra agenda.

Rosario se despereza en esta siesta interminable
donde se habla de este asunto delicado
de estar vivas.






martes, 6 de noviembre de 2018

Me inundó las narinas (conozco esa palabra, no se de donde) la conjunción de olor a mugre vieja, a chivo, a ropa meada que no se lavó, al alcohol que larga la fruta fermentada -una mermelada de kiwi y pera pasada,que incluso despues de lavar el frasco siguio hediendo.
Entré sola a la casa de Elisa yabrí las persianas, que el sol entrara y limpiara el aire. Ya hacia varios meses que la habíamos encontrado muerta y pagado la cremación entre todos los del barrio (los notables, los solidarios, los que no se hicieron los otarios).  Juntamos plata para el servicio, que consistió solo en un responso en la capilla de la Chacarita y la ida al Crematorio.
Yo me ofrecí a retirar las cenizas, porque cada sabado iba a El Galpón a comprar verdura orgánica. Por eso el negro Rubira me dio las llaves y dispuso: enterrá las cenizas en el fondo, a ella le gustaría.

Pasaron dos meses y nadie vino a hacerse cargo de la vivienda, ningun sobrino nieto que nadie conocía.  La primera semana Rubira entró con la Hebe Gimenez  a sacar  las cosas de la heladera, y cortar la luzy el gas. Ver si había algo. Encontraron  3 mil pesos envueltos en el recibo de la jubilación y propusieron repartirlos entre los que habíamos puesto guita para la cremación. No se que pasó con eso. Tambien se llevaron algo de la ropa buena de Elisa. pero me parece que no limpiaron la heladera, y se llevaron lo que servia, nomas, cortando la luz.
El olor de la casa mixturaba esa peste con el perfume que usaba Elisa, yo pensé que el cadaver se había quedado pudriendose en esa habitación.Despues pensé que era la flora cadaverica que habia prosperado, porque a ella la encontramos dos dias despues de muerta, porque no había movimientos en la casa, ni respondía los timbrazos, entonces llamamos a la Policia y se hizo autopsia y todo:Muerte natural. Elisa andaría por los 80. Alguien dijo 76. Estaba hecha mierda, había remedios para la diabetes, para el corazón, para la presión. Se llevaron a la salita, para que los aprovechara otro viejo.

Salvo la cocina que era una pocilga, lo demas  estaba mas o menos arreglado, pero cayendose a pedazos, de alguna manera: Dos meses en una casa vieja sin vivir nadie hacía que el conjunto fuera decididamente inhabitable. Rubiera que fue del PC cuando era joven se le ocurrio ocuparla y poner un merendero hasta que reclamaran los parientes,
Traje una pala de mi casa y despues entré a la cocina (mil veces había entrado cuando Elisa vivía,mas de chica, me hacía un te con azucar negra, algo raro que en mi casa no existía, y tambien se que hacia carbonada, un guiso con pasas de durazno, del que me acordé estando allí, y que se sumo al bochorno del alcohol de la mermelada mas la acaroina con que Elisa le sacaba las garrapatas a un perro viejo que se había escapado para morir hacía unos años

lunes, 5 de noviembre de 2018

Italo Calvino, las ciudades invisibles. Fragmento.

—El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.

sábado, 3 de noviembre de 2018

el significante que falta.

Aquello que fue alguna vez prescripto,
necesario, sin lo cual nada.
Lo que hace millones de años
temí, fue anhelo, realidad, habito
y al final costumbre
brilló con la ausencia de una casa demolida
en el camino al trabajo.

La felicidad nos vino por otros senderos del cuerpo

No había demasiadas palabras
y usamos,por costumbre,  las que teníamos
que no eran muy precisas
María Moliner podría demandarnos.

Entonces, o malusamos el diccionario de siempre
o nos decidimos a inventar verbos nuevos

Necesito hacerle justicia a eso que me diste

algo viejo que merece volver a leerse.

cateterismo

La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...