jueves, 31 de marzo de 2011

en memoria de la psicologa Marta Brea, que trabajo donde yo trabajé años despues.

un texto de Osvaldo Bayer



BATALLAS ARGENTINASPor Osvaldo Bayer
T.gif (67 bytes) Frente a mí está nuevamente Ana Di Salvo. Sobreviviente del método de "desaparición de personas". Sesenta años de edad, psicóloga, vive en Lomas de Zamora. En 1977, estuvo setenta y tres días con su marido --Eduardo Kiernan-- en el infierno del campo de concentración El Vesubio del Ejército Argentino, cuyo comandante fue el mayor Pedro Alberto Durán Sáenz. Retomamos el diálogo de hace dos semanas.
Veintiún años después Ana María Salvo da su testimonio de esa era del espanto. No puede olvidar los labios de la estudiante alemana Elisabeth Kaesemann que, apenas llegó Ana María al Vesubio, le comunicaba su dirección en Alemania sin palabras, sólo con el movimiento de su boca. El Ejército Argentino había prohibido la palabra. No sólo quemaba libros, asesinaba a intelectuales y cercenaba las vidas jóvenes sino que tampoco quería escuchar la voz humana, la de la protesta ante lo injusto. Al pueblo sólo se le enseñaba a gritar ¡gol!, como ahora, y siempre a saber ser verdaderos occidentales y cristianos.
Pero Elisabeth Kaesemann no se doblegó y hacía uso de la palabra sin sonido. Ana María Di Salvo fue adivinando las letras que conformaban los labios de la prisionera: Rottweilerstrasse 3, Tübingen, Alemania, le repetía todos los días. La dirección de su padre, el profesor de teología Ernst Kaesemann.
Setenta y tres días estuvieron Ana Di Salvo y su marido. Setenta y tres días en el infierno. Me relata su experiencia día tras día, todo hasta el mínimo detalle ha conservado su mente durante veintiún años. El imperio del mayor Pedro Alberto Durán Sáenz. Allí este ejemplar producto del Ejército Argentino ganó todas las batallas. (Las detenidas debían desnudarse para el baño una por una en un tacho con la misma agua para todas, un trapo y jabón en polvo. Cuando terminaban de enjabonarse, un guardia les tiraba un baldazo. Después, a secarse con la misma toalla. Era una de las humillaciones menores diarias.) Vaya a saber las represiones mentales sufridas por el inspirado mayor Durán Sáenz en su infancia y adolescencia. Pero en seguida venía el aspecto diferente de su personalidad. Invitaba a las presas individualmente a la jefatura, donde habitaba él, a cincuenta metros o algo más de las cuchas y la "enfermería" donde las únicas herramientas médicas eran las picanas. En su residencia, el mayor Durán Sáenz se mostraba afable y simpático con las prisioneras y las invitaba a bañarse en su propio baño. Ana María Di Salvo recuerda que había jabón y después podían pasar a la habitación de al lado del despacho de Durán Sáenz, elegir un vestido --casi todos de "polleritas muy cortitas"-- y dejar sus miserables vestimentas. Hasta se ponía a disposición una caja con ropa interior femenina, en ese mismo cuarto del jefe absoluto. Pero cuando debían regresar a las cuchas les quitaban todo otra vez. De la ilusión a la humillación. Mayor Pedro Alberto Durán Sáenz, una mente clara. Cuando hablaba con las prisioneras la jugaba de simpático y repetía que estaba cumpliendo una labor patriótica, como esas especies de discursos aprendidos en alguna escuela para militares de Fort Douglas o Panamá. El jefe almorzaba con Silvia, su prisionera amante, y se hacía servir por otras presas. Una de ellas era la psicóloga Marta Brea, quien debía poner la mesa del señor mayor. Este se mostraba satisfecho y siempre le decía: "Se ve que usted pertenece a una buena familia ya que me pone un platito especial para el pan". Hombre de finezas, el mayor.
Pero en el horror y la cobardía del poder, entre los humillados, crecía la flor de la solidaridad. Recuerda Ana María Di Salvo que aquella Marta Brea que debía servir la mesa del vejador le tejió a ella, con los dedos, una pequeña bufanda al crochet con restos de lana que obtenía de harapos. Empezó a tejérsela un día en que Ana María le había dicho que sentía frío en el cuello.
A Marta Brea la habían sacado del hospital de Lanús de los cabellos, al mediodía, en pleno funcionamiento del nosocomio. Así tan seguros se sentían los hombres de botas y uniformes. Los parientes de ella se movilizaron rápidamente y lograron una entrevista con la esposa del dictador Videla. Esta los recibió y la pregunta de ella fue: ¿qué profesión tiene la detenida? Psicóloga, le respondieron los familiares de la desaparecida. La mujer del todopoderoso dictador como explicación de todo sólo dijo: "Ah, psicóloga", como si eso ya valiera como sinónimo de subversiva, marxista y judía. Tiempos muy argentinos, aquellos. Recuerda Ana María Di Salvo que una vez Marta Brea rompió el obligado silencio de las cuchas diciéndole a ella en alta voz:"¿Y, psicóloga, qué hacés?". "Estoy pensando, ¿y vos?, le respondió Ana María. "Estoy moqueando", fue la respuesta entre irónica y de profunda tristeza de quien iba a "desaparecer" poco después.
Ana María se lo pasó llorando las primeras largas semanas. Una piba llamada Lali, que estaba en la cucha de al lado, para tratar de distraerla le preguntó una noche: "¿Qué estás haciendo?". "Estoy pensando en mi pequeño hijo, Luciano", le contestó con un balbuceo Ana María. Y Lali bajito, bajito, empezó a entonar canciones infantiles. O aquella vez que trajeron a dos muchachos a las cuchas de las mujeres porque ya no había lugar en el sector masculino. El silencio era total, hasta que se escuchó la voz de uno de los recién llegados que decía de pronto: Recemos el rosario". Y muchos que jamás lo habían hecho, de pronto, lo acompañaron. Porque era como si hicieran una acción juntos, un acto de rebeldía contra el poder omnímodo.
Al despedirse de El Vesubio, Ana María le regaló a Elisabeth Kaesemann un saquito de plástico rojo, ya que la habían traído sólo con una remera y hacía frío. Cuatro días después de haber recobrado la libertad, Ana María y su esposo leyeron en los diarios el asesinato de Elisabeth Kaesemann y de otro grupo de prisioneros de El Vesubio, en un disimulado "combate" entre valientes oficiales y suboficiales de la Patria y vendidos subversivos al oro extranjero.
Pero no tema el lector, el mayor Durán Sáenz fue premiado por sus logros. Llegó a coronel; el gobierno de Alfonsín --siendo canciller Caputo-- permitió que el citado nos representara como agregado militar en México.
Sí, durante la reconquistada democracia, ambos responsables permitieron también que el torturador de la ESMA, capitán de corbeta José Dunda, fuera agregado militar en Brasil y el coronel Osvaldo Riveros alias "Balita", conocido torturador, representara al honor argentino en Honduras. Sólo la reacción de residentes argentinos en México hizo que el héroe de El Vesubio, Durán Sáenz, tuviera que meter violín en bolsa y regresar a la Patria. Aquí siguió teniendo suerte: se amparó en obediencia debida y punto final para que no se lo siguiera juzgando en la cámara federal en la Causa "Cuerpo I de Ejército" por violaciones y la aplicación de tormentos. Y hace apenas pocos meses, en setiembre del '97, Durán Sáenz ganó definitivamente su batalla: fue contratado por el intendente justicialista de General Alvear como "asesor de zona de crecimiento común". Justicialista (piense el lector en el significado de esta palabra). Buena perspectiva para el futuro.
Queridos lectores: ¿qué les parece la fórmula presidencial Bussi-Durán Sáenz, o Rico (ya intendente de San Miguel)-Durán Sáenz, o, por qué no Durán Sáenz-Patti (ya intendente de Escobar). No crea el lector que se trata de una inspiración del realismo mágico. No, es auténtica realidad argentina, de pura cepa.
Elisabeth Kaesemann, sin voz, con el movimiento de labios, nos sigue dictando su dirección. Como lo hizo en El Vesubio a Ana María Di Salvo, hace justo veintiún años.

Encontraron el cadaver de Marta y la Cicop le hizo un homenaje el miercoles, en el Evita. Yo no fui pero aca en el blog le hago un lugar. Para que se aloje un recuerdo, una flor para Marta Brea.

miércoles, 30 de marzo de 2011

la peche aux sirenes

buscando un texto para este dibujo tan belle epoque que me enviara Córdoba,  (o la la !!!Paris! cuando mierda te conoceré,ciudad luz,  o acaso me quedaré con las ganas, que a veces es mejor, digo, quedarse con las ganas) , encontre un soneto de un hondureño que se murio joven, a la cristiana edad de 33, hace mas de cien años, un poeta moderno, ergo viejo, del tiempo de los sonetos y ruben dario, .Juan Ramon Molina, hondureño. Y como las sirenas son como tristes muñecas para el uso de los hombres, me acorde de esta cancion muy francesa que escuchaba cuando todavia me comia los mocos y no habia usado tacones altos.

















Juan Ramón Molina. (1875-1898)


Péscame una sirena pescador sin fortuna,
que yaces pensativo del mar junto a la orilla.
Propicio es el momento por que la vieja luna
como un mágico espejo entre las olas brilla.

Han de venir hasta esta rivera, una atrás una,
mostrando a flor de agua su seno sin mancilla,
y cantaran en coro, no lejos de la duna,
su canto, que a los pobres marinos maravilla.

Penetra al mar entonces y coge la mas bella,
con tu red envolviéndola. No escuches su querella,
que es como el llanto aleve de mujer. El sol

la mirara mañana -entre mis brazos loca-
morir -bajo el divino martirio de mi boca-
moviendo entre mis piernas su cola tornasol.

lunes, 28 de marzo de 2011

Si resulta que si.

puede hacer la gran Pomelo, puede ser un imbecil, puede ser un genio, cantar como el culo, cantar bien, puede ser maravilloso o un idiota. Crimenes perfectos me parece una gran cancion, gran letra. Mal cantada. A Andres le gusta parecerse a Bob Dylan. En eso se parece: no canta bien. Pero a veces si.

¿Sentiste alguna vez
lo que es, tener,
el corazón roto?.
¿Sentiste a los asuntos pendientes volver, hasta volverte muy loco?.

Si resulta que si, si podrás entender lo que me pasa a mi esta noche, ella no va a volver y la pena me empieza a crecer adentro, la moneda cayó por el lado de la soledad y el dolor...
Todo lo que termina, termina mal, poco a poco.
Y si no termina, se contamina más, y eso se cubre de polvo.

Me parece que soy de la quinta que vio el Mundial 78, me toco crecer viendo a mi alrededor paranoia y dolor, la moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez...
No me lastimes con tus crimenes perfectos, mientras la gente indiferente se da cuenta.
De vez en cuando, solamente, sale afuera la peor manera.

Si resulta que si, si podrás entender lo que me pasa a mi esta noche, ella no va a volver y la pena me empieza a crecer adentro, la moneda cayó por el lado de la soledad y el dolor, la moneda cayó por el lado de la soledad otra vez, la moneda cayó por el lado de la soledad.

jueves, 24 de marzo de 2011

sere memoria.

ME VOY A LA PLAZA,EN ESTE MISMO INSTANTE. Y LES DEJO EL POEMA  DE ROQUE DALTON . YA LO DEBO HABER POSTEADO ANTES, PERO LO RECITABA MIENTRAS ME MIRABA EN EL ESPEJO, PRONTA PARA IR A LA PLAZA.

Por Qué Escribimos
Uno hece versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.

Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan , hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

Sirena (un poema de Garcia Lorca)

¡Qué claro está el horizonte!
¿Y esta tristeza?
(Se irá corriendo
conforme regresas.)
¡Cómo brilla el horizonte!
¿Y esta tristeza?
(Ven a mis brazos.
¿No ves
cómo se aleja?)
¡Oh, qué llama de horizonte!
¿Y esta tristeza?
(Arde conmigo
y con ella.)

miércoles, 23 de marzo de 2011

Murio Jose Arguelles, el tipo que escribio sobre la sabiduria maya

No se nada de eso. Me gustan los oraculos porque los monos parlantes siempre andamos boleados, buscando nuestro destino. Me gustan las sagas nordicas, me gustaria que me lean la borra del cafe y tambien el I ching. Sin embargo soy psicoanalista, una disciplina que dice que "no hay saber", que estamos diseñados para no ser felices y nos las rebuscamos a como podemos y que si buscamos nuestro destino es de puro agujereados que vamos. Todo saber totalizador me resulta falso. Sin creer me gustaria poder creer.
El arte es vivir con fe, y sin saber con fe en que decia Heber Vianna en Inundados.

Murio Jose Arguelles, duelo para los que esperan que los soles y las lunas mayas les marquen el camino

el funcionamiento de la vagina segun los principios de la Física.

Animaciones sencillas para explicar principios complejos:

1: Motor radial de aviación
 
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2: Regulación elíptica
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3: La máquina de coser
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4: Movimiento de la Cruz de Malta (segunda manecilla del reloj)
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5: Mecanismo del cambio de marchas manual
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6: Junta universal de velocidad constante para automoción

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7: Sistema de carga de munición de un cañón
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8: Motor rotativo (Wankel, no Oberusel o Gnome-Rhône)
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9: Motor de 4 cilindros opuestos (creo que es el boxer)
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En 1912, el ginecólogo austriaco de fama mundial Dr. Hermann Otto Kloepneckler publicó lo siguiente:

"El mejor motor del mundo es la vagina. Puede ponerse en marcha con un dedo. Se autolubrica. Admite pistones de cualquier tamaño. Y cambia su propio aceite cada cuatro semanas. Es una pena que el sistema de control sea tan jodidamente temperamental"

martes, 22 de marzo de 2011

corazon gaucho.

advertencia para la cria de despechos.

Ronda. En circulos.Ahora mismo esta agazapado a tu vera, e inclusive sabes llevarlo de paseo, cuando cuadra, aunque se diga explicitamente "prohibido entrar con despechos". Lo miro atentamente y tendria que advertirte en que es un animal carroñero,y  si lo dejas librado a su suerte puede devorarte.Pero ya es tarde. Es tu pequeña mascota, vi que hasta tiene un nido en tu casa, hecho de tantas cosas que fue trayendo de aqui para alla.
Un animal pequeño y peludo que no llama a escarnio porque parece domestico. Se acomoda como un gato arriba de tu falda, para que lo acaricies hipnoticamente, inclusive te vi durmiendo con él, aunque no sea correcto llevar los despechos a la cama, pero vos decis que si no, no se duerme y se queja toda la noche, lo llevas a la cama, aunque largue pelos y dormis agarrada a tu despecho como otros duermen con el perro
Te advierto, para tu bien, que deberias tener cuidado, que mas alla de su apariencia, son animales peligrosos, como el coso que habia adentro del almohadon de pluma de Quiroga; no alcanza con lo tengas cortito que le enseñes ordenes en aleman o trucos de despechos, que le digas que te tiene que obedecer, le pongas un bozal, incluso, para que  no te muerda, lo alimentas con alimento balanceado, de buena calidad. Hay despechos que terminaron siendo los dueños de las casas.
El tipo que te lo dio no te quiere bien, si no lo hubiera sacrificado. Pero vos tan contenta con tu primer despecho. Mira que son animales que a veces duran muchos años, no son como los chanchitos de la india o los pecesitos que se mueren rapido y los podes tirar por el inodoro. Desahacerse de un despecho es complicado. Dicen que los ricos tienen cementerios de despecho pero yo sospecho que como a los farones en egipto, a la gente termina enterrada con sus protesis de siliconas, sus dientes falsos y sus  despechos.
Te miro mirarlo con cariño, que despechito tan lindo supiste conseguir, no lo vas a dejar en la calle y que se te escape. Es que nunca pensaste que ibas a conseguir uno tan monono.Lo alimentas con vodka, y con vino tinto, porque sabes que son sus bebidas favoritas, Pensas que ¡que menos! ahora que lo tenes hay que cuidarlo. Los especialistas en despechos, esos que estan suscriptos a foros y llevan sus despechos a pasear muy orondos te miran casi con suspicasica ¡que va a ser un despecho eso!!!!.no llega ni a  los talones de los que ellos cuidan. Pero es el tuyo. Bien que pagaste por el. Sera de una raza impura ya que los jueces en concursos de despechos lo descalificaron y no lo dejaron entrar en el concurso nacional de despechos. Por eso lo tenes bastante escondido, pero si tiene cuatro patas, cara de perro y pelo de perro es un perro y el tuyo iede como despecho, ladra como despecho y duele como despecho, entonces es. Es. Y si viene el fin del mundo, lo vas a llevar en su cunita de llevar despechos, aunque te este comiendo las entrañas, muy taimado, y ni siquiera cuenta te das.

domingo, 20 de marzo de 2011

una ilustradora amiga de la casa

Uds. saben que yo anduve por ahi con un libro. Mi libro. La ilustracion de la tapa es de Mario Rivas, como la sirena ahogada en vodka de arrriba de la pagina. Pero tambien tengo algunas sirenas del Tomi Muller que incluso le hizo unos versitos y hoy traigo una de Alejandra Rotondi.
Yo no se de donde me supe rodear de artistas, ¡que hermoso!!! Inclusive Freddy Berro me dijo que le daban ganas de hacer un tema de musica con un poema del libro y el chico Pablo Libre me pidio el nombre del blog para su proximo disco.
Gracias Alejandra.
me hace profundamente feliz que me regalen sirenas. Pongo aca la de Alejandra.

jesus me dijo. Para ojear antes de ir a la iglesia.



gran comediante Phill Collins, Ademas de un musico gigante. Esta pasando un momento de mierda, no puede tocar la bateria por que perdio sensibilidad en los dedos por una operacion de una vertebra. Si bien los puristas dice que Genesis con él nunca volvio a ser lo mismo que con Peter Gabriel, esa es una discusion para viejos de mierda, como yo. Aca, en el sirenas le mandamos buena leche, por que eso nunca esta de mas.

sábado, 19 de marzo de 2011

todas y todos

bizarren propaganda. Me la trae el cartero, desde Magicas Ruinas
¿ud. dicen que en los sesenta triunfaron los movimientos de liberacion de las mujeres? Bastaría con este aviso para maridos distraídos (?) para decir, no way. Pero ahora la sumision de la mujer consiste en disciplinar su cuerpo y que parezca siempre de 30. La biopolitica no te tiene atada a la Singer, te tiene atada a ideales que te quieren alba (no, te quieren flaca, te quieren joven, te quieren atletica, te quieren sexi, te quieren saludable) Las propagandas solo venden malestar, porque no tenes la singer o porque no tu  pelo no es grueso y lacio como el de Marcela Klosterboer.  Por mi, que se vayan a la puta que los pario.

another lonely day//////.Living in a van down the river

Empecé mi dia, este sabado escuchando de mis musicas bajadas del Ares a Ben Harper. Otro dia solitario.

ni se lo que dice, con esfuerzo, tal vez leyendo la letra podria desbrozar el significado, pero ni siquiera hace falta. Alcanza el latido de su ritmo para decirme,  algo. Y me trae la triste y enormemente gorda figura de Chris Farley, que me hacia reir y acordar de mi primo Mario. Christ vivio poco y murio una muerte triste, entre putas contratadas y demasiada cocaina para su gordo cuerpo. Él me hacia reir, y si estuviera vivo estaria haciendo peliculas con Ben Stiller, Dan Aykroyd o Adam Sandler. Habia nacido en el 64 y murio a los 33, un pibe, sin duda. Lo vamos a sumar entre los que murieron a los ventisiete..Tenia entre sus personajes al  motivador profesional, en Satuday Night Live, el programa de stand up donde lo mas inteligente de la comedia norteamerica refulgía, y nos mostraba que entre la palurdez y el medianismo el humor brilla como diamante. El motivador profesional, Christ con todo su enorme cuerpo a cuesta, acomodandose la panza y los huevos tratando de convencer a Sam Spade que no debia drogarse. Un motivador contratado, excesivo, sudado, hiperexcitado con el que Chris se deberia cagar tambien de risa.Sus motivaciones eran terribles y yo me siento su hermana porque soy horrible motivando y no se porque la gente cree que mi trabajo consiste en eso, y no es asi.Chris te advertia que si no reflexionaba a los gritos que  podias terminar viviendo en una camioneta al lado del rio. Al motivador profesional sus propios consejos no lo habian llevado sino a vivir en una camioneta al lado del rio.
Busque un youtube subtitulado de eso, pero no lo encontre.Esta mañana de sabado,pienso en ben harper y en Cris Farley boqueando como un pescado y solo con la cocaina, la morfina, los kilos de mas, y las chicas de pago, harto de desintoxicaciones y dietas que no daban resultado y sin aire para respirar,  y pongo un youtube para que recuerden al gordo Chris que me hacia reir diciendo que tenias que elegir lo que hacias en la vida porque si no ibas a terminar viviendo en una camioneta rio abajo. Como èl.¿o acaso los motivadores no podemos vivir en camionetas al lado del rio?

viernes, 18 de marzo de 2011

el epitafio que quería para si Julio Cortazar

Estoy leyendo (a cuentagotas, tal vez para que me dure) las Cartas a los Joinquieres, cartas de Cortazar a sus amigos en Buenos Aires. Un Cortazar sin un mango, que andaba en bicicleta y apretaba la letra para que el papel durara. Escribe (quien no lo ha hecho, aunque sea mentalmente) un epitafio para si, el venticuatro de febrero del 52. Fue en febrero, del 84, cuando el hombre que arrastraba las r muere (en Paris y con aguacero? eso decía Vallejo?) y no se que dice el marmol que tapa los pobres huesos. Seguro no dice esto

J.C.
CUALQUIER RANITA
LE GANABA.

y sigue (textual)...a mi me emociona mucho este epitafio

a mi tambien, Julio, te lo digo a vos, allá donde estés.

jueves, 17 de marzo de 2011

hoy tengo una mañana Haroldo Conti. Los Novios, un cuento y una pregunta ¿para que tanta compostura, eh, eh?

Este cuento me da un poco de dolor de tripa, quiere decir que es bueno. Como si uno estuviera encerrado en un ascensor, eso. Exactamente claustrofobia.

Los Novios.
Haroldo Conti.

El tío Hipólito llegó a las cinco, como siempre.
Todavía hacía un poco de calor pero oscurecía más temprano. Además la luz era distinta, como si todas las cosas, aun las sombras, fuesen de la misma sustancia.
María trajo los sillones de mimbre y los arrimó a la pared. Hipólito la saludó con un gesto distraído mientras se hurgaba en los bolsillos.
Hacía tiempo que estaban por asfaltar aquella calle. El Expreso del Oeste se tenía que desviar una punta de cuadras precisamente por aquella calle. Pero pensándolo bien, ahora, con esa luz, era preferible que quedara así.
Hipólito extrajo un caramelo con forma de bastoncito, se inclinó sobre la cabecita morena que aguardaba en silencio y preguntó: “¿Qué dice mi muñeca?”. Luego se sentó en el sillón al lado del zaguán y encendió un Caburito.
Del otro lado de la calle los árboles parecían haber envejecido. Estaban cubiertos de polvo y de una luz melancólica. Hipólito los había contado alguna vez y hasta había comenzado a ponerles nombres porque se parecían a las personas. A veces estaban tristes, a veces estaban alegres. Cambiaban de ropaje, cambiaban de humor, y un día morían como el plátano de la esquina que la primavera anterior no había florecido.
La señorita Adela apareció en la puerta e Hipólito se levantó de un salto, con el Caburito en la mano.
-¿Qué tal? ¿Cómo está usted?
-Mejor -dijo la señorita Adela con una voz algo frágil pero alegre.
Mientras se sentaban él pensó por qué habría dicho “mejor” y no simplemente “bien”, pero se alegró de todas maneras.
Después hablaron del tiempo.
-Parecen las seis, ¿se ha fijado usted?
-Sí, es verdad.
-Sin embargo apenas son las cinco.
-Acabo de verlo. Las cinco.
Seguramente lo había visto en aquel notable reloj embutido en el campanario de un cuadro de la Chiesa di S. Magno a Legnano, en el comedor. El viejo era de Legnano, en la Lonibardía, según se lo había oído mil veces. Para ser exactos eran las cinco y cuarto, pero hablando así del tiempo no debían tomarse en cuenta los cuartos y apenas las medias.
A Hipólito le gustaba hablar del tiempo, lo mismo que a su padre. En realidad, era todo lo que recordaba del viejo. Ahí estaba en su recuerdo hablando las horas enteras en el Círculo Italiano o en el bar Alsina. La verdad que era un tema inmenso. Se recordaban cosas, se auguraban cosas y uno se volvía cosa y tiempo también.
Volvió a encender el Caburito que se había apagado.
Según Hipólito, aquel otoño más que el recuerdo del verano, como sucedía casi siempre, resultaba un verdadero anticipo del invierno. No había sucedido como otros años, ese lento despliegue de signos y anuncios, sino que, de un día para otro, la luz se había empañado y el cielo parecía increíblemente lejano.
A propósito del tiempo se habló luego de las flores de marzo.
La señorita Adela se volvió un poco de costado, cruzó las manos, aquellas largas manos que se movían como mariposas de cera, y mencionó las caléndulas y las siemprevivas.
Hipólito, por su parte, habló con cierta erudición de las azucenas blancas y por supuesto de la violeta, que es emblema de la modestia. Bajo vidrio: tulipanes, espuela de caballero y ciclamen.
-También el ciclamen.
-El ciclamen, eso es. Mi madre decía ciclamino.
- ¿Ciclamino? ¡Qué gracioso! Es la primera vez que lo oigo.
-Ciclamen o ciclamino -dijo Hipólito distraídamente.
Pasó un grupo de muchachos con hondas y tramperas para gorriones. Trotaban por el medio de la calle en dirección de la usina.
Luego pasó la señora Amelia con el tul y el rosario en las manos. A veces se detenía a hablar de enfermedades o de la fiesta de San Isidro. Pero esta vez pasó y saludó simplemente.
Todavía estaban hablando del tiempo cuando apareció el camión de riego en la punta de la calle. Hipólito se removió en el sillón y miró la hora. Pareció que iba a decir algo divertido como lo del ciclamino, pero no dijo nada.
Era un camión rojo con un águila de bronce en la tapa del radiador. Hipólito se sentía bien sólo con verlo. Primero echaba el chorro hacia un lado y después hacia el otro y recién un par de metros más allá echaba dos chorros a la vez, uno para cada lado.
El camión aparecía en la punta de la calle cuando la luz trazaba una especie de visera sobre la vereda de los plátanos y se detenía un rato como para tomar aliento. Luego comenzaba a andar a los tumbos, igual que el viejo Nardi. Tal vez ahí estaba lo gracioso.
Cuando pasó frente a ellos detuvo el chorro de la izquierda y una mano salió y entró por la ventanilla. Entonces la pequeña echó a correr junto al camión y las voces y los ruidos se alejaron hacia el otro extremo de la calle como si aquellos blandos chorros de agua fueran borrando la tarde.
-Está refrescando, ¿lo nota usted?
-Sí -dijo la señorita Adela-, pero todavía queda buen tiempo.
-No sé esta vez -dijo él.
Y trató de pensar en el otoño anterior, aunque no estaba seguro de que fuese el anterior sino un otoño cualquiera.
Algunas tardes después Hipólito habló de la casa. No era un tema nuevo pero siempre que hablaba de la casa la señorita Adela parecía más animada.
Las copas de los árboles ardían en silencio pero la luz en la calle de tierra era cada vez más débil, un polvillo de miel.
Hipólito describió en primer lugar el pequeño jardín frente a la casa con los dos pinos como dos centinelas. La señorita Adela encontraba algo extraño que hubiese justamente dos pinos en un jardín tan pequeño pero con el tiempo le pareció una señal de distinción. Nada de canteros retorcidos, ni calas, ni plantas minúsculas que daban una impresión de desaliño y vejez. Después venía la puerta, que para la señorita se abría y se cerraba por sí misma en silencio, y el pasillo de luz penumbrosa y al fondo la cocina.
Hipólito se demoraba siempre en la cocina. Cada vez había un detalle nuevo que no había mencionado o que, por lo menos, había olvidado. Los dormitorios estaban al costado del pasillo y el hall a la entrada, naturalmente, sólo que Hipólito lo mencionaba en último término, después que había pasado el camión de riego, tal vez para que quedara la impresión de que recién entraban en la casa y no de que estaban a punto de salir.
-No será una casa notable -resumía invariablemente- pero creo que es una casa adecuada.
Y la señorita Adela asentía con los ojos entornados, aun antes de que comenzara la frase.Esta vez dijo además, después de un silencio:
-Me gustaría que la viese usted… alguna tarde de estas, por ejemplo.
-¡Oh, sí! -exclamó la señorita con un trino.
Y se volvió y miró al tío Hipólito que se había erguido en el asiento y soplaba la punta del Caburito.
Fueron pues una tarde a ver la casa.
Hipólito vino más temprano, aunque parecían las cinco por lo menos, y esperó en la vereda como de costumbre. Esta vez, en lugar de los caramelos, trajo un cartucho de pororó y una manzanita acaramelada. Era la época.
La señorita Adela apareció por fin en la puerta con una sombrilla en la mano aunque ya no era el tiempo de las sombrillas, es decir, el dulce y querido verano, cuando las cinco de la tarde son efectivamente las cinco.
La casa quedaba del otro lado del pueblo, después del molino. De manera que tuvieron que atravesar el pueblo en aquella luz polvorienta del otoño. La señorita Adela marchaba del otro lado de la pared, blanca y leve como una paloma, y parecía más divertida que nunca. Hipólito, en cambio, marchaba digno y compuesto como un notario o algo por el estilo. Un verdadero tío.
El gallego Correa los saludó desde el mostrador de la tienda El Mercurio y el señor Ferrer, con el invariable cigarro en la boca y el chaleco abierto, desde la puerta de El Imparcial. Cada uno en su calle y en su puesto parecía distinto, opinó la señorita Adela.
Hipólito, aunque no estaba muy seguro, asintió con la cabeza.
En la esquina de El Vencedor, bebidas y comestibles, tendió una mano a la señorita para ayudarla a saltar desde la acera de ladrillos húmedos y desparejos porque era muy alta.
Don ítalo estaba en la puerta del almacén con el lápiz montado sobre la oreja.
Y había otros vecinos sentados en los sillones de mimbre o en las sillas de paja.
Parecían todos contentos pero extrañamente quietos con sus sonrisas en esa hora inmóvil de la tarde.
-¡Vamos! Decídase usted -dijo Hipólito con cautelosa jovialidad.
-¡Qué gracioso! -trinó la señorita.
Y avanzó un pie y saltó.
Desde allí se veían las primeras quintas, el campo pelado y amarillo y al fondo el cielo de un celeste muy pálido. A la derecha, el molino, blanco como un hueso, y a la izquierda, el camino de cemento.
La señorita Adela reconoció la casa por los pinos. Era como ella la había imaginado. No exactamente como Hipólito había dicho, porque con lo que dijo se podían imaginar muchas casas con pinos y todo.
Atravesaron el jardín entre aquellos árboles oscuros y mientras Hipólito buscaba la llave reconoció cada cosa. El tronco firme y ceniciento de los pinos, las copas negras como surtidores de sombras, la cerca de madera y, a través de la cerca, la vereda de ladrillos.
Hipólito dijo a sus espaldas que aquí no era lo mismo porque no pasaba el camión de riego, ni la señora Amelia, ni enfrente estaban los plátanos erguidos como personas. Pero que de todas maneras sería lindo sacar afuera los sillones de mimbre y contemplar el campo pelado que mudaba de color como el mar, aunque nunca había visto el mar, y el camino de cemento y los grandes camiones que iban y venían cargados de ladrillos.
Quedaron un rato inmóviles mirando todo aquello y luego entraron.
Flotaba en la casa una luz pegajosa y la voz de la señorita Adela parecía sonar en todos los cuartos a la vez. Hipólito caminaba detrás y decía cosas oportunas un poco inclinado hacia adelante con el sombrero de fieltro en la mano.
En la cocina encontraron todo lo que había dicho y además una claraboya de vidrio armado y una gran mesa de pino. Al fondo había una huertita y la vieja parra de uva chinche que Hipólito había ponderado largamente. Los dormitorios eran recatados y simples y donde más se notaba el silencio, de manera que se justificaba que resultasen imprecisos. El hall, en cambio, parecía lleno de gente, aunque estuviera vacío, y uno pensaba en los amigos y en los días felices. A través de la ventana se veía un pino y una parte de la cerca y el camino de cemento largo y preciso que se juntaba a lo lejos con el cielo.
En fin, una casa adecuada, como decía el tío Hipólito. Y posiblemente notable después de un tiempo.
Regresaron en silencio por el mismo camino. Al doblar hacia el molino blanco como un hueso, la señorita Adela se volvió una vez más y miró los pinos.
En la esquina de El Vencedor, Hipólito saltó primero y le tendió la mano.
Saludaron a la misma gente en los mismos sitios.
Cuando llegaron a la calle de tierra apenas quedaba un mechón de tarde en las puntas de los plátanos. El camión de riego ya había pasado y por eso la calle parecía más oscura.
La señorita Adela permaneció un rato en la puerta, junto a los sillones vacíos.
Los chicos volvían trotando de la usina.
Hipólito miró la hora y comparó los días y estuvo a punto de hablar del tiempo. Pero ya eran las siete de la tarde, es decir, la noche.
La señorita Adela murió ese invierno.
Una tarde Hipólito esperó largo rato junto al sillón vacío. Pasó el camión de riego y la señorita no había salido.
Otra vez estuvo de paso, como quien dice, con un ramo de crisantemos, que era la flor del tiempo.
Y otra tarde cualquiera murió la señorita.
Vinieron unos parientes de Buenos Aires y otros de Rosario. Los hombres se abrazaban y se besaban brevemente y se hacían todos las mismas preguntas en voz baja. Cuando se reconocían parecía que iban a decirse grandes e interminables cosas. Pero pronto quedaban en silencio con las manos en los bolsillos y se hamacaban en puntas de pie o miraban el reloj mientras sus mujeres rezaban el rosario.
Después del anís se animaron un poco y comenzaron a hablar de cosas que recordaban a medias. Hipólito sonreía gravemente y completaba el recuerdo, nombres y sitios y sucesos de aquel pueblo, un poco sorprendido él mismo de que recordase tanta vieja historia.
Llegó el cura y sirvieron otra copita más. Entonces se animaron por completo y ahora recordaban nada más que cosas alegres. Por último llegó el plomero e Hipólito alejó a las mujeres, entornó la puerta y sostuvo las barritas de plomo.
La luz de los cirios era una luz amarilla como la del otoño y la lámpara de soldar zumbaba como el camión de riego.
Ahora veía el rostro de la señorita Adela a través de un óvalo de vidrio un poco empañado. Parecía realmente de cera y tenía aquel gesto en los labios la vez que hablaron del ciclamen o ciclamino.
La calle nunca había estado tan animada. De este lado las mujeres, negras y llorosas contra la pared de ladrillo. María y la cabecita morena en el rincón de los sillones. La señora Amelia con el rosario al frente. En el medio la negra hilera de coches con los caballos erguidos y brillantes. Del otro lado los vecinos y los curiosos, los chicos de los gorriones y por supuesto los plátanos.
Hubo un instante de inmovilidad y luego el cortejo se puso en marcha con un lento girar de ruedas.
Hipólito iba en el segundo coche con otros tres señores que en cada cuadra recordaban un nombre o reconocían una casa.
Cuando pasaban frente a El Vencedor el señor de la derecha preguntó por el viejo Nardi. Hipólito habló del viejo Nardi mientras pensaba en otra cosa a propósito de aquella esquina.
Apareció el molino y hablaron del viejo molino. Después trotaron sobre la ruta de cemento y se cruzaron con los camiones mientras a lo lejos giraban lentamente los dos pinos con la casa en el medio.
El señor de la izquierda preguntó a dónde iba ese camino. “A Irala”, dijo Hipólito, aunque no estaba seguro si era a Irala o a Inés Indart o a cualquier otra parte porque jamás había pasado del cementerio.
A la izquierda aparecieron los primeros hornos de ladrillo. El humo trepaba derechamente hacia lo alto, señal de buen tiempo.
También por la izquierda, detrás de las columnas de humo, apareció por fin el largo murallón del cementerio y entonces los hombres callaron.
Los parientes se marcharon esa misma tarde. Se despedían de Hipólito como si éste no debiera marcharse también. Todos decían cosas amables pero imprecisas antes de partir.
La señora Amelia ayudó a acomodar las sillas y se fue a la hora de las campanas.
Entonces el tío Hipólito salió a la puerta y se quedó un rato mirando los plátanos.La calle estaba otra vez en silencio.
Ahora oscurecía a las seis y media y el verano parecía más lejos que nunca. En realidad, parecía que nunca hubiese existido el verano.

Haroldo Conti

miércoles, 16 de marzo de 2011

Un tanka.

tanto Japon me hizo acordar de los tankas. Esas formas ponjas del poema, sin metaforas ¿vieron que los japoneses no hablan en metaforas sino que mentan simplemente los ciclos de la naturaleza? Tampoco los tankas apelan a la rima.
Los tankas tienen cinco versos, en vez de tres -como los haikus-
estan armados en dos ritmos, uno de tres versos (5-7-5 silabas) y otro de dos de 7 silabas cada uno. La forma puede condensar algo de belleza en si misma, si lo sabran los alfareros y tambien los poetas que arman con las palabras delicadas filigranas.
El mundo hace plop para japon, agua fuego muerte y yo pienso en tankas, porque no puedo pensar en agua fuego y muerte sino amarrados por las palabras. En lunas, amaneceres, flores, amantes que se mandan mensajes por sirvientes y escriben tankas.

Caminamos con
el peso de los muertos
en la espalda.
Las lápidas tapizan
ciudades y desiertos

Tambien borges, amador de cosas japonesas por parte de Kodama, escribio Tankas, y se preguntaba como sonarian esos ejercicios de escrituras a oidos japoneses... a ver
Bajo la luna
el tigre de oro y sombra
mira sus garras.
No sabe que en el alba
han destrozado un hombre.

Ud, que lee esto se preguntará porque ante el Real de la muerte en vivo y en directo, de sangre agua y fuego yo pienso en tankas, en flores de cerezo.
Quiza por que la belleza siempre es un velo frente al horror , es decir, de eso que ud. ve por la pantalla de su televisor amigo.  







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martes, 15 de marzo de 2011

escuche que Edelmiro Molinari esta internado, desde ayer, jodido.

gran musico, Mestizo es un tema muy potente por lo menos para mi, que lo escuche cuando tenia 15. Y todavia me lo acuerdo una centuria despues. Quiza los buenos deseos para alguien sean vibra y sirvan para algo. Quiza no sirvan para nada.
Mestizo, si tenes mas o menos cincuenta (yo 54) Mestizo, temazo. Lo escribio Edelmiro. 

domingo, 13 de marzo de 2011

LA GENTE PUEDE CAMBIAR.

Domingo a la tarde, hice pan casero, con muchas semillas (lino, chia, sésamo y girasol) con aceite de oliva y sal marina y harina integral. Le metí adentro jamón crudo y me puse a ver una peli en la tele. Una de tiros, de policías corruptos, de perdedores: todo un genero.
Se llama 16 blocks, la daban en TNT.
Uno de los personajes,(el otro es bruce Willis),  un negro joven, ratero, decide poner -si zafa- una tienda de pasteles de cumpleaños, bah, de tortas. Y en la torta de la escena final esta lo que yo quiero que esté escrito en la mia este año:
La gente puede cambiar.

viernes, 11 de marzo de 2011

duelo. cien mil muertos.

El banquete de Severo Arcangelo, claro, Marechal.

“Si lo Extraordinario parece hoy inaccesible a la criatura humna es porque la criatura humana se ha venido apretando en horizontes mentales cada vez más estrechos, y porque la zona cortical de su alma se ha soldificado en un cascarón infranqueable”.
 
Esto es de El banquete de Severo Arcangelo, donde los conjurados tratan de transformar Cacodelphia en una tierra prometida. Todos somos hoy conjurados.

jueves, 10 de marzo de 2011

el buen bradbury.

A mi me gusta bradbury, ya no lo leo. Ya no leo tampoco novelas noires y a garcia marquez. Pero puedo recordarlo con el cuerpo. A bradbury lo puedo recordar tactilmente. Asi comienza el vino del estio,novela que se refiere a un vino casero que se hacia recogiendo dientes de leon (taco de dama se llamaba en mi barrio a esa flor naranja).
Asi, como douglas spaulding, el niño de ese   relato que traza el recorrido de un verano, el de 1928, a mi me gusta levantarme a la mañana y ver que tengo el mundo preparado, para tomarmelo de un tiròn.
fondo blanco.

Era una madrugada tranquila. La oscuridad cubría el pueblo y se estaba bien en cama. El verano henchía el aire, el viento soplaba adecuadamente, el aliento del mundo era largo, tibio y lento. Bastaba levantarse y asomarse a la ventana para saber que éste era realmente el tiempo primero de la libertad y la vida, que ésta era la madrugada primera del estío.

Douglas Spaulding, de doce años, abrió los ojos y dejó que el verano lo meciera perezosamente en su corriente nocturna. Acostado, sintió que cabalgaba en los elevados vientos de junio, con el alto poder que le daba el cuarto abovedado de un tercer piso, en el edificio mayor del pueblo. De noche, cuando los árboles eran una única ola, lanzaba su mirada, como la luz de un faro, sobre enjambres de olmos y robles y arces. Ahora...

-Oh... -susurró Douglas.

Todo un verano que atravesaría el calendario, día a día. Como la diosa Siva en los libros de viaje, vio unas manos que iban y venían, recogiendo manzanas ácidas, melocotones, y ciruelas de medianoche. Se vestiría de árboles y arbustos y ríos. Se helaría, alegremente, en la puerta escarchada de la casa de los helados. Se tostaría, felizmente, con diez mil pollos, en el horno de la abuela.Pero ahora lo esperaba una tarea familiar.Una noche, todas las semanas, dejaba a sus padres y su hermanito Tom, que dormían en la casita de al lado, y subía aquí, por la oscura escalera de caracol, a la cúpula de los abuelos, y en esta torre de brujo podía dormir con truenos y visiones, y despertar antes del cristalino tintineo de las botellas de leche, y celebrar su ritual mágico.De pie, ante la ventana abierta en la oscuridad, Douglas aspiró profundamente, y sopló. Las luces de la calle se apagaron como velas en una torta negra. Sopló otra vez y otra vez, y las estrellas empezaron a desvanecerse.Sonrió. Apuntó con el dedo.Allí, y aquí. Ahora aquí, y aquí...Las luces de las casas parpadearon lentamente y unos cuadrados amarillos se recortaron en la pálida tierra matinal. Un rocío de ventanas se encendió de pronto, a lo lejos, en el campo del alba.

-Bostezad todos. Todos arriba.El caserón se movió en el piso bajo.

-¡Abuelo, saca los dientes del vaso!Esperó un momento.-¡Abuela, bisabuela, freíd las tortas!El aroma caliente de la manteca subió por los callados pasillos y visitó a los pensionistas, los tíos, los primos.

-Calle donde viven los viejos, ¡despierta! Señorita Helen Loomis, coronel Freeleigh, señorita Bentley, ¡tosan, despierten, tomen sus píldoras, muévanse! Señor Jonas, ¡enganche su caballo, saque su carro!Las casas descoloridas en la barranca del pueblo abrieron unos taciturnos ojos de dragón. Pronto dos viejas resbalarían en la Máquina Verde por las avenidas matinales, saludando a todos los perros.

-Señor Tridden, ¡busque su carreta!Pronto, echando chispas azules, el tranvía del pueblo navegaría por las calles de márgenes de ladrillos.-¿Listos, John Huff, Charlie Woodman? -murmuró Douglas a la calle de los niños

-. ¿Listas? -les dijo a las húmedas pelotas de béisbol en los prados, a las hamacas que colgaban vacías de los árboles.-Mamá, papá, Tom, despertad.Los relojes despertadores sonaron débilmente. El reloj de la alcaldía retumbó sobre el pueblo. Los pájaros saltaron de los árboles, como una red echada al aire, cantando. Douglas, director de una orquesta, apuntó al cielo del este.El sol empezó a levantarse.Douglas cruzó los brazos y sonrió con una sonrisa de mago. Sí, señor, pensó, todos saltan, todos corren cuando grito. Será una estación maravillosa. Castañeteó los dedos por última vez.Las puertas se abrieron de par en par. La gente salió de las casas.

Empezaba el verano de 1928


miércoles, 9 de marzo de 2011

rajadura

Claro que la conocía, era entonces un poco distinta, cosas muy sutiles, por ej. la dureza en la mirada Antes fue mas blanda :Mas blanda que  el agua, que el agua blanda.
El bolsillo se le volvio mezquino y eso que  a manos llenas vertìa como maná del cielo sus mieses.
Supe inmediatamente  de una cama selectiva, y pensar que entonces la alegria hacia que se le gastara el blue denim de tanto refregarse con, junto a, frente a, como si el cepillo de piso hubiera rasqueteado el vaquero-Su gavilla no era avara ni rencorosa,
Un detalle: los sueños se le olvidaban a la mañana, y la angustia se le arreglaba con un comprimido por dia, antes del almuerzo para la acidez estomacal.
Contenta se le notaba  un presente sin urgencias, ni ilusiones, ni malestar que no se curara con un tour al norte de brasil, en hotel all inclusive, en la fecha precisa en que volvian al colegio los hijos de los otros
Habia sido una sirena pero ahora caminaba erguidita en sus dos patas,
yo pense cuando le mire la mirada, raja dura.
cada una de un lado del azogue, ninguneando a la otra.

lunes, 7 de marzo de 2011

las mujeres podemos hacer llover, con solo cantar.

Me cuesta mucho, no se que pasó con mi sabiduria ancestral, la perdí en el camino, no me la heredaron por que en la epoca de la razón, en el tiempo de las ciencias, la habrán descartado como a un sifón de vidrio.

 Gillez Deleuze dice (lo escuche en el canal Encuentro) que el arte no es comunicación, no es mensaje. Es creación.
Dos mas dos son cuatro, te espero en la lechería. Quiero mi parte en la Creación, tengo que poder.

Sin las malas artes que debí haber aprendido, pero no, cada dìa mas me convenzo que las mujeres podemos hacer llover, con solo cantar. Es solo cuestión de encontrar el canto. Adentro de uno
Les escribe una mina que puede ir de la omnipotencia a la impotencia casi sin escalas, pero a quien le resulta tarea vana ubicarse en el vado de la potencia con espera. De sembrar la potencia, verla crecer de a brotes, hasta poder su fruto jugoso, de fruta de verano, sangrando jugo.

No importa que la oración del título sea solo una metafora. En el dia de la mujer que es mañana, me convoco e invito,  en torno a la idea de sentirnos, nosotras las mujeres, ya no animales politicos, ya no enmancipadas del poder del varon, ya no de una mujeres independientes,que se la bancan, sino de aglutinarnos en torno a la idea de que una mujer, que si lo intenta  y no está apurada, puede, quizá, hacer llover.
Escandir el esfuerzo, tenerse fe, darse tiempo, creer en si misma, todas cosas que deberíamos haber heredado de otras mujeres y sin embargo, sin embargo...
Ya se que la belleza de afuera es el pedal que mueve el mundo, pero yo quiero apelar a esa belleza -que hoy no veo, que seguro que està,- que me permitiria hacer llover con solo cantar.
O tal vez hacer llover es lograr que un niño se duerma, hacerle saber que si no se duerme viene el zorro, y lograr que finalmente duerma y el zorro se vaya.
Mujeres, ¿como hacemos, dios de los cielos, para vernos en toda nuestra gloria? Usaré el dia de mañana, el dia de la mujer para esta gestión. Total ya cumplí con todos: fui egresada de la universidad, me mantengo a mi misma, tuve hijos y los crie, aprendi a cocinar, a cojer, a ser divertida o solemne, a dar discursos en publico, a tener ideas.
Necesito sin embargo saber que puedo hacer llover con solo cantar. Necesito tener fe. (y claro, el arte es vivir con fe, y sin saber con fe en que, como cantaba Heber Vianna)



sábado, 5 de marzo de 2011

alberto dejale mis saludos a Ernesto, allá en la muerte.

Me levanto de una siesta frustrada porque aunque estoy cansada, con luna, y me duelen las gambas, no me vino el sueño reparador, sino algún sucedáneo que se emparenta con el fastidio. Prendo por vicio la pc y leo en el blog del Mario que murió Alberto Granado, el tipo que recorrió América con Ernesto cuando no era el Che.
Larga vida vivió, el otro se fue demasiado temprano.
¿como será el cielo de los comunistas? ¿el cielo de los justicieros? Serán esos cielos como mis siestas imposibles,??
¿Y si no existe el cielo por que pensamos que nos soplan en la nuca los que nos precedieron en el camino de la vida? ¿si no existe el cielo por que a veces parece que nos cuidan algunos ángeles? ¿Si no existe la eternidad por que dejamos flores y heredamos causas que no mata ninguna muerte? Y si la muerte es paja o la vida es paja? Igual hacemos el intento.
Murió Alberto Granado y como dice Drexler en la canción de la película que lo recuerda, al otro lado del río lo espera Ernesto, por lo menos en mi mente.
Che, Alberto, llevale mis respetos al comandante!!! Y que la muerte no me venga a buscar: no estoy vestida para la ocasión y todavía espero hacer algo.
Quien te dice mirado de arriba, o de abajo o con una perspectiva que no conozco ya  hice algo que valiera la pena, pero yo no me lo se.(es que a veces andamos a pasos de gigante, o de elefante y otras veces a pasos de hormiguita, quien sabe que, cuando, donde, una palabra tuya bastó para salvar a alguien)
En el youtube que pego hay unas fotos de ese viaje. Y después (para mi bien) esta Gael Garcia Bernal, que es extremadamente bello, señor aparta de mi ese cáliz.


jueves, 3 de marzo de 2011

metrica

Pizarnik hacia entre millones de cosas esto: juntaba palabras que le gustaban, una cajita de palabras y las usaba. yo en general escribo en escritura automatica, como los surrealistas porque carezco de esa cosa de artesano que permite hacer un soneto. Uno abomina de la metrica hasta que da con una joya. Este poema que voy a transcribir lo aprendi en la secundaria. Es de Machado. Y tiene todo el latido de un viaje en tren chuf chuf chuf. No de un tren electrico, sino del tren a alta velocidad devorando campos. Es hermoso y ademas sus ultimos cuatro versos me duelen como una lanza en el costado. Chuf chuf chuf, es imposible que no sientas el latido del tren en Otro Viaje, escrito antes de que todos nosotros nacieramos.
Ya en los campos de Jaén,
amanece. Corre el tren
por sus brillantes rieles,
devorando matorrales,
alcaceles,
terraplenes, pedregales,
olivares, caseríos,
praderas y cardizales,
montes y valles sombríos.
Tras la turbia ventanilla,
pasa la devanadera
del campo de primavera.
La luz en el techo brilla
de mi vagón de tercera.
Entre nubarrones blancos,
oro y grana;
la niebla de la mañana
huyendo por los barrancos.
¡Este insomne sueño mío!
¡Este frío
de un amanecer en vela!...
Resonante,
jadeante,
marcha el tren. El campo vuela.
Enfrente de mí, un señor
sobre su manta dormido;
un fraile y un cazador
—el perro a sus pies tendido—.
Yo contemplo mi equipaje,
mi viejo saco de cuero;
y recuerdo otro viaje
hacia las tierras del Duero.
Otro viaje de ayer
por la tierra castellana,
—¡pinos del amanecer
entre Almazán y Quintana!—
¡Y alegría
de un viajar en compañía!
¡Y la unión
que ha roto la muerte un día!
¡Mano fría
que aprietas mi corazón!
Tren camina, silba, humea,
acarrea
tu ejército de vagones,
ajetrea
maletas y corazones.
Soledad,
sequedad.
Tan pobre me estoy quedando,
que ya ni siquiera estoy
conmigo, ni sé si voy
conmigo a solas viajando.

miércoles, 2 de marzo de 2011

que solos que quedan los muertos

no importa que llueva o que el sol raje la tierra, y la tierra sea esos terrones que los obreros del lugar levantaron como si hubiera prisa por poner cimientos. Cuando todos se van, cuando los autos parten con alivio de pensar que a la final todo se terminó, cuando los que de verdad amaban y aliviados de no ser ellos, se van a dormir empastillados y el final de fiesta avisa que sigue la rutina, cuando quedaron en el mantel de la mesa los documentos buscados, cuando alguien empieza a probarse mentalmente las pilchas, o se pregunta donde estará escondida el dinero, o piensa en la vajilla traida en el barco, cuando otro ventila secretos en la mesa familiar, cuando alguien dice al rey muerto rey puesto. Cuando las aguas bajan turbias y la piel empiece a ponerse muerta alla abajo y las flores no celebran nada
Cuando confirmen que se van a arreglar
Cuando alguien injustamente critica tu vida y sea tarde para.
Cuando alguien te cubre de palabras santas.
Cuando alguien que no sabe rezar trata de creer en Dios sin conviccion
Cuando ya  empieces a quedar sola.

martes, 1 de marzo de 2011

no se por qué me confundo con tus amores cansados.

una sirena de fabrica, con permiso del Tomi Muller
De nuevo perdí la ruta
navego por los desiertos
camino por mares muertos
la noche entera se enluta
El sol se metió en su gruta
los mares se hunden mojados
yo soy un nervio de atados
un llanto largo y profundo
No sé por qué me confundo
con tus amores cansados

De noche muestra la luna
su rostro alumbrado y triste
el cielo al fin se desviste
la muerte mece su cuna
Que al fin la mala fortuna
se vaya a dormir un rato
se quite traje y zapatos
se olvide de mi existencia
Que yo frente a su sentencia
declaro mi desacato

La vida es viaje fecundo
si hay puentes hacia los otros
Volaste el que había en nosotros,
te fuiste por esos mundos
El frío cayó rotundo
Tu olvido mostró los dientes
No sabes cómo se siente
temer este miedo mudo
Pasado el sueño a futuro
no sé vivir el presente

algo viejo que merece volver a leerse.

cateterismo

La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...