jueves, 31 de julio de 2014

puberes, carajo!

Hoy estaba leyendo el blog de Eterna Cadencia y aparecio un texto de Sergio Olguin, que escribiò una novela donde busque (me busque) cosas de Lanùs, porque la novela se llama, justamente Lanus.
Este texto (y acá un fragmento) prologa un libro de Fabian Casas.

Lo copiamos para el sirenas, la parte que me convoca.

Años setenta. Populosa barriada de Lanús. Entre los pibes del barrio había una palabra que despertaba nuestras más oscuras e imaginativas fantasías con solo nombrarla: “Siroco”. Al atardecer, mientras esperábamos que llegara la noche cargada de ovnis, alguien contaba que a tal vecina se la había visto salir de Siroco, o que Menganito había terminado en Siroco con la rubia que nos gustaba a todos. Decirle a la compañera del banco adelante “te voy a llevar a Siroco” era la mayor obscenidad que se nos ocurría. Teníamos 10, 11, 12 años y el nombre del albergue transitorio de Lanús (que era el único que conocíamos) era también un canto de sirenas, un territorio en el que ansiábamos incursionar apenas pudiéramos. No soñábamos con ir a Disney; queríamos conocer Siroco.
Ni yo ni mis amigos vivíamos cerca de ese hotel, que quedaba en una calle poco transitada frente a las vías, antes de llegar a la estación de trenes. Nuestro universo se movía más por el lado de Valentín Alsina. Pero cuando a los 12 años empezamos a animarnos a ir más lejos con nuestras bicicletas, mi amigo Gustavo y yo decidimos que era hora de ir a conocer el telo de nuestros desvelos. Y fuimos. Nos detuvimos a unos diez metros. Era un pequeño edificio que no tenía ninguna particularidad. Imaginábamos una fachada más espectacular, con odaliscas bailando en la entrada y negros agitando hojas de palmeras gigantes. Nos quedamos una media hora ahí, quietos, esperando ver al menos a alguna pareja que entrara o saliera del lugar. Ponerles cuerpos y rostros a los afortunados que iban a ese lugar. Pero no vimos a nadie. Por lo visto, las tres de la tarde de un día de verano no era el ideal para concurrir a Siroco. Con mi amigo decidimos ir hasta la estación y tirarnos con las bicis por los pasos bajo nivel en busca de verdaderas emociones fuertes

lunes, 21 de julio de 2014

muñecas

"tengo una muñeca vestida de azul, con su vestidito …"
Tantos años, tantos que Lalala me cantaba. No tuve vestido azul, pero si bombachudos y, deformes puloveres que me tejía, en punto arroz. Pasamos juntas 50 años.
Lalala vivió con Madre -la cruel- hasta que un día Madre se fue al hospital y después  de días mareados, a Lalala se la llevaron al Hogar, Cuando tuvo que armar el bolso, su prima guardo la ropa pero a mi me guardó Lalala.
Me babeaba con besos que quedaban mal -solo a una niña le esta permitido besar muñecas- pero se le perdonaba porque era fácil ver que era una niña vieja para siempre. No me daba asco. Yo era ella.
También fui su hija cuando otras tenían hijos: Y si nadie miraba me metía en una funda de almohada y luego abajo. Y jugaba a parirme sacándome de golpe. 
Me daba de comer cosas que sacaba de su boca, como hacen los pájaros. Si eran caramelos me los pasaba como rouge y después me daba  besos. Entonces fui su novia amada

Hoy Lalala me dejó sola. En el hogar me tiraron a la basura. Será que yo también debo morir.
(me han mandado una convocatoria para escribir de muñecas, y salio esto: Las muñecas son dobles siniestros y nada mas siniestro que una muñeca de una mujer perdida en las mareas de su cabeza)

sábado, 5 de julio de 2014

hilda

Murió hace un par de años. La ultima vez que la vi me hablaba insistentemente de cuando había estado embarazada de su hija -que tenía la misma edad que la mía. Pero yo sabia que ella no la habia parido, y ella debería haber recordado que yo lo sabia. Hizo caso omiso. Yo la miraba con cara de poker, sin comentarios. Silenciada. Ella había pagado por esa niña un dinero, con lo cual,su torcido cerebro la hacia suya, y con lo de uno. se hace lo que quiere, siempre y cuando tengas mentalidad de tendero y tus hijos el valor de cualquier otro paquete. Vivió su esterilidad como un defecto inaceptable, no como una de las cosas que nos pasan en la vida. En sus estándares esa falla era insoportable.. Nunca se le había pasado por la cabeza imaginarse que era un derecho de la niña saber de su origen, un amor tan mezquino tenia Hilda, y a mi me daba rechazo puro, y nada de solidaridad de genero. Su hija creció pálida, neurótica y pegoteada : Se que cuando alguien le dijo a la niña que no era hija biológica de Hilda, ella pelo ecografias de embarazo falseadas con su nombre, porque sabia que iba a llegar el día de la confrontación y supongo que la convenció. Se las arreglaron para hacer de un acto de amor, un acto mezquino
La docena de recuerdos que guardo de ella es homogeneamente mala. En esa noche -la ultima- nos arrimo el azar y la mala suerte en lugares contiguos en la mesa de cumpleaños de su cuñada, mi amiga. Hablamos de su laburo: vendía lugares en un cementerio privado. Todavía no se sabia que tenia cáncer pero recuerdo que insitiò el tema de la muerte: no quería que la cremaran porque sabia -me dijo- que después te dan las cenizas de cualquiera. Que cuando estas en el horno explotás. Tu carne explota.  Yo -que tampoco quiero que me cremen, aunque estoy segura que lo van a ser porque es practico y al final barato- no compartía las razones. Para mi la tierra aloja, sos parte de la tierra, me agarra como una cuestión espiritual con volver a la tierra, y abonarla. Y el argumento de que te coman los gusanos no me impresiona. Yo ya no voy a estar ahí.
La mina tenia algo arrollador y muy pelotudo: creía en ella. Creía que hacia la mejor crema, que nadie podía limpiar la casa como ella, creía en todas y cada una de las pelotudeces que decía. Eso me capturaba, me dejaba con la boca abierta, me tapaba las palabras, la ironia, la posibilidad de gastarla incluso sin que se diera cuenta, me hipnotizaba esa certeza de idiota, ese defender cada elección como si no hubiera en el mundo otras berengenas a la vinagreta como las que cocinaba No exagero: recuerdo su autoalabanza de los canelones, como si en eso se le jugara la vida.
Hablaba siempre en un tono un poquito alto.
¿como seré recordada? ¿cuales mis torpezas?

algo viejo que merece volver a leerse.

cateterismo

La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...