sábado, 27 de julio de 2019

en que ando

Ando planeando un viaje muy lejos con mis nietos y mi hija para enero: Quiero que me recuerden, si me muero, como estoy ahora, planeando viajes lindos.
Ando dando un final de Filosofia Medieval, mas bien, ya lo dí y me saqué un siete y entendí lo básico: dios es lo uno que se derrama (proodos) por que lo bueno es difusivo y luego se forman las cosas del mundo, y luego esto vuelve sobre dios (epistrophe) y basicamente todos los ñatos en el medioevo, incluidos los arabes se preocupaban de como habían advenidos las cosas.
Ando haciendo un taller de cuentos los viernes,  con Luciano Lamberti: El viernes que viene llevo un cuento de acá.
Pero lo mas bueno de todo es que conozco otros cuentos y tengo para contarles. Hoy
Como vuelvo, de Hebe Ubhart, les va a encantar. Denme pelota


Yo no soy muy suelta de lengua y no crea que lo que le cuento a usted lo puedo decir por ahí, y menos en mi pueblo: se lo cuento a usted porque es una desconocida; si le contara a alguien de allá, en dos minutos estoy perdida. Yo vivo en una calle que da a la ruta; allí, mi marido y yo tenemos una estación de servicio; va bien, gracias a Dios; él es un buen hombre y no me deja faltar nada: tengo mi heladera, mi televisión y un cochecito usado: lo movemos poco. Los chicos se fueron a vivir a Venado Tuerto, para estudiar el secundario. Entre mi marido y yo atendemos la estación de servicio. Yo también atiendo la escuela: vengo a ser maestra, directora y portera, tengo en total diez alumnos. Donde vivo, son cuatro cuadras con casas; en invierno a las ocho de la noche están todos adentro. Y ahora que estoy lejos y lo veo desde acá, no me explico cómo pude vivir veinte años en ese lugar. Yo no tendría que extrañar, porque nací en un lugar parecido, cerca de la ruta; pasaban y pasaban los autos por la ruta y yo los miraba parada en una tranquerita, y deseaba tanto -inconsciencia de criatura- que algún auto me llevara. Yo no pensaba en ningún lado especial: cualquiera. Me paraba en la tranquera para que me vieran, y decía: «Alguien me va a mirar». Los autos pasaban como una exhalación y yo tardé mucho en darme cuenta de que nadie me miraba ni me iba a mirar, y cuando me sentí ahí plantada, sola, era como una especie de desilusión. Por eso, yo ya debía de haber estado curtida, pero al principio, cuando me casé, también me resentí. Me acuerdo que al principio un día pensé: «¿Y si se incendia la estación de servicio? Un incendio grande, digamos. Necesariamente tendremos que ir a vivir a otro lado». Pero yo ya era grande y una entra en razones, sabe que son malos pensamientos, los sabe apartar. Nunca le dije eso a mi marido: él tiene otro ánimo, es más parejo, siempre está conforme y eso que no tiene vicios. Pero últimamente, después de tantos años de estar ahí, me volvió un poco de esa tristeza de cuando me casé, y en invierno a la noche miro afuera; no hay un alma y me da un no sé qué. Por eso cuando llegó la carta donde nos decía que habíamos sido sorteados para ir a Embalse -yo y los chicos de la escuela- tardé un poco en mostrársela a mi marido, en parte porque estaba tan confundida que no creía que fuera cierto. El me reprochó después por qué no se lo dije enseguida. Y yo hice ver como que no me importaba mucho, no fuera que si hacía ver que me importaba mucho se arruinara el viaje. Aparte a mí me gusta la gente ubicada, sensata, tranquila: hasta por televisión se da cuenta una de cómo es la gente: miro a los actores y a los artistas y ya veo si son personas confiables, responsables o, hablando mal y pronto, si son un tiro al aire. En la carta decía que había que llevar ropa deportiva, pero yo pensé que debía llevar un vestido, y como hubo que preparar la ropa de los chicos de la escuela, me traje un vestido ni fu ni fa. Como usted ve, tengo la cara curtida por el viento; no, las manos están así de lavar. Cuando viene la noche y yo ya terminé de hacer todo, antes de ver televisión me pongo a lavar. Allá al atardecer es tan triste que yo a veces quisiera apurar al tiempo, que se haga de noche de una vez. Entonces digo: «Tengo que hacer algo útil». Y me pongo a lavar o a ordenar. Al atardecer me vienen esos pensamientos tristes que ni me distrae la televisión. Bueno, cuando llegué acá a Embalse, nunca hubiera supuesto que en el mundo había una cosa así. Yo acá en Embalse viviría toda la vida: no volvería más. El primer día que llegué me encontré perdida en esta planicie llena de gente. No hablamos con nadie, pero supimos que había porteños, entrerrianos, salteños, chaqueños y de tantos otros lugares. Recorrimos todo el lugar para ver dónde se compraban los alfajores y las postales -no como el negocio de allá, acá son negocios y negocios todos juntos-, hileras de burros y caballos con sus cuidadores, llenas las hamacas y los subibajas y todos los grupos haciendo gimnasia.
Después hablé con los maestros chaqueños; ellos se acercaron a hablar y me dijeron que para ellos era una delicia estar ahí porque les servían de comer y aparte no tenían que ir a la escuela; ellos hacían tres horas a pie de ida y tres de vuelta; por el camino paraban y tomaban mate, y también hacían sus necesidades. «Tranquilos -me dijeron-, no como esos porteños», y señalaron a la coordinadora del grupo de la Capital, «que van siempre apurados». Yo ya me había fijado en esa coordinadora, que de lejos me pareció una jovencita y de cerca vi que podía tener mi edad; eso sí, con las manos de una criatura y el pelo largo. Ella se mueve como si nadie la fuera a mirar y como si no le importara de nada, anda en subibaja y no come toda la comida que le dan en el comedor, come de una bolsa propia. A ella yo le oí decir al pasar, como si fuera algo malo: «Esa gente que tiene el televisor todo el día prendido en la casa», y yo pensé: yo lo tengo prendido todo el día, pero es para compañía. Aunque a veces no lo apago porque pienso: «Ahora va a venir algo hermoso, no sea que lo pierda». Y los chicos porteños que lleva ella, ellos inventaron un sistema para comunicarse de cuarto a cuarto; desde el primer día ellos fueron solos a comprar alfajores y ellos mismos hablaban con el cuidador para andar a caballo y le pagaban. Yo les decía a los chicos míos: «No se alejen». Ni falta que hacía, porque al principio no hicieron más que mirar, como yo. También, con todo lo que hay, esos concursos de juegos; no sé si usted estuvo en la guitarreada al aire libre que hicieron los maestros de Mendoza; yo estaba tan contenta y por otro lado me agarraba una tristeza al pensar «¿cómo fue que yo no sabía que había una cosa así?». Me agarró tristeza por los años perdidos. Bueno, hace tres noches, usted no se debe haber enterado porque no la vi, había una guitarreada en el café, con vino y empanadas. Dejé a los chicos al cuidado de Aníbal, el mayor, y me fui con los otros maestros al café. Fueron también las instructoras de los chicos de la villa, que no sé cómo los aguantan, pobres: ellas pasaron agachadas a la altura del dormitorio de los chicos y uno las reconoció: enseguida todos gritaron desde la ventana del dormitorio: «Putas, putas». Y pensar que esas chicas los instruyen por idealismo. Yo me fui con el vestido y después me sentí un poco desubicada: todos fueron de jogging y zapatillas. ¡Cuánta juventud! Toda con guitarra y con canciones nuevas y viejas, tanto ponían un bolero como esas canciones de a desalambrar, a desalambrar. Yo me puse a conversar con un profesor de gimnasia, más joven que yo. Yo no sé hasta el día de hoy cómo fue que me acosté con él. Nunca en veinte años de casada le fui infiel a mi marido, nunca conocí a otro hombre. Y yo quiero que me comprenda bien: yo no soy ninguna descocada ni tampoco una mujer desubicada; le tengo gran estima a mi marido y por suerte nunca va a enterar de lo que pasó: pero yo con el profesor de gimnasia conocí otra cosa, como si se me hubiera abierto la cabeza, como si hubiera entrado en otra dimensión. Estaba él con su jogging azul -ni siquiera le podría decir si él era lindo o no; recuerdo que me dijo que era una mujer interesante, cosa que no creí- y por lo poco que sé de la vida, siempre me di cuenta de que era una aventura y nada más. Entiéndame: no me enamoré ni cabe enamorarse a mi edad, y además, mirándolo fríamente a mi profesor de gimnasia, hasta podría ser que tuviera pinta de haragán. Jamás me casaría con un hombre así. Después él me buscó y yo no quise saber nada de él: ya tenía suficiente para pensar. ¿Sabe en lo que yo pienso? En cómo vuelvo yo a mi pueblo. Estoy acá, hablo con los maestros salteños, que me cuentan su pobre vida de allá, más pobre que la mía; escucho el altavoz y pienso que si en este lugar hay un mundo cuánto más habrá más allá, en todos lados, y ahora que estamos por volver, no hago más que preguntarme: ¿cómo vuelvo yo a mi pueblo?

miércoles, 24 de julio de 2019

fui una de las diez finalistas de un concurso de cuentos municipal de Lanús por el 75 aniversario del municipio.

el premio es 20 libros de la antología donde figura mi cuento
Me convocó un poco saber que uno de los jurados era Sergio Olguin, un escritor que no solo era editor de revistas de cultura (V. de Vian y creo que tambien La mujer de mi vida) y que a mi no me conoce ni mongocho y que la única manera de validar mi escritura y que circule es presentarme en algun concurso.
 Bueno, estoy contenta, siempre me pone muy contenta este tipo de cosas.
La entrega de premios sera a fin de septiembre, falta mucho
'¿el cuento? está acá en el Sirenas,  Tal vez alguno de uds. lo leyó, seguro mis lectores que yo identifico como cuatro Alejandro, El Demiurgo, Jose Garcia y Frodo.
También a veces entra Gustavo del sur  que jamas deja un mensaje . Tal vez Rafael ? Ni se. y creo que casi nadie mas.
Soy horrible para cerrar cosas, por eso tal vez no cierro el blog.
Le tengo un gran cariño. y soltar no está en mi naturaleza

https://sirenasahogadasenvodka.blogspot.com/2016/09/como-no-hago-mas-que-quejarme-y.html (por ahi le arregle algo antes de mandarlo, pero si lo hice fue minimo. Basicamente es esto.




lunes, 22 de julio de 2019

secretos

Como la vida viene sin manual uno no sabe muy bien que hacer con algunas cosas. Verbigracia los secretos:
Cuando uno entra en la pubertad está como habilitado tener secretos: se llama intimidad.
Pero en la niñez (donde tambien hay secretos) hay secretos que hacen mal.
Me estoy refiriendo a esos donde alguien abusa de tu ingenuidad y te amenaza con el mal si contas algo que te agobia, en especial secretos de abusos, de asesinatos (si, hay chicos que son testigos de asesinatos, que vieron cuando su padre mataba a su madre) y toda esa caterva de asuntos muy turbios donde se juega la salud mental, cuando no toda la vida futura de una persona.
En esos casos, esta canción dice mucho. Dice mas de lo que dice. Dice que alguien te va a cuidar.
Para mi esta canción es un tesoro para un niño.

viernes, 19 de julio de 2019

vengo a contar un sueño verdadero.

Hoy me levanté y me acordaba perfectamente mi sueño, pero tuve que ir a cuidar el sueño de mi nieto de dos años.
Asi que ahora haré lo que puedo.

Estaba en un lugar de veraneo.  Tal como pasa en Florianopolis, para ir desde este lugar al territorio tenia que pasar un puento vehicular o subir un enorme cerro muy vertical.

Lo veo y es un obstaculo imposible de salvar, Yo no puedo trepar ese morro,ni en pedo, es imposible.
Me agarra una desazón por que me voy a quedar en esa isla y quiero volver a mi hogar.
Entonces trato de convencer a algun conductor de auto que me lleve, que no puedo ir por el camino de los peatones.
Me angustia mucho no poder pasar
Le hablo a varios conductores y ninguno me quiere llevar. Pasa una especie de colectivo al aire libre y en  un asiento hay diarios ylibros. Los corro y me siento allí.Me quieren sacar de ahi, y no.
Tengo que volver


miércoles, 17 de julio de 2019

haga lo que haga, pierdo

buscando otra cosa, encontré un trabajito que escribi cuando hacia un curso para que los que habiamos salido de la universidad tuvieramos titulo de profesores
Lo leí y es muy digno, Uds. no me conocen hablando "asi" pero esta es la otra sirena ahogada en vodka, la que cuando escribio esto, hace 8 o 9 años, era directora


Que trata de la alteridad del adolescente y las prácticas escandalosas que interpelan a la escuela y sacan lo peor de ella, leídos en el eje de la diversidad.



Si llegaban a enterarse del juego se iba a armar una meresunda increíble. El si bemol y los desmayos, las inmensas protestas de devoción y sacrificio malamente recompensados, el amontonamiento de invocaciones a los castigos más célebres, para rematar con el anuncio de nuestros destinos, que consistían en que las tres terminaríamos en la calle. Esto último siempre nos había dejado perplejas, porque terminar en la calle nos parecía bastante normal.

Final del Juego/ Julio Cortazar.


No me disgusta empezar con una referencia anacrónica, un Cortazar con mas de medio siglo de escrito, para dar cuenta de una constante: la perplejidad y el extrañamiento que interpela las conexiones entre el mundo adulto y la trasgresión a sus normas, desde la mirada y el hacer de los que no han llegado a sus orillas.

El cuento habla de un juego que se termina, por la caída abrupta, casi en un acto, donde termina la infancia. Materiales delicados, los púberes, sustancias inflamables, dinamita que se maneja a diario, con la inconsciencia de aquellos que por la costumbre del uso invisibiliza su peligrosidad.

La mirada de la escuela sobre  la pubertad  y su mas allá no suele incorporar la idea de la delicadeza de este transito. En realidad todo lo contrario: trata de encorsetarla, homogeneizarla, achatarla. Como si los docentes supieran de que se trata. En realidad uno debería saber de que se trata, por que ya estuvo allí, pero a menudo lo olvida.  Creo que lo olvida, por su propio bien.

Pero ¿no es que debería haber algún registro “filosófico” sobre lo que es la pubertad, como lo hay sobre el registro puramente biológico (explosión hormonal), sociológico (registro de situación de vulnerabilidad social)o psicológico (pensamiento abstracto). Y cuando digo filosófico, digo una idea intima de aquello que adviene, una idea personal de que va la cosa en ese instante donde la niñez acaba.

La realidad, en el mejor de los casos, dispara ideas. Hace un tiempo se expulso a  unos pibes que filmaron y subieron internet una escena de sexo oral. ¡Con el uniforme de la escuela!!!!: Cosa que irrito sobremanera  y obligo a la directora de la escuela a tomar el asunto en sus manos ¡a responder! Y la directora sanciona por que se ha realizado “el acto en cuestión” con el uniforme puesto, visibilizándose el escudo de la institución, si bien no tuvo lugar en la misma escuela. El escudo de la institución se había manchado (el chiste esta servido). No me caben dudas: se les fue la mano. A los pibes se les fue la mano. Pero la escuela responde torpemente. Tiene que hacer algo. Socialmente se le pide que haga algo
¿Qué hizo la escuela???? Es el sonsonete en estas situaciones desde lo extraescolar.

Ahora bien, para que ese acción no ingrese al estatuto de monstruosidad, sino en una practica adolescente no ajena a los patrones adolescentes de aquí y ahora hay que tratar de leerla en la clave de lo que Clifford Geertz  entiende por cultura: “la cultura es un contexto, algo dentro de lo cual todo eso pueda ser inteligiblemente, es decir, ampliamente, descripto”[1]

Muy alejadas de la “naturalización” y acotación a la que la quieren reducir los decires escolarizados, la sexualidad como practica adolescente –y por lo tanto atravesando al sujeto del aprendizaje- hace síntoma.

Thompson tiene una hipótesis:  cuando cambian los modos de producción de una sociedad, y las relaciones de producción, cambia la experiencia de los hombres y mujeres vivos. Es por eso que en una sociedad signada por el derrumbe de las promesas del capitalismo, sus ideales se derrumban.

Subir material que intenta ser una mostracion pornográfica de las propias prácticas sexuales, a titulo gratuito, de alcance público, home-made por adolescentes que antes que el escarnio, suponen el reconocimiento, parece ser una practica social no inusual. Una verdadera practica social en el universo adolescente. Universo cuya invariable es la transgresion. Uno lee la Juvenilla de Miguel Cane, siglo XIX,  y ve estudiantes robando sandias, rateandose y toda una caterva de desviaciones. Si fuera memoriosa podría hacer el listado de los escándalos de mi propio trayecto formativo, a los que les cabe la piedad de los actos que prescriben.

No se le puede pedir a los trabajadores de una escuela (estoy hablando de mi propia especie, la de los directores) la mirada del antropólogo: sus urgencias cotidianas no son compatibles con el distanciamiento y el análisis de un objeto del que se es parte. El escándalo aparece en cada época como una forma nueva de oposición y resistencia a la propuesta escolar, (en términos de Willis) cuyos efectos subjetivos y sociales futuros son  inciertos.

Pero tenemos la posibilidad de usar esos escándalos, cualquiera fueran ellos, para usarlos en sentido de Loreau, como dispositivos analizadores de las dificultades que tiene la Escuela y cada escuela en particular para habérselas con lo que desafía el universo normativo que funda su estructura y los ideales de lo que debe ser un adolescente y la sexualidad adolescente normal.

La resolución de los escándalos es ciertamente sintomática: debe acallar la demanda social, tener visos de justicia y legalidad en relación a la normativa, no descuidar el encargo social que se le hace a la Escuela de educar al soberano, y de paso “disciplinar” o sea ejercer control social (que para eso están las instituciones lo sepan o no). Cuando se debe responder a amos tan diversos estamos en presencia de lo que los americanos llaman doble vinculo: haga lo que haga, pierdo.




lunes, 15 de julio de 2019

cosas de invierno

definitivamente el invierno no esta bueno para cuidarse con la comida. En mi hay un ansia de polenta con salsa, quesos derritiendose, y una nube de queso rallado arriba.
Me pregunto como hacía (no con la comida, con la vida) cuando tenía dos laburos y chicos chicos que pedian mapas y correcciones, y a los que ayudaba en las tareas escolares, como creyendo que en ese acto (y no en la vida toda) se jugaba el ser una madre suficientemente buena.
Ahora, en esta casa  de viejos, todo es ralente, mesura. Por ej. ahora,
Fui al chino con bastante plata, no sabía que comprar y me di al lujo, compre medio peceto y un pedazo de lomo. Tenia ganas de excederme. Total somos dos y comprar una pizza por delivery no es mas barato.
Entonces vine y preparé la mitad de peceto para hacer al horno. No vale la pena encender mi horno panadero y me arreglo, como todos los viejos, con un pequeño horno electrico.
Jorge come muy poco y puse dos papas, medio aji, un tomate, una cebolla y rezo porque salga una comida apetitosa porque el lujo no esta en los ingredientes sino en los resultados.
Jorge duerme tapado con frazaditas de avion en un sillon de tres cuerpos y a mi me amarga no haber hecho una vida mas luminosa. Si solo tomara mate! no me fue dado el afan por la yerba.
A veces pienso como sería viviendo sola. y me doy cuenta que si solo me faltan treinta gatos para ser una vieja de los gatos.
hoy es un dia triste, asi me van viniendo, sin razón alguna. No es lo que pasa, (estoy planeando un viaje, me encargaron un trabajo que me ilusiona, incluso tengo un final y cosas que estudiar que me hacen feliz) pero no puedo sostener la ilusion de que la vida tiene sentido.
Uds. saben que no soy de estas, de largar asi nomas la desazon.
es el invierno, pavote. Ya va a pasar, me digo y me doy animos.

domingo, 14 de julio de 2019

viejos

Transitar la vejez debe ser algo extrañamente hermoso, me dice alguien por twitter, alguien joven, que no obstante debe haber pensado mucho en el Tiempo porque trabaja con momias en un Museo de montaña.
Y me deja pensando. Lo que es difícil es entrar en la vejez. Lo mas parecido que se me ocurre (porque voy a ir a un parque temático en enero y me la paso viendo cosas de ese parque) es cuando entras en un tren fantasma, y vas por un tramo tranqui, al inicio. Todavía no hay nada ominoso, incluso si te das apenas vuelta, ves a la gente que se quedó haciendo cola, las otras atracciones, el que vende helados en un carrito. Sin embargo sabes que algo va a pasar, acá lo que va a pasar es tu muerte.
No quiere decir esto que no te puedas morir antes Mafale que si. Tengo 63 y en el camino quedaron mucho mas jovenes. El primer muerto que  recuerdo-no recuerdo es un niño de mi escuela a cuya casa acompañe a la representación de la escuela: La maestra y la directora llevaron unos pocos niños a modo de delegación. No era de mi curso, y no tengo ni puta idea de quien era, pero recuerdo la casa, el escalón de entrada, esas cosas banales. También se murió a los 13 el gallego moraña, que era muy feo y colorado, tenia cara de bicho y se le cayó un calefón de kerosenne encima y siguen las firmas. Estos días me estuve acordando de mi cosmetologa, que a los 54 me decía que yo era muy sexy y me daba mucha risa porque en el espejo yo me veia simplemente cachivache. Mi cosmetologa, Liliana, era todo lo que yo hubiera querido ser: Casi había sido contadora, pero habia seguido el llamado de la vocación de vender cremas y lo hacía con una convicción envidiable, y supongo que era la mejor. Puedo decir que tenia una vida totalmente sana y paradojicamente se la morfó un cáncer.

Asi que no es que considere la muerte patrimonio de la vejez pero la hija de puta me sopla en la nuca, como un vientito que viene de una ventana mal cerrada.
Una vez que entraste en la vejez , miras que hay y te sorprende no encontrar lo que te dijeron que había alli: No te has vuelto mas asexuada, ni mas sabia, ni mas nada. SOs la misma (claro, te duele todo habitualmente, pero no le das bola)y tenes cierta impunidad porque nadie espera nada de vos.
Podes hacer papelones tranquilamente. Por ej. yo ayer tenia que estudiar para un final y decidí bañarme después de hacer los resúmenes. En el medio me acordé que quería ir al supermercado. No me había puesto ropa interior, tenia un vaquero y un pulover abrigado del revés. Bueno, me calce la campera y me fui ¿quien se va a fijar? Nadie.
Haces esas cosas.
La vejez es un secreto y no te lo voy a contar.

viernes, 12 de julio de 2019

bolero

que difícil decidir olvidarse algo.
Hay cosas (en realidad hablo de personas que es lo menos-cosa que existe) que uno debe dejar atrás.
Por que esas cosas tuvieron sentido en algún momento pero ya no.
No se quiere lastimar a nadie, y mirado del otro lado, yo tampoco tengo sentido
Entonces es como una cuerda, donde dos están agarrado y el juego no se juega, ni se abandona.
Nadie quiere soltar porque nadie quiere dejar al otro en banda.

Entonces yo suelto la cuerda, y cuando la suelto, me caigo, me lastimo, ruedo y veo muy a lo lejos que del otro lado, como en un puente que se rompe peldaño a peldaño el otro cae, se levanta, se sacude, se alivia y sigue su derrotero.
No nos han hecho aptos para olvidar a sabiendas.
Hay otro olvido, el verdadero, donde la presencia de los demás se va tornando invisible, nadie cae, nada duele.
asi, las mudanzas, asi el crecer.
Esto forzado es un soltar una relación a la que se le pasó el kairos.
Me supongo unos huevos grandes para hacerlo, contrario a mi naturaleza, una naturaleza que cobija.

No con los objetos, puedo tirar cualquier cosa. pero los afectos  con las personas me ponen acumuladora, me pone nutricia
No es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro y

sábado, 6 de julio de 2019

sztajnszrajber: La patria es el otro

sztajnszrajber: La patria es el otro: La patria es el otro porque la patria nunca es la patria sino que siempre puede ser otra. No es esencial ni cerrada ni definitiva. Es otra ...

escrito desde una mesa en adrogué.

A mi me parecía que todos los árboles le hacían una cúpula, que todos se inclinaban hacia esa estatua, como si algun paisajista hubiera previsto, cuando plantó esos arboles hace cien años, que iban a caer concentricamente sobre el tipo sentado de la estatua. Pensé y ahora lo verifico, que se trataba de Esteban Adrogué que posiblemente no tuviera mas mérito que tener plata y ser ¿abogado? en un tiempo donde solo los niños ricos lo eran.
Un Adrogué de bronce, con el oprobio de la falta de montura, era mecido por esos árboles este invierno atroz, como si a él no le cupiera el invierno, como si en ese verde peremne de hojas finitas como plumas que lo abanicaban, estuviera siempre de primavera.
La estatua -si fuera persona- añoraría viejas elegancias, pero que diera gracias que estaba inalcanzable para los vándalos que venden las placas de bronce por kilo. Me juego un huevo que ese acero que se ve en la foto, fue en algun momento bronce y algun carrito lo habra montado con carton usado y botella rota.
Todo se cae, Pensé en escribir un cuento donde un padre hace algo terrible. Pensé en un cuento de Bradbury donde un niño se queda encerrado por sus compañeros en un armario de escuela el unico día del siglo en que sale el sol.
Mi padre no ha hecho cosas terribles, o tal vez si. Tal vez dejarme a merced de la ira de mi madre es tan terrible como insultarme. Me viene a la cabeza la palabra desguarecido.
Hoy tuve una alegria inmensa y una tristeza sin fin.  Pertenecen al mundo de lo intimo, pero no se compensan, conviven en mi espiritu, ora haciendome feliz, ora desdichada.
Cuando estuve tomando un café frente a la estatua de Adrogue, encerrado en la capsula movil e inestable de los árboles pensé en escribir un cuento que no sale ni saldrá.
Perdí mi mojo.

lunes, 1 de julio de 2019

cosmogonico.

De esta desmesura
yo agarro y le echo la culpa al eclipse

Desde que el mundo anda
nos hemos valido de los astros
(la luna es testigo)
para justificar aquella intensidad

acaso no está demostrado que las mareas
y los sembrados,
y los embarazos
son suceptibles
a los cambios de la luna?
por que yo (que soy mucha agua)
no puedo alterarme por una piedra en el cielo
que oculta la luz
o viceversa?

Los antiguos estarían orgullosos
de mis argumentos en relación al astro rey
No hay propuesta que me amilane
me acompaña el cosmos
y la idea de que el tiempo por venir
es escaso.





algo viejo que merece volver a leerse.

cateterismo

La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...