haga lo que haga, pierdo
buscando otra cosa, encontré un trabajito que escribi cuando hacia un curso para que los que habiamos salido de la universidad tuvieramos titulo de profesores
Lo leí y es muy digno, Uds. no me conocen hablando "asi" pero esta es la otra sirena ahogada en vodka, la que cuando escribio esto, hace 8 o 9 años, era directora
Lo leí y es muy digno, Uds. no me conocen hablando "asi" pero esta es la otra sirena ahogada en vodka, la que cuando escribio esto, hace 8 o 9 años, era directora
Que trata de la alteridad del adolescente y las prácticas escandalosas
que interpelan a la escuela y sacan lo peor de ella, leídos en el eje de la
diversidad.
Si llegaban a enterarse del juego se iba a armar una meresunda
increíble. El si bemol y los desmayos, las inmensas protestas de devoción y
sacrificio malamente recompensados, el amontonamiento de invocaciones a los
castigos más célebres, para rematar con el anuncio de nuestros destinos, que
consistían en que las tres terminaríamos en la calle. Esto último siempre nos
había dejado perplejas, porque terminar en la calle nos parecía bastante
normal.
Final del Juego/ Julio Cortazar.
No me disgusta empezar con una referencia anacrónica,
un Cortazar con mas de medio siglo de escrito, para dar cuenta de una
constante: la perplejidad y el extrañamiento que interpela las conexiones entre
el mundo adulto y la trasgresión a sus normas, desde la mirada y el hacer de
los que no han llegado a sus orillas.
El cuento habla de un juego que se termina,
por la caída abrupta, casi en un acto, donde termina la infancia. Materiales
delicados, los púberes, sustancias inflamables, dinamita que se maneja a
diario, con la inconsciencia de aquellos que por la costumbre del uso
invisibiliza su peligrosidad.
La mirada de la escuela sobre la pubertad
y su mas allá no suele incorporar la idea de la delicadeza de este
transito. En realidad todo lo contrario: trata de encorsetarla, homogeneizarla,
achatarla. Como si los docentes supieran de que se trata. En realidad uno debería
saber de que se trata, por que ya estuvo allí, pero a menudo lo olvida. Creo que lo olvida, por su propio bien.
Pero ¿no es que debería haber algún registro
“filosófico” sobre lo que es la pubertad, como lo hay sobre el registro
puramente biológico (explosión hormonal), sociológico (registro de situación de
vulnerabilidad social)o psicológico (pensamiento abstracto). Y cuando digo filosófico,
digo una idea intima de aquello que adviene, una idea personal de que va la
cosa en ese instante donde la niñez acaba.
La realidad, en el mejor de los casos, dispara
ideas. Hace un tiempo se expulso a unos
pibes que filmaron y subieron internet una escena de sexo oral. ¡Con el uniforme
de la escuela!!!!: Cosa que irrito sobremanera y obligo a la directora de la escuela a tomar
el asunto en sus manos ¡a responder! Y la directora sanciona por que se ha
realizado “el acto en cuestión” con el uniforme puesto, visibilizándose el
escudo de la institución, si bien no tuvo lugar en la misma escuela. El escudo
de la institución se había manchado (el chiste esta servido). No me caben
dudas: se les fue la mano. A los pibes se les fue la mano. Pero la escuela
responde torpemente. Tiene que hacer algo. Socialmente se le pide que haga algo
¿Qué hizo la escuela???? Es el sonsonete en
estas situaciones desde lo extraescolar.
Ahora bien, para que ese acción no ingrese al
estatuto de monstruosidad, sino en una practica adolescente no ajena a los
patrones adolescentes de aquí y ahora hay que tratar de leerla en la clave de
lo que Clifford Geertz entiende por
cultura: “la cultura es un contexto, algo
dentro de lo cual todo eso pueda ser inteligiblemente, es decir, ampliamente,
descripto”[1]
Muy alejadas de la “naturalización” y
acotación a la que la quieren reducir los decires escolarizados, la sexualidad
como practica adolescente –y por lo tanto atravesando al sujeto del
aprendizaje- hace síntoma.
Thompson tiene una hipótesis: cuando cambian los modos de producción de una
sociedad, y las relaciones de producción, cambia la experiencia de los hombres
y mujeres vivos. Es por eso que en una sociedad signada por el derrumbe de las
promesas del capitalismo, sus ideales se derrumban.
Subir material que intenta ser una mostracion pornográfica
de las propias prácticas sexuales, a titulo gratuito, de alcance público,
home-made por adolescentes que antes que el escarnio, suponen el
reconocimiento, parece ser una practica social no inusual. Una verdadera
practica social en el universo adolescente. Universo cuya invariable es la
transgresion. Uno lee la
Juvenilla de Miguel Cane, siglo XIX, y ve estudiantes robando sandias, rateandose
y toda una caterva de desviaciones. Si fuera memoriosa podría hacer el listado
de los escándalos de mi propio trayecto formativo, a los que les cabe la piedad
de los actos que prescriben.
No se le puede pedir a los trabajadores de una
escuela (estoy hablando de mi propia especie, la de los directores) la mirada
del antropólogo: sus urgencias cotidianas no son compatibles con el
distanciamiento y el análisis de un objeto del que se es parte. El escándalo
aparece en cada época como una forma nueva de oposición y resistencia a la
propuesta escolar, (en términos de Willis) cuyos efectos subjetivos y sociales
futuros son inciertos.
Pero tenemos la posibilidad de usar esos escándalos,
cualquiera fueran ellos, para usarlos en sentido de Loreau, como dispositivos
analizadores de las dificultades que tiene la Escuela y cada escuela en
particular para habérselas con lo que desafía el universo normativo que funda
su estructura y los ideales de lo que debe ser un adolescente y la sexualidad
adolescente normal.
La resolución de los escándalos es ciertamente
sintomática: debe acallar la demanda social, tener visos de justicia y
legalidad en relación a la normativa, no descuidar el encargo social que se le
hace a la Escuela
de educar al soberano, y de paso “disciplinar” o sea ejercer control social
(que para eso están las instituciones lo sepan o no). Cuando se debe responder
a amos tan diversos estamos en presencia de lo que los americanos llaman doble
vinculo: haga lo que haga, pierdo.
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