mientras iba del sueño al despertar me acordé de una profesora de piano, realmente vieja, la "casada" de las señoritas del instituto, las hermanas que daban teoria solfeo, guitarra y piano en aquel caserón que ya no existe.
Yo no estudiaba piano, Mi madre había elegido mi instrumento de acuerdo a las posibilidades económicas de la familia: no recuerdo haber sido consultada pero aprendí guitarra.
Fueron varios años y así como aprendí, me lo olvidé.
Recuerdo el ademan de leer música, con la mano,eso de llevar la mano con los compases, era muy niña pero el recuerdo de esta madrugada era la mano venosa de la señorita casada arriba de la mano niña del aprendiz apretando las teclas amarillas para que se hiciera el dón de la musica
Y entre dos, la mano abajo, la mano arriba iba saliendo forzada una melodía.
¿que tendrá que ver eso con el fin de año?
Por ahi una mano, la de Dios, que a contramano de todas mis intuiciones quizá exista, me lleve a tocar esta, mi melodia, improvisada, chapucera pero la mia, la que puedo, tratando de sacar música a esta vida que me tocó vivir
Pienso en los muertos de la vida virtual: el mario, marcela de bernal, el chico cincuenton que tenía sida, pienso en los muertos de la vida real: el abuelo de mi yerno, -el abuelo Pancho- mi compañera de secundaria que era, ademas, mi cosmetologa, que se yo.EL tío Angel, la tia Adela, mi abuela Dirce, mi abuelo José ¿te imaginas si en algun lado estuvieran velando por mi?
No es posible. La verdad que nos la tenemos que arreglar a los ponchazos. Y ahi estás vos, tal vez, estalqueandome, pidiendo que todo me vaya bien. O vos, leyendome legitimamente, pensando en tus muertos y tus propias metáforas.
Se termina un año, empecemos un cuaderno nuevo, todo hermosura. Ojala escribamos allí algo bello.
feliz año para todos los lectores del sirenas ahogadas en vodka, mi casa es tu casa.
decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de sirena era el que más me convenía
martes, 31 de diciembre de 2019
lunes, 30 de diciembre de 2019
anteultimo día de dosmidiecinueve.
Llueve demasiado
querría tener un perro para acariciar
mientras murmuro asqueada sobre el olor que dejan en la casa
sus pelos, con esta humedad
me parece repugnante no atreverme
a cambiar mi vida en este umbral de un año
que se esta yendo a la mierda
acaso no soy tan valiente
como siempre me creí
He aguantado,estoica, los golpes de mi madre
(la cabeza contra la pared guiada por su mano)
sin llorar
Y para bien o para mal eso me ha templado el espíritu
y me ha hecho esta mina inteligente y ácida
que recorre la casa escribiendo mala poesía.
Necesitaria urgente que venga un arcangel y mueva mi boca
un gran titiritero que me mueva la boca y me haga hacer ademanes últimos
¿no dicen acaso que la vida es un escenario?
todo puede pasar
aún lo que no esperamos.
Para eso es el año nuevo.
querría tener un perro para acariciar
mientras murmuro asqueada sobre el olor que dejan en la casa
sus pelos, con esta humedad
me parece repugnante no atreverme
a cambiar mi vida en este umbral de un año
que se esta yendo a la mierda
acaso no soy tan valiente
como siempre me creí
He aguantado,estoica, los golpes de mi madre
(la cabeza contra la pared guiada por su mano)
sin llorar
Y para bien o para mal eso me ha templado el espíritu
y me ha hecho esta mina inteligente y ácida
que recorre la casa escribiendo mala poesía.
Necesitaria urgente que venga un arcangel y mueva mi boca
un gran titiritero que me mueva la boca y me haga hacer ademanes últimos
¿no dicen acaso que la vida es un escenario?
todo puede pasar
aún lo que no esperamos.
Para eso es el año nuevo.
domingo, 29 de diciembre de 2019
don t wait for it.
Acudiré a la magia
ya que el esfuerzo de la voluntad
no me viene resultando
Voy a escribir sus nombres propios
en papelitos
y los quemaré con fósforos de la cocina
para dejar de pensar
en esos fantasmas
y que el olvido convocado por ritual
haga su efecto
entonces olvidaré
no volveré a escuchar este ruido que me aturde
cuando todo es silencio
Si me saco eso de encima
casi que seré feliz.
ya que el esfuerzo de la voluntad
no me viene resultando
Voy a escribir sus nombres propios
en papelitos
y los quemaré con fósforos de la cocina
para dejar de pensar
en esos fantasmas
y que el olvido convocado por ritual
haga su efecto
entonces olvidaré
no volveré a escuchar este ruido que me aturde
cuando todo es silencio
Si me saco eso de encima
casi que seré feliz.
las doce irreparables campanadas.
decididamente yo no me veo como me ve él, cada día mas dejada, mas "que me chupan un huevo" todas las cosas, se ve que él quiere que me centre en cosas que dejaron de interesarme: que esté todo en su tiempo y forma, que las apariencias tal cosa, la forma mas que el contenido
Se rompe un vaso, se comprará otro, nada de lamentarse por un vaso que puede costar, como mucho,nada.
Y cuando digo nada, digo plata que se tiene para cuando se rompe un vaso
Decididamente me veo mas enfocada, cuando el me ve mas ¿idiota? Tal vez, Hemos crecido diferente, él no sabe quien soy y tal vez yo no se quien es él.. Lo peor es que ambos creemos quien es el otro.
#la posibilidad es infinita y el divino artesano no se repite nunca (Marechal)
No creo en nada pero me gustan los rituales, aunque no los realizo, por ejemplo me gustaría tirar todo lo que no sirve, o lo que no se usa en esta cada. Eso implica empezar por los cajones donde se guarda gilada y dividir lo que se necesita conservar y lo que no. y tirar todos las biromes inutiles de este coso de biromes que está acá a mi lado, y seguir con las especias, con los menues, y tal vez todo un día mirando fotocopias o ropas y siento que es una tarea demasiado pesada como para encarar entonces no podré marie kondear la casa asi que me quedaré con las ganas de una limpieza energetica de la vivienda
y en cuanto a mi? como limpiarme? se que el baño diario no alcanza,ni siquiera el exfoliante, ni siquiera hacer una cruz de sales de epson en la bañera y prender una vela y poner un aceite escencial en la bañera,porque creo que no estoy dispuesta de deshacerme del halo de esas personas que son pasado, que ya no cumplen funciones en mi vida. Las abrazo y guardo en mi como una madona.
todo esto será géminis,mi dualidad esa que quiere desprenderse y esa que quiere acopiar, y las dos peleándose como camioneras encendidas en mi alma, disputándose mi tranquilidad
Termina otro año y no me he muerto, Mi cabeza gira por adentro como un carrousel, espero muchas cosas de la vida, soy una mina muy deseante, para mi bien y para mi mal
despido este año malobueno como todos
y como cábala, pongo el poema de borges que tanto me gusta. Ese de "ni el porvenir simbolico" Este mismo.
Se rompe un vaso, se comprará otro, nada de lamentarse por un vaso que puede costar, como mucho,nada.
Y cuando digo nada, digo plata que se tiene para cuando se rompe un vaso
Decididamente me veo mas enfocada, cuando el me ve mas ¿idiota? Tal vez, Hemos crecido diferente, él no sabe quien soy y tal vez yo no se quien es él.. Lo peor es que ambos creemos quien es el otro.
#la posibilidad es infinita y el divino artesano no se repite nunca (Marechal)
No creo en nada pero me gustan los rituales, aunque no los realizo, por ejemplo me gustaría tirar todo lo que no sirve, o lo que no se usa en esta cada. Eso implica empezar por los cajones donde se guarda gilada y dividir lo que se necesita conservar y lo que no. y tirar todos las biromes inutiles de este coso de biromes que está acá a mi lado, y seguir con las especias, con los menues, y tal vez todo un día mirando fotocopias o ropas y siento que es una tarea demasiado pesada como para encarar entonces no podré marie kondear la casa asi que me quedaré con las ganas de una limpieza energetica de la vivienda
y en cuanto a mi? como limpiarme? se que el baño diario no alcanza,ni siquiera el exfoliante, ni siquiera hacer una cruz de sales de epson en la bañera y prender una vela y poner un aceite escencial en la bañera,porque creo que no estoy dispuesta de deshacerme del halo de esas personas que son pasado, que ya no cumplen funciones en mi vida. Las abrazo y guardo en mi como una madona.
todo esto será géminis,mi dualidad esa que quiere desprenderse y esa que quiere acopiar, y las dos peleándose como camioneras encendidas en mi alma, disputándose mi tranquilidad
Termina otro año y no me he muerto, Mi cabeza gira por adentro como un carrousel, espero muchas cosas de la vida, soy una mina muy deseante, para mi bien y para mi mal
despido este año malobueno como todos
y como cábala, pongo el poema de borges que tanto me gusta. Ese de "ni el porvenir simbolico" Este mismo.
Ni el pormenor simbólico/ de reemplazar un tres por un dos/ ni esa metáfora baldía/ que convoca un lapso que muere y otro que surge/ ni el cumplimiento de un proceso astronómico/ aturden y socavan/ la altiplanicie de esta noche/ y nos obligan a esperar/ las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera/ es la sospecha general y borrosa/ del enigma del Tiempo; es el asombro ante el milagro/ de que a despecho de infinitos azares/ de que a despecho de que somos/ las gotas del río de Heráclito, perdure algo en nosotros: inmóvil. (Final de año, Jorge Luis Borges. Fervor de Buenos Aires 1923).
sábado, 28 de diciembre de 2019
viernes, 27 de diciembre de 2019
la selva pulenta
Me voy corriendo a ver que escribe en mi pared
la tribu de mi calle. La banda de mi calle!
Vencedores vencidos
Redondos de Ricota
Era todo una selva pulenta
corriamos, los varones mas o mejor
por el asfalto, con las ramas peladas
atracando tilines naranjeros o lecheritas
y las rodillas mugrientas y hechas mierda.
sobraba barro para hacer cancha de bolitas
y bolones y japonesas y aceritas
y figuritas adentro de libros
cara o seca
brillantes, como de hadas idiotas regando malvones
Era todo una selva pulenta
donde en verano, se jugaba en la vereda
que sabría yo, que sabría
de la muda vida
y viejas muy viejas
asexuadas, vigilantes, observando todo
la mala muchacha que trabajaba afuera y venía en el coche de un don
los que iban a comprar vino porque no les había alcanzado
las familias desarrapadas de siempre
todo lo ignoto que se cocinaba en la selva pulenta
Como era niña, estaba bendita
me orientaba como un explorador con instrumentos
Hasta teníamos en la esquina un buzón de pared
colorado y de verdad pasaba el correo postal
No queda de eso nada
tal vez me he perdido en la selva pulenta
y como una cautiva, no tengo ninguna cosa
por la que valga la pena regresar.
por la que valga la pena regresar.
miércoles, 25 de diciembre de 2019
el cuento de navidad
Como cuando era niña leía a Dickens y sabía que cada navidad escribía un cuento,tome hace cuatro años el compromiso de escribir un cuento de navidad.
Como mi vieja esta vieja, la nochebuena y la navidad se festeja en casa, a la noche en el patio, al mediodia en el enorme cuarto que era de mis hijos y ahora es un comedor.
Es muy forzado porque no me sale nada brillante entre la resaca del pan dulce y la mayonesa.
pero las tradiciones son para cumplirlas
UN CUENTO DE NAVIDAD
El viejo Almazán se había ido de la casa, echado por la mujer hacia como 30 años. Como los hijos eran mayores entonces (ahora serían abuelos) no se había afanado por llevar plata ni nada. Al principio les había hecho llegar la dirección pero hacia una punta de años que ante la indiferencia de ellos, y por que no decirlo, la de él, que no pensaba en el pasado, no extrañaba nada, era como que nunca hubiera tenido familia.
Estaba jubilado con la mínima pero había comprado un vino de 150 pesos para esa noche, donde la pasaría solo. Es mas, tenia una televisión color, sin cable, pero era suficiente para pasar la noche buena decentemente mirando la alegria forzada de los conductores de tv.. Los casi ochenta le pesaban sobre todo en las piernas. Muchos años de andamio, muchos de revolear ladrillos, de ir y venir por el conurbano hasta caer en esa casilla prestada para siempre en El Jaguel, que él había mejorado un poco con material robado de las obras, un balde de cemento, tres ladrillos, contrabando hormiga en el bolso,casi nada, tan imperceptible que ningún capataz hubiera llamado robo.
De mujer nada.Hacia como veinte años que no se traía una mujer para las casas. Las ultimas veces había sido un desastre: Él no habia podido. tal vez por el vino de cada día, tal vez por los remedios para la presíon. y ellas ni habían cocinado un guiso de olla. SImplemente no había funcionado y entonces para qué. Ademas, no le interesaba. Nada le interesaba
Era un levantarse un día después de otro, cebarse unos amargos, mirar el tiempo para ver si iba a llover o el sol iba a rajar la tierra.
Cuando el vino se acababa, cuando la modorra de las doce de la noche lo hacía casi dormir encimado a la única mesa, el viejo Almazan se vio joven, poderoso, fuerte, con su mujer y sus cinco hijos, poniendo la estrella en el árbol de la casa. Afuera la villa Itatí, donde vivían, bullía de cuetes y cañitas
Se vio en un un tiempo tan feliz que se le dibujó una sonrísa en la casa y vio dos personas brillantes a su lado. Son dos ángeles pensó, igual la puerta había quedado sin llave, no tuvo empuje ni para preguntar que hacían alli. Cerró los ojos.
Cuando el vecino de al lado vino a saludarlo por la navidad, Almazan estaba duro de puro muerto y la sonrisa seguía en sus labios.
el cuento de navidad de 2015
https://sirenasahogadasenvodka.blogspot.com/2015/12/cuento-de-navidad.html
Como mi vieja esta vieja, la nochebuena y la navidad se festeja en casa, a la noche en el patio, al mediodia en el enorme cuarto que era de mis hijos y ahora es un comedor.
Es muy forzado porque no me sale nada brillante entre la resaca del pan dulce y la mayonesa.
pero las tradiciones son para cumplirlas
UN CUENTO DE NAVIDAD
El viejo Almazán se había ido de la casa, echado por la mujer hacia como 30 años. Como los hijos eran mayores entonces (ahora serían abuelos) no se había afanado por llevar plata ni nada. Al principio les había hecho llegar la dirección pero hacia una punta de años que ante la indiferencia de ellos, y por que no decirlo, la de él, que no pensaba en el pasado, no extrañaba nada, era como que nunca hubiera tenido familia.
Estaba jubilado con la mínima pero había comprado un vino de 150 pesos para esa noche, donde la pasaría solo. Es mas, tenia una televisión color, sin cable, pero era suficiente para pasar la noche buena decentemente mirando la alegria forzada de los conductores de tv.. Los casi ochenta le pesaban sobre todo en las piernas. Muchos años de andamio, muchos de revolear ladrillos, de ir y venir por el conurbano hasta caer en esa casilla prestada para siempre en El Jaguel, que él había mejorado un poco con material robado de las obras, un balde de cemento, tres ladrillos, contrabando hormiga en el bolso,casi nada, tan imperceptible que ningún capataz hubiera llamado robo.
De mujer nada.Hacia como veinte años que no se traía una mujer para las casas. Las ultimas veces había sido un desastre: Él no habia podido. tal vez por el vino de cada día, tal vez por los remedios para la presíon. y ellas ni habían cocinado un guiso de olla. SImplemente no había funcionado y entonces para qué. Ademas, no le interesaba. Nada le interesaba
Era un levantarse un día después de otro, cebarse unos amargos, mirar el tiempo para ver si iba a llover o el sol iba a rajar la tierra.
Cuando el vino se acababa, cuando la modorra de las doce de la noche lo hacía casi dormir encimado a la única mesa, el viejo Almazan se vio joven, poderoso, fuerte, con su mujer y sus cinco hijos, poniendo la estrella en el árbol de la casa. Afuera la villa Itatí, donde vivían, bullía de cuetes y cañitas
Se vio en un un tiempo tan feliz que se le dibujó una sonrísa en la casa y vio dos personas brillantes a su lado. Son dos ángeles pensó, igual la puerta había quedado sin llave, no tuvo empuje ni para preguntar que hacían alli. Cerró los ojos.
Cuando el vecino de al lado vino a saludarlo por la navidad, Almazan estaba duro de puro muerto y la sonrisa seguía en sus labios.
el cuento de navidad de 2015
https://sirenasahogadasenvodka.blogspot.com/2015/12/cuento-de-navidad.html
lunes, 23 de diciembre de 2019
10 años del sirenas ahogadas en vodka
ya es un blog puber.
Fue un blog recien nacido, un deambulante, un infante, un niño y ahora esto. Le salieron pelos en las partes o le estan por salir, Sabe dividir por tres cifras
Nada, que una década es mucho tiempo, en términos humanos es lo que escribi antes, en términos de perro es un blog viejo. Tiene setenta años; incluso es mas viejo que yo.
En términos de mi vida pasó de todo Diez años es mucho tiempo. Creo que si yo leyera post tras post me daría cuenta de la nilda que ya no soy, de la que sigo siendo.
No los voy a aburrir con sucesos personales (ya lo hice en el post anterior) pero me emociona un poco saber que tengo esto que alguno llamó bitácora, que alguno llamó diario intimo público que para mi terminó siendo como pongo en clave pública berretines personales.
Cuando todo fallaba estaba esta ventana, Aquí di cuenta de mis angustias y mis alegrías, tal vez ni se noto (soy una gran falluta y entonces trato de que no se note "tanto")
Para cuando mi estatua, para cuando mi homenaje, Yo me homenajeo a mi misma,a mi perseverancia, en este mismo post.
No desestimen nunca el poder de una Nilda, no desestimen el poder de una sirena..
Fue un blog recien nacido, un deambulante, un infante, un niño y ahora esto. Le salieron pelos en las partes o le estan por salir, Sabe dividir por tres cifras
Nada, que una década es mucho tiempo, en términos humanos es lo que escribi antes, en términos de perro es un blog viejo. Tiene setenta años; incluso es mas viejo que yo.
En términos de mi vida pasó de todo Diez años es mucho tiempo. Creo que si yo leyera post tras post me daría cuenta de la nilda que ya no soy, de la que sigo siendo.
No los voy a aburrir con sucesos personales (ya lo hice en el post anterior) pero me emociona un poco saber que tengo esto que alguno llamó bitácora, que alguno llamó diario intimo público que para mi terminó siendo como pongo en clave pública berretines personales.
Cuando todo fallaba estaba esta ventana, Aquí di cuenta de mis angustias y mis alegrías, tal vez ni se noto (soy una gran falluta y entonces trato de que no se note "tanto")
Para cuando mi estatua, para cuando mi homenaje, Yo me homenajeo a mi misma,a mi perseverancia, en este mismo post.
No desestimen nunca el poder de una Nilda, no desestimen el poder de una sirena..
domingo, 22 de diciembre de 2019
promesas sobre el bidet
Siempre me pareció muy acertado este título para una canción de Garcia.
Hay un momento, cuando soplas las velitas en tu torta de cumpleaños, al dar las proximas doce campanadas, cuando salis de la terapia intensiva y cuando te lavas la vulva despues de haberla puesto a disposición donde como una niña en el momento de confesarte, te prometes a vos misma, que las cosas AHORA las vas a hacer bien, que no volverás a hacer cagada, que mañana es mejor
Hay situaciones que ni pueden ser escritas en el blog, que no hay metáfora que las habilite pero (como a todos) me han pasado esas cosas, las he transcurrido. Inclusive algunas situaciones muy bienaventuradas y otras malvadas como personaje maléfico
Si quisiera hacer un barrido de este año, lo peor que me pasó fue ver a mi marido en el shock room de un hospital público con un accidente cerebro vascular y a mi hija llorando diciendole "papá, tenes que ponerte bien, tenes que volver a casa"acercandole al pequeño Milo el día antes de que él cumpliera dos años. Eso ha pasado, Jorge volvió a casa, al poco tiempo ya podía sostener la cuchara, después pudo comer sin que le quedara comida en los labios y solo quedó como resaca de todo el malhumor que lo habita y algo que yo noto, y él no, una voz diferente.
Lo mejor que me pasó fueron muchas cosas: algunas se compran con dinero, como por ejemplo planear cada día el viaje a disneyworld con mis nietos, aprobar dos materias en la facultad (Gnoseologia y Medieval) conseguir un espacio de trabajo donde me siento valorada (soy coordinadora docente de un grupo de promotoras de salud), me gané un tres concursos con las poesías del blog y he logrado sentirme todavía línda. Claro que soy gorda y soy mayora, pero me siento linda, con toda la carga subjetiva que tiene esa palabra en una mujer de 63 años decididamente gorda.
En cuanto a las promesas sobre el bidet son muchas, totalmente impublicables, Se ha muerto Marcela, mi amiga virtual, ya de Mario no quedará nada,bajo la tierra o vuelto imperceptible polvo una vez cremado, tengo mis padres viejos pero los tengo (madre tiene 84, padre 87 y sigue manejando su auto viejo) Mi hijo se ha comprado una casa, estoy casi subiendo a un avión con mis nietos y mi hija yendo a USA, un peronista en la presidencia, la ley de aborto que sale o sale, he ayudado a un ameo (él sabe) en problemas, y si me ha lastimado, creo que ya no sangro.
Mis niveles de estres son tantos que tengo una urticaria que galopa, a veces si y a veces no. NO seré nunca mas joven que en este momento, nunca estaré mas viva.
quiero aprovechar estos dones, tener casa, familia, gente que no es familia pero que me quiere, el don absurdo de escribir un blog, de escribir poesía, de cocinar para otros, de pagar mis cuentas cuando hay gente que ya ha tirado la toalla y duerme en un cajero.
Hay un momento, cuando soplas las velitas en tu torta de cumpleaños, al dar las proximas doce campanadas, cuando salis de la terapia intensiva y cuando te lavas la vulva despues de haberla puesto a disposición donde como una niña en el momento de confesarte, te prometes a vos misma, que las cosas AHORA las vas a hacer bien, que no volverás a hacer cagada, que mañana es mejor
Hay situaciones que ni pueden ser escritas en el blog, que no hay metáfora que las habilite pero (como a todos) me han pasado esas cosas, las he transcurrido. Inclusive algunas situaciones muy bienaventuradas y otras malvadas como personaje maléfico
Si quisiera hacer un barrido de este año, lo peor que me pasó fue ver a mi marido en el shock room de un hospital público con un accidente cerebro vascular y a mi hija llorando diciendole "papá, tenes que ponerte bien, tenes que volver a casa"acercandole al pequeño Milo el día antes de que él cumpliera dos años. Eso ha pasado, Jorge volvió a casa, al poco tiempo ya podía sostener la cuchara, después pudo comer sin que le quedara comida en los labios y solo quedó como resaca de todo el malhumor que lo habita y algo que yo noto, y él no, una voz diferente.
Lo mejor que me pasó fueron muchas cosas: algunas se compran con dinero, como por ejemplo planear cada día el viaje a disneyworld con mis nietos, aprobar dos materias en la facultad (Gnoseologia y Medieval) conseguir un espacio de trabajo donde me siento valorada (soy coordinadora docente de un grupo de promotoras de salud), me gané un tres concursos con las poesías del blog y he logrado sentirme todavía línda. Claro que soy gorda y soy mayora, pero me siento linda, con toda la carga subjetiva que tiene esa palabra en una mujer de 63 años decididamente gorda.
En cuanto a las promesas sobre el bidet son muchas, totalmente impublicables, Se ha muerto Marcela, mi amiga virtual, ya de Mario no quedará nada,bajo la tierra o vuelto imperceptible polvo una vez cremado, tengo mis padres viejos pero los tengo (madre tiene 84, padre 87 y sigue manejando su auto viejo) Mi hijo se ha comprado una casa, estoy casi subiendo a un avión con mis nietos y mi hija yendo a USA, un peronista en la presidencia, la ley de aborto que sale o sale, he ayudado a un ameo (él sabe) en problemas, y si me ha lastimado, creo que ya no sangro.
Mis niveles de estres son tantos que tengo una urticaria que galopa, a veces si y a veces no. NO seré nunca mas joven que en este momento, nunca estaré mas viva.
quiero aprovechar estos dones, tener casa, familia, gente que no es familia pero que me quiere, el don absurdo de escribir un blog, de escribir poesía, de cocinar para otros, de pagar mis cuentas cuando hay gente que ya ha tirado la toalla y duerme en un cajero.
viernes, 20 de diciembre de 2019
fotos tuyas
fotos tuyas
con tus marcos de anteojos
los mas baratos
que no te afean ni un poquito
(eso sería un prodigio
que ni los magos de Oriente)
que pena que no me veas mirándote
para que te des cuenta
así, con la niña de tus ojos,
sin palabras que estorben,
que malentiendan el asunto
que se donen a la confusión,
que cada cosa que te digo
es, esencialmente,
la verdad.
con tus marcos de anteojos
los mas baratos
que no te afean ni un poquito
(eso sería un prodigio
que ni los magos de Oriente)
que pena que no me veas mirándote
para que te des cuenta
así, con la niña de tus ojos,
sin palabras que estorben,
que malentiendan el asunto
que se donen a la confusión,
que cada cosa que te digo
es, esencialmente,
la verdad.
miércoles, 18 de diciembre de 2019
como un vendaval
Me rió de mi, de haberte ayudado
me veo Mary Popins dejando tu casa en órden
como el payaso barato de tantos cuadros
colgado en livings mediopelo
la lagrimita pegada
y la cara de idiota
No quiero ayudar a nadie
ayudarme a mi
en esta madrugada maravillosa que anuncia todo el verano
que ya se viene
Nado con lentitud envuelta en raíces
en el fondo barroso del río.
como los cadaveres que tiraron, violados, los malandras
Es mi culpa, es mi culpa
será que no se como abandonar mis berretines
y mantengo todos los piolines en andas
para que el títere bailotee
en una función que terminó hace rato,
solo que no me he dado cuenta
Emerger, como Superman, del fondo
como un vendaval,
como una sirena de pelicula de hollywood
y verme entera
al menos en un espejo.
Llega el fin de año, dejame tener una esperanza.
dios que no existís, dios de los naufragios.

me veo Mary Popins dejando tu casa en órden
como el payaso barato de tantos cuadros
colgado en livings mediopelo
la lagrimita pegada
y la cara de idiota
No quiero ayudar a nadie
ayudarme a mi
en esta madrugada maravillosa que anuncia todo el verano
que ya se viene
Nado con lentitud envuelta en raíces
en el fondo barroso del río.
como los cadaveres que tiraron, violados, los malandras
Es mi culpa, es mi culpa
será que no se como abandonar mis berretines
y mantengo todos los piolines en andas
para que el títere bailotee
en una función que terminó hace rato,
solo que no me he dado cuenta
Emerger, como Superman, del fondo
como un vendaval,
como una sirena de pelicula de hollywood
y verme entera
al menos en un espejo.
Llega el fin de año, dejame tener una esperanza.
dios que no existís, dios de los naufragios.

martes, 17 de diciembre de 2019
domingo, 15 de diciembre de 2019
Cosas de varones: el cielo entre los durmiente (del Cacho Costantini)
a veces, casi nunca, hubiera debido ser varón.
Sin embargo yo fui una nena cuando las nenas se trepaban a los árboles (yo no, porque siempre fui una inútil, pero había en cambio casas con pilares y sin ninguna reja entonces me sentaba en los pilares de las casas de mis amigas y charlaba sentada en esos pilares) y también cuando se andaba en bicicleta a los 12,o 13 años (cuando eras grande para ser chica, pero no podias andar ni cruzar por la avenida y si bien te interesaban los varones ninguno te había tocado de verdad, mas alla de un juego de la botellita, en algún cumpleaños donde las tías se distraían)
Hubiera debido ser varón porque los varones no se cuentan cosas pero hacen cosas
yo fui nena donde uno de los juegos mas arriesgados (cosa imposible de hacer hoy) era subirse a un edificio de dos pisos en construcción (sin vallados, era fácil poder entrar a una obra) y tirarse al pilon de arena de la vereda y no te hacías nada, de verdad no te hacías nada)
Si hubiera sido varón en vez de enroscarme la pollera para que fuera mas mini en la parada del colectivo hubiera hecho cosas como la de este cuento del Cacho Costantini, hubiera visto el cielo entre los durmientes.
Sin embargo yo fui una nena cuando las nenas se trepaban a los árboles (yo no, porque siempre fui una inútil, pero había en cambio casas con pilares y sin ninguna reja entonces me sentaba en los pilares de las casas de mis amigas y charlaba sentada en esos pilares) y también cuando se andaba en bicicleta a los 12,o 13 años (cuando eras grande para ser chica, pero no podias andar ni cruzar por la avenida y si bien te interesaban los varones ninguno te había tocado de verdad, mas alla de un juego de la botellita, en algún cumpleaños donde las tías se distraían)
Hubiera debido ser varón porque los varones no se cuentan cosas pero hacen cosas
yo fui nena donde uno de los juegos mas arriesgados (cosa imposible de hacer hoy) era subirse a un edificio de dos pisos en construcción (sin vallados, era fácil poder entrar a una obra) y tirarse al pilon de arena de la vereda y no te hacías nada, de verdad no te hacías nada)
Si hubiera sido varón en vez de enroscarme la pollera para que fuera mas mini en la parada del colectivo hubiera hecho cosas como la de este cuento del Cacho Costantini, hubiera visto el cielo entre los durmientes.
COSTANTINI, Humberto: El cielo entre los durmientes
Ni un alma por la calle. Como si el sol de la siesta cayendo a pique y después derramándose por todos lados, hubiera empujado a bichos y gente a quién sabe qué escondidos refugios, adonde el sol no puede penetrar, pero ante los cuales se queda montando guardia, rabioso y vigilante como un perro en acecho.
Por la calle vamos Ernesto y yo. Hace cinco minutos, un silbido me arrancó de la sombra de la glicina y me mostró entre dos pilares de la balaustrada un rostro enrojecido y contento. No hubiera sido necesario que me dijera —¿salís?—, con un grito breve y exacto como un pelotazo. Yo lo estaba esperando, o mejor dicho yo estaba esperando un pretexto cualquiera para dejar aquella modorra del patio, adonde me llegaban ruidos lejanos e incitantes entreverados con el aleteo de algún mangangá.
Por eso no le contesté nada y enseguida estuve con él en la puerta. Se sabe que saldríamos a caminar. Ernesto es así y nuestros doce años no soportan otras tratativas que ese —¿salís?— liso y directo viniendo de un mechón caído sobre los ojos, de una traspirada camiseta amarilla y de unas ganas de hacer muchas cosas que le brillan en la mirada.
Un saludo —¿qué hacés?— y caminamos. El agua de la zanja, un agua barrosa, oscura, caliente, cubierta de protuberancias verdes como el lomo de un sapo, se agita por momentos a impulso de invisibles zambullidas o respira a través de unos globos lentos, pesados, que levantan nuevas ampollas en su pellejo y hacen un extraño ruido de glogloteo como si ya estuviera por soltar el hervor.
Caminamos. La tierra quema en los pies y es lindo sentir ese mordisco cariñoso, de cachorro, con que la tierra nos juguetea por las pantorrillas... Pero más lindo es no sentir nada de eso, sino esas locas ganas de meterse en la tarde como en una selva. ¿No es cierto, Ernesto?
Caminamos. Un alguacil grande y rojo viene a despedirnos, pasa zumbando a nuestro lado y siguiendo la línea de yuyos que bordea la zanja llega hasta el puente de la esquina y vuelve volando a toda máquina, amagando un encontrón. —¡A que no lo agarrás!
Caminamos. Las cuadras del barrio quedan atrás. Los paraísos se cambian en plátanos y después otra vez en paraísos. Flechitas, lenguas de vaca, huevitos de gallo. Ésta es otra zanja, no la nuestra. ¿Habrá ranones por aquí?
Caminamos. ¡Aquella montaña! ¡A saltarla! La sangre nos golpea en el pecho y en el rostro. La vida es una alegría retenida en los músculos y es ese olor a sol, a sudor y a piel caliente que viene de la ropa de Ernesto.
Caminamos. Ernesto sabe de muchas cosas. De trabajos, de aventuras, de casas abandonadas y de extraños nombres de calles. Mientras caminamos me habla. Me cuenta un disparate y yo me río. Me río como un loco. Me río tanto que Ernesto se contagia de mi propia risa y empieza a reírse él también. Le salen lágrimas de los ojos, se aprieta el costado, no puede parar. Yo lo miro y me da más risa todavía verlo reír. Caminamos tambaleantes, empujándonos, atorándonos de risa. La risa se nos atropella en la boca, nos crece incontenible por todos lados, nos acompaña por cuadras y cuadras esa risa sin porqué, como si una bandada de gorriones enloquecidos nos estuviera siguiendo.
La esquina. Otra cuadra. La risa. Ladridos detrás de un alambre. Otra cuadra. Magnolias, jardines, postes de teléfono. Otra cuadra. Las alpargatas de Ernesto levantando el polvo en las veredas. Otra cuadra. El cielo, la soledad de la siesta, el silbido de una urraca. Otra cuadra, otra cuadra...
Apoyo de pronto mi mano en el hombro de Ernesto y señalo el terraplén del ferrocarril. —¡A ver quién llega primero!
Salimos como balas. Una ametralladora de pasos y el crujido de los terrones resecos. Oigo el jadeo de Ernesto y apenas veo su camiseta amarilla pegada a mi costado. Me pongo enormemente contento cuando dejo de verla y cuando siento que el jadeo va quedando atrás. Apenas por un par de metros, pero llego primero arriba. Y desde arriba lo miro triunfante.
Ernesto tiene la cara negra de tierra y un sudor barroso le forma ríos en la nuca y la espalda. Yo debo estar igual porque en la manga que me pasé por la frente queda una gran mancha negra y húmeda. A Ernesto se le ocurre caminar por la vía y vamos pisando los durmientes o haciendo equilibrio sobre los rieles. Lo más lindo son los puentes. Cuando allá abajo vemos la calle entre los durmientes deslizándose como un río. Algunos son muy altos y hay que pisar bien para no caerse. Yo camino despacio, aparentando indiferencia, pero sintiendo en todo momento un ligero vértigo que me obliga a clavar la vista en mis pies, a calcular cada pisada, hipnotizado por ese lomo de tierra que se mueve sin cesar debajo mío.
Ernesto, en cambio, se mueve con maravillosa soltura. Me habla, grita, se da vuelta, corre... Es imposible seguirlo. Anda por ese andamiaje de hierro, madera, viento y cielo como por el patio de su casa. No digo nada, pero pienso que estamos a mano con lo de la carrera.
Llegamos a un puente de poca altura y como viene un tren decidimos verlo pasar desde abajo. Descendemos la pequeña cuesta y nos ubicamos a un costado del puente. Oímos el bramido del tren que se acerca y luego un ruido infernal que hace trepidar toda la tablazón. Las vías parecen curvarse bajo las ruedas. Un pandemonio de vapor, chispas, truenos y aullidos que nos sacude hasta las entrañas. La verdad, sentimos un poco de miedo y deseamos que venga otro tren para reivindicarnos.
Las vías pasan a menos de tres metros sobre la calle. Con un buen salto es posible alcanzar los durmientes y colgarse de allí como de un pasamanos. La idea surge como una pedrada y casi de los dos a un tiempo. Quedarnos colgados cuando pase el tren.
La tarde es un desierto de sol y tierra enardecida.
El cascabeleo de algún lejano carro de lechero y el canto metálico de la cigarra no cortan el silencio, sino que lo hacen más denso aún, más expectante.
Esperamos el rumor que nos anuncie la llegada de un tren. Los minutos transcurren lentos en el calor sofocante del reparo que forman las paredes del puente. Se mastica un yuyo o se sube de vez en cuando a mirar el reverbero distante de las vías.
—A no soltarse, ¿eh?
—No, a no soltarse.
De pronto llega. Es apenas un murmullo perdido entre cien murmullos iguales, pero para nosotros imposible de confundir.
Con cierta parsimonia nos preparamos. Frotamos las manos en la tierra, ensayamos un salto, otro salto. Subimos a verlo, ya está cerca. Tomamos posiciones.
—¡Cuando yo diga saltamos!
El silencio, avasallado por aquel torrente que se agranda y se agranda. Nos miramos y miramos los durmientes allá arriba.
—A no solt...
—¡Ahora!
Me falla un salto. Al segundo estoy arriba balanceándome todavía por el impulso. Ernesto ya está allí, firmemente prendido. Me guiña el ojo. Quiere decir algo, pero no lo escucho porque un ruido ensordecedor me oculta sus palabras. —¿No quemará la locomotora?—. Ya viene. Allí está. Hierros, fuego, vapor y un ruido de pesadilla.
No sabemos cómo fue. Cuando queremos acordarnos los dos estamos a diez metros del puente, mirando cómo los últimos vagones se deslizan haciendo oscilar las vías.
La tarde se nos acuesta entera encima de los hombros. Nos acercamos al puente, cabizbajos, avergonzados.
—¡Vos lo soltaste primero!
—¡Tenías una cara de miedo, vos...
Otra vez el silencio. La sierra sin fin de la cigarra nos chista y se ríe de nosotros. Estamos agitados, desfigurados por el calor y la excitación pasada.
—Si vos te quedabas, yo me quedaba...
—Yo también, si vos te quedabas, yo me quedaba.
Nos tiramos al suelo para esperar otro tren. La tierra pegándose a la piel mojada. El reverbero de la calle o quizá las gruesas gotas de sudor que me empañan la vista. Ernesto hace garabatos con una ramita. Y el tiempo que se desliza silencioso sobre las vías como un tren infinito formado por el latido de nuestros corazones.
La cigarra. Un gorrión con el pico entreabierto y las alas separadas. Los ladrillos del puente y allá a lo lejos una pared blanca que nos saluda como un pañuelo.
—Un, dos, tres... (antes de que cuente veinte aparece), cuatro, cinco...
Silencio. Las voces de la siesta.
Ahora sí. Es un tren éste. El rumor lejano pero inconfundible. Nos ponemos de pie. Ninguno dice una palabra. El temor de soltarse y la decisión de permanecer hasta el fin. El contacto de la tierra caliente en las palmas de las manos.
—¡Cuando yo diga!
El ruido que crece segundo a segundo. Ernesto se agazapa para saltar. —¡Ahora! —digo, y salto con todas mis fuerzas.
El ennegrecido durmiente queda aprisionado entre mis manos. A un metro mío, Ernesto se columpia en el suyo.
El ruido ensordecedor. La cara roja de Ernesto entre sus dos brazos en alto. Su camiseta amarilla y su pelo caído sobre la frente.
Terremoto de hierro, vapor y chispas. El ruido infernal. El puente que se hunde con el peso del tren. Un miedo espantoso. Pero estamos colgados todavía.
Me doy cuenta de que estoy gritando a todo lo que doy. Ernesto también grita y patalea y me mira gritando y pataleando como un loco.
El tren no termina nunca de pasar. Las ruedas a medio metro de las manos. Una montaña encima de mi cabeza. El calor, el ruido. Todavía no sé si voy a quedarme hasta que pase todo. Y grito para darme coraje y también porque es necesario gritar. Lo veo a Ernesto congestionado, enloquecido, con las venas del pescuezo hinchadas por los gritos y por el esfuerzo.
Gotas de sudor se me meten en la boca.
Por la calle vamos Ernesto y yo. Hace cinco minutos, un silbido me arrancó de la sombra de la glicina y me mostró entre dos pilares de la balaustrada un rostro enrojecido y contento. No hubiera sido necesario que me dijera —¿salís?—, con un grito breve y exacto como un pelotazo. Yo lo estaba esperando, o mejor dicho yo estaba esperando un pretexto cualquiera para dejar aquella modorra del patio, adonde me llegaban ruidos lejanos e incitantes entreverados con el aleteo de algún mangangá.
Por eso no le contesté nada y enseguida estuve con él en la puerta. Se sabe que saldríamos a caminar. Ernesto es así y nuestros doce años no soportan otras tratativas que ese —¿salís?— liso y directo viniendo de un mechón caído sobre los ojos, de una traspirada camiseta amarilla y de unas ganas de hacer muchas cosas que le brillan en la mirada.
Un saludo —¿qué hacés?— y caminamos. El agua de la zanja, un agua barrosa, oscura, caliente, cubierta de protuberancias verdes como el lomo de un sapo, se agita por momentos a impulso de invisibles zambullidas o respira a través de unos globos lentos, pesados, que levantan nuevas ampollas en su pellejo y hacen un extraño ruido de glogloteo como si ya estuviera por soltar el hervor.
Caminamos. La tierra quema en los pies y es lindo sentir ese mordisco cariñoso, de cachorro, con que la tierra nos juguetea por las pantorrillas... Pero más lindo es no sentir nada de eso, sino esas locas ganas de meterse en la tarde como en una selva. ¿No es cierto, Ernesto?
Caminamos. Un alguacil grande y rojo viene a despedirnos, pasa zumbando a nuestro lado y siguiendo la línea de yuyos que bordea la zanja llega hasta el puente de la esquina y vuelve volando a toda máquina, amagando un encontrón. —¡A que no lo agarrás!
Caminamos. Las cuadras del barrio quedan atrás. Los paraísos se cambian en plátanos y después otra vez en paraísos. Flechitas, lenguas de vaca, huevitos de gallo. Ésta es otra zanja, no la nuestra. ¿Habrá ranones por aquí?
Caminamos. ¡Aquella montaña! ¡A saltarla! La sangre nos golpea en el pecho y en el rostro. La vida es una alegría retenida en los músculos y es ese olor a sol, a sudor y a piel caliente que viene de la ropa de Ernesto.
Caminamos. Ernesto sabe de muchas cosas. De trabajos, de aventuras, de casas abandonadas y de extraños nombres de calles. Mientras caminamos me habla. Me cuenta un disparate y yo me río. Me río como un loco. Me río tanto que Ernesto se contagia de mi propia risa y empieza a reírse él también. Le salen lágrimas de los ojos, se aprieta el costado, no puede parar. Yo lo miro y me da más risa todavía verlo reír. Caminamos tambaleantes, empujándonos, atorándonos de risa. La risa se nos atropella en la boca, nos crece incontenible por todos lados, nos acompaña por cuadras y cuadras esa risa sin porqué, como si una bandada de gorriones enloquecidos nos estuviera siguiendo.
La esquina. Otra cuadra. La risa. Ladridos detrás de un alambre. Otra cuadra. Magnolias, jardines, postes de teléfono. Otra cuadra. Las alpargatas de Ernesto levantando el polvo en las veredas. Otra cuadra. El cielo, la soledad de la siesta, el silbido de una urraca. Otra cuadra, otra cuadra...
Apoyo de pronto mi mano en el hombro de Ernesto y señalo el terraplén del ferrocarril. —¡A ver quién llega primero!
Salimos como balas. Una ametralladora de pasos y el crujido de los terrones resecos. Oigo el jadeo de Ernesto y apenas veo su camiseta amarilla pegada a mi costado. Me pongo enormemente contento cuando dejo de verla y cuando siento que el jadeo va quedando atrás. Apenas por un par de metros, pero llego primero arriba. Y desde arriba lo miro triunfante.
Ernesto tiene la cara negra de tierra y un sudor barroso le forma ríos en la nuca y la espalda. Yo debo estar igual porque en la manga que me pasé por la frente queda una gran mancha negra y húmeda. A Ernesto se le ocurre caminar por la vía y vamos pisando los durmientes o haciendo equilibrio sobre los rieles. Lo más lindo son los puentes. Cuando allá abajo vemos la calle entre los durmientes deslizándose como un río. Algunos son muy altos y hay que pisar bien para no caerse. Yo camino despacio, aparentando indiferencia, pero sintiendo en todo momento un ligero vértigo que me obliga a clavar la vista en mis pies, a calcular cada pisada, hipnotizado por ese lomo de tierra que se mueve sin cesar debajo mío.
Ernesto, en cambio, se mueve con maravillosa soltura. Me habla, grita, se da vuelta, corre... Es imposible seguirlo. Anda por ese andamiaje de hierro, madera, viento y cielo como por el patio de su casa. No digo nada, pero pienso que estamos a mano con lo de la carrera.
Llegamos a un puente de poca altura y como viene un tren decidimos verlo pasar desde abajo. Descendemos la pequeña cuesta y nos ubicamos a un costado del puente. Oímos el bramido del tren que se acerca y luego un ruido infernal que hace trepidar toda la tablazón. Las vías parecen curvarse bajo las ruedas. Un pandemonio de vapor, chispas, truenos y aullidos que nos sacude hasta las entrañas. La verdad, sentimos un poco de miedo y deseamos que venga otro tren para reivindicarnos.
Las vías pasan a menos de tres metros sobre la calle. Con un buen salto es posible alcanzar los durmientes y colgarse de allí como de un pasamanos. La idea surge como una pedrada y casi de los dos a un tiempo. Quedarnos colgados cuando pase el tren.
La tarde es un desierto de sol y tierra enardecida.
El cascabeleo de algún lejano carro de lechero y el canto metálico de la cigarra no cortan el silencio, sino que lo hacen más denso aún, más expectante.
Esperamos el rumor que nos anuncie la llegada de un tren. Los minutos transcurren lentos en el calor sofocante del reparo que forman las paredes del puente. Se mastica un yuyo o se sube de vez en cuando a mirar el reverbero distante de las vías.
—A no soltarse, ¿eh?
—No, a no soltarse.
De pronto llega. Es apenas un murmullo perdido entre cien murmullos iguales, pero para nosotros imposible de confundir.
Con cierta parsimonia nos preparamos. Frotamos las manos en la tierra, ensayamos un salto, otro salto. Subimos a verlo, ya está cerca. Tomamos posiciones.
—¡Cuando yo diga saltamos!
El silencio, avasallado por aquel torrente que se agranda y se agranda. Nos miramos y miramos los durmientes allá arriba.
—A no solt...
—¡Ahora!
Me falla un salto. Al segundo estoy arriba balanceándome todavía por el impulso. Ernesto ya está allí, firmemente prendido. Me guiña el ojo. Quiere decir algo, pero no lo escucho porque un ruido ensordecedor me oculta sus palabras. —¿No quemará la locomotora?—. Ya viene. Allí está. Hierros, fuego, vapor y un ruido de pesadilla.
No sabemos cómo fue. Cuando queremos acordarnos los dos estamos a diez metros del puente, mirando cómo los últimos vagones se deslizan haciendo oscilar las vías.
La tarde se nos acuesta entera encima de los hombros. Nos acercamos al puente, cabizbajos, avergonzados.
—¡Vos lo soltaste primero!
—¡Tenías una cara de miedo, vos...
Otra vez el silencio. La sierra sin fin de la cigarra nos chista y se ríe de nosotros. Estamos agitados, desfigurados por el calor y la excitación pasada.
—Si vos te quedabas, yo me quedaba...
—Yo también, si vos te quedabas, yo me quedaba.
Nos tiramos al suelo para esperar otro tren. La tierra pegándose a la piel mojada. El reverbero de la calle o quizá las gruesas gotas de sudor que me empañan la vista. Ernesto hace garabatos con una ramita. Y el tiempo que se desliza silencioso sobre las vías como un tren infinito formado por el latido de nuestros corazones.
La cigarra. Un gorrión con el pico entreabierto y las alas separadas. Los ladrillos del puente y allá a lo lejos una pared blanca que nos saluda como un pañuelo.
—Un, dos, tres... (antes de que cuente veinte aparece), cuatro, cinco...
Silencio. Las voces de la siesta.
Ahora sí. Es un tren éste. El rumor lejano pero inconfundible. Nos ponemos de pie. Ninguno dice una palabra. El temor de soltarse y la decisión de permanecer hasta el fin. El contacto de la tierra caliente en las palmas de las manos.
—¡Cuando yo diga!
El ruido que crece segundo a segundo. Ernesto se agazapa para saltar. —¡Ahora! —digo, y salto con todas mis fuerzas.
El ennegrecido durmiente queda aprisionado entre mis manos. A un metro mío, Ernesto se columpia en el suyo.
El ruido ensordecedor. La cara roja de Ernesto entre sus dos brazos en alto. Su camiseta amarilla y su pelo caído sobre la frente.
Terremoto de hierro, vapor y chispas. El ruido infernal. El puente que se hunde con el peso del tren. Un miedo espantoso. Pero estamos colgados todavía.
Me doy cuenta de que estoy gritando a todo lo que doy. Ernesto también grita y patalea y me mira gritando y pataleando como un loco.
El tren no termina nunca de pasar. Las ruedas a medio metro de las manos. Una montaña encima de mi cabeza. El calor, el ruido. Todavía no sé si voy a quedarme hasta que pase todo. Y grito para darme coraje y también porque es necesario gritar. Lo veo a Ernesto congestionado, enloquecido, con las venas del pescuezo hinchadas por los gritos y por el esfuerzo.
Gotas de sudor se me meten en la boca.
—No doy más, me quedo hasta que se quede Ernesto.
—No doy más, me quedo hasta que se quede Cacho.
¿Cuánto faltará todavía? La cara de Ernesto gesticulando y escupiendo sudor. Sus piernas tirándome patadas. ¿Cuánto faltará todavía? Grito y lo pateo para hacerlo bajar. ¿Cuánto faltará todavía? El ruido. La vibración del puente metiéndose hasta los tuétanos. ¿Cuánto faltará todavía? Los sesos a punto de estallar. Borrachera de ruido, calor, alaridos y miedo. ¿Cuánto faltará todavía?
………………………………………………………………………………………………………………………………..............
Algo dulce que nos acaricia los brazos. El tren que se aleja y el cielo azul a pedazos entre los durmientes.
Un silencio que crece en la tierra. El silbido lejano de la locomotora. Seguimos colgados y nos miramos sonriendo.
La tarde canta en la voz de las cigarras.
—¿Te acordás, Ernesto, cómo cantaba?
¿Cuánto faltará todavía? La cara de Ernesto gesticulando y escupiendo sudor. Sus piernas tirándome patadas. ¿Cuánto faltará todavía? Grito y lo pateo para hacerlo bajar. ¿Cuánto faltará todavía? El ruido. La vibración del puente metiéndose hasta los tuétanos. ¿Cuánto faltará todavía? Los sesos a punto de estallar. Borrachera de ruido, calor, alaridos y miedo. ¿Cuánto faltará todavía?
………………………………………………………………………………………………………………………………..............
Algo dulce que nos acaricia los brazos. El tren que se aleja y el cielo azul a pedazos entre los durmientes.
Un silencio que crece en la tierra. El silbido lejano de la locomotora. Seguimos colgados y nos miramos sonriendo.
La tarde canta en la voz de las cigarras.
—¿Te acordás, Ernesto, cómo cantaba?
viernes, 13 de diciembre de 2019
la literatura argentina comienza con una violación.
La frase del título es una hipotesis muy conocida de David Viñas, que a la sazón fue titular de la cátedra de Literatura Argentina de la facultad de Filosofia y Letras
La violación era la del rubio de El matadero, que no se concreta, porque no le pueden dar, como habían prometido sus perseguidores, los mazorqueros federales para darle "lazo y verga" bien atado. El tipo muere antes, pero la violación era inevitable.
Asi inaugura con un texto que salpica sangre de tripa de vaca, mientras lo lees, con una violencia que sigue viva tanto tiempo despues. https://ciudadseva.com/texto/el-matadero/
Otro texto que a mi me cuesta mucho leer, El niño proletario, de Leonidas Lamborghini, es continuidad de El matadero, sigue en la misma tónica violenta donde el otro, como semejante, como figura identitaria, desaparece https://www.facebook.com/notes/el-ortiba/osvaldo-lamborghini-el-ni%C3%B1o-proletario/201083609921974/
El tema de la grieta que ya es casi un lugar común en nuestras charlas cotidianas remite a esa otredad en la que no nos reconocemos: He escuchado que los kirchneristas cagamos en balde, por decir una cosa, somos todos ignorantes y a mi me da ganas de decirle que se limpien el orto con mis titulos universitarios pero no, no soy su semejante, no quiero ser como ellos, los devoradores de hombres.
Un amigo del tw (tiene el arroba de INCIENSOYMIRRA) me dio para publicar (en realidad, como sabe que escribo, me lo dio para leer y yo pedí permiso para publicarlo) un texto que continua con El matadero y El niño proletario. Asi que para que sepan de que hablo, copio el texto de mi amigo y pongo link para que lean los otros dos textos
AHi el otro es lo que no debe ser, una escoria, algo que puedo violar, algo que puedo reducir a la nada: El otro es nada.
La violación era la del rubio de El matadero, que no se concreta, porque no le pueden dar, como habían prometido sus perseguidores, los mazorqueros federales para darle "lazo y verga" bien atado. El tipo muere antes, pero la violación era inevitable.
Asi inaugura con un texto que salpica sangre de tripa de vaca, mientras lo lees, con una violencia que sigue viva tanto tiempo despues. https://ciudadseva.com/texto/el-matadero/
Otro texto que a mi me cuesta mucho leer, El niño proletario, de Leonidas Lamborghini, es continuidad de El matadero, sigue en la misma tónica violenta donde el otro, como semejante, como figura identitaria, desaparece https://www.facebook.com/notes/el-ortiba/osvaldo-lamborghini-el-ni%C3%B1o-proletario/201083609921974/
El tema de la grieta que ya es casi un lugar común en nuestras charlas cotidianas remite a esa otredad en la que no nos reconocemos: He escuchado que los kirchneristas cagamos en balde, por decir una cosa, somos todos ignorantes y a mi me da ganas de decirle que se limpien el orto con mis titulos universitarios pero no, no soy su semejante, no quiero ser como ellos, los devoradores de hombres.
Un amigo del tw (tiene el arroba de INCIENSOYMIRRA) me dio para publicar (en realidad, como sabe que escribo, me lo dio para leer y yo pedí permiso para publicarlo) un texto que continua con El matadero y El niño proletario. Asi que para que sepan de que hablo, copio el texto de mi amigo y pongo link para que lean los otros dos textos
AHi el otro es lo que no debe ser, una escoria, algo que puedo violar, algo que puedo reducir a la nada: El otro es nada.
Negro de mierda! Grita una mujer en el subte al descubrir que un punga está tratando de robarle. Hermoso Do de pecho pienso y me preparo. Que comience la función! Flor de revuelo, el negro como un zorro en el gallinero. La gente gallina, la galligente, sacude sus plumas, mueve sus patas, se manotea los bolsillos como si les hubieran practicado una ablación. Qué suerte! el negrojueputa no nos extirpó el órgano más importante del capitalismo: la billetera. En cada uno de nosotros siguen latiendo con fuerza para beneplácito del consumo que está por venir. Porvenir. Miro sus caras y me pregunto por qué creen en Dios? Si Éste existiera -y si fuese justo- el negro de mierda no debería haber nacido. Salvemos a las dos vidas pero lo digo de alma y no de piel.Al negro lo bajan en Pueyrredon si por bajar se entiende que un grandote doble ancho lo tenga agarrado de los pelos en medio de una lluvia de trompadas anónimas que le llegan por el lado ciego. Mientras la gente lo golpea con aplicada pulcritud un muchacho con su trompeta toca temas de Star Wars.Hay tanta belleza en ese espectáculo. Los puños empiezas a estrellarse en los pómulos de ese bastardo hijo de ladrones peronistas al ritmo acompasado de la canción. Imposible negarse a canturrear “Yo soy tu paaaadre, yo soy tu paaaadre...”Pero nada de esto ha ocurrido, sólo el trompetista en la estación Pueyrredon ejecutando temas de Star Wars. El resto, ya lo ves, imaginería barata para matar el tiempo del tedioso viaje en subte.
jueves, 12 de diciembre de 2019
autopista y ventana.
Desde la ventana que no abrimos
veríamos una autopista
pero la ventana esta cerrada
tal vez haya un patio interno
y me juego por una cinta elevada
que hizo algun intendente
pensando en la gañota.
Como la ventana no se abre
no hay afuera
Imbeciles los autos avanzan por la autopista
no sabiendo de nosotros
Sin embargo no podemos evitar
que el reloj se apure en su trabajo de escandir las horas
empujando al tiempo
que te va llevar a destino
Y nos vamos yendo hasta las estrellas por lo aspero
murmurando gilada, palabritas, casi sin sentido
que nos anudan, que no nos dejan caernos
rios de palabras que no quieren decir nada
mientras afuera hay siempre una autopista
que no sabe nada de nosotros.
veríamos una autopista
pero la ventana esta cerrada
tal vez haya un patio interno
y me juego por una cinta elevada
que hizo algun intendente
pensando en la gañota.
Como la ventana no se abre
no hay afuera
Imbeciles los autos avanzan por la autopista
no sabiendo de nosotros
Sin embargo no podemos evitar
que el reloj se apure en su trabajo de escandir las horas
empujando al tiempo
que te va llevar a destino
Y nos vamos yendo hasta las estrellas por lo aspero
murmurando gilada, palabritas, casi sin sentido
que nos anudan, que no nos dejan caernos
rios de palabras que no quieren decir nada
mientras afuera hay siempre una autopista
que no sabe nada de nosotros.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
las cronicas se tienen que escribir al toque. Porque lo intenso se olvida y se tiende a homogeneizar
Entre el dia de ayer por San Martin, viniendo de Corrientes.
y ya por ahi, a una hora en que no pasa nada (ya habia ido desde el Congreso a la Casa Rosada y faltaba mucho para los discursos en la explanada, que los vi en casa, mientras esperaba que los pies se me descansen)
NO podia dejar de acordarme la ridiculez de la asunción macrista donde dijo adentro de un auto "que lastima el clima, hay gente que querria haber venido" mientras el calor te derretia como a un helado de agua.
No llevaba corpiño y fue una lastima: si lo hubiera llevado tal vez me hubiera sacado la blusita sin hombros, que cuando crucé la plaza era un guiñapo de tela de algodón. Porque se me ocurrio que era una buena idea cruzar desde la catedral hasta diagonal sur, pasando por la puerta del cabildo,y no , no fue una buena idea, porque me mojé no solo de mi transpiración sino de la que manaba el pueblo peronista que se me pegaba como mejillón a todas mis partes en un abrazo que incluia obreros, desempleados, planeras, chicos con anteojos cool y pelo peinado para arriba, lesbianas, madres de 6, vendedores de manaos, vendedores de chelas,vendedores de salchipapa, todo todo se me pegaba, y tambien la sonrisa de todos y mientras cantaban los tipitos y el tipo de EL cuelgue (canción que seguia yo y un chico/chica con gliter en las mejillas
"un parque acuatico"
y entonces entre esa multitud de cuerpos sudados,sonrientes, peronistas fui avanzando mientras otros avanzaban en sentido contrario chocandose felices y cordiales y comprensivos y me cortaban el paso unas chicas en silla de ruedas, gritando eh, cuidado aca vienen las rengas y yo sacaba mi celular y le sacaba fotos a nada, a la multitud, al globo del partido intransigente, y cantaban otros y yo seguia con mi sonrisa y me blusita azul pegada buscando a mis compañeras de marcha habituales que vaya a saber donde estarían, donde estarías vos, pero estabamos todos ,no importa que no viera a cristina,no importa que no viera a Alberto, no importa que pensara seriamente en ponerme una infiltración en la rodilla como cuando me fui a Europa y pensaba en tolditos en gente descompuesta, en que mierda tenia en la cabeza esa mina que llevaba un bebe a upa , en que asqueroso el que meaba en una vidriera si podria haber entrado en un bar,asqueroso porqueria , pero mucha birra, muchos años tengo yo para hacer la revolución , estaba feliz estoy feliz estoy intensa porque hemos llegado a tiempo.
martes, 10 de diciembre de 2019
Sirenas ahogadas en vodka: un poema epico para la Patria.
Fui a la plaza hoy, a la hora de la siesta. Vi la alegria de todos, Pensé esté fue nuestro Woodstock Mientras escuchaba el discurso de Alberto y Cristina en la tele, me acordé que escribí un poema durante el macrismo para la patria. Lo fui a buscar y se lo leí a Jorge.
Es este
Sirenas ahogadas en vodka: un poema epico para la Patria.:
Aquí está, como el cielo refulgente ostentando sublime majestad usada como trapo de los platos arrastrando mugre la Patria A veces, un...
domingo, 8 de diciembre de 2019
emociones.
Mucha furia
me dijiste de mi aura
y eso fue muy lindo
mucha furia y agarro el machete de palabra
y golpeo una y otra vez
tratando de dejarte knock out
aceitada y resbalosa
Golpeo y esculpo algo
como un escultor novato
que quiere ganarse un concurso
mucha furia que vos entendes para el carajo
creyendo que es mi aura.
No, es otra cosa, es furia de la mala
y yo duplico mi apuesta
subo y subo y subo
No se que hacer con eso
algo mas generoso,mas legítimo
solo puedo ponerme a escribir
y a decir cada tanto en voz alta "dios mio"
tratando de sacarme de encima
este jodido sentimiento.
me dijiste de mi aura
y eso fue muy lindo
mucha furia y agarro el machete de palabra
y golpeo una y otra vez
tratando de dejarte knock out
aceitada y resbalosa
Golpeo y esculpo algo
como un escultor novato
que quiere ganarse un concurso
mucha furia que vos entendes para el carajo
creyendo que es mi aura.
No, es otra cosa, es furia de la mala
y yo duplico mi apuesta
subo y subo y subo
No se que hacer con eso
algo mas generoso,mas legítimo
solo puedo ponerme a escribir
y a decir cada tanto en voz alta "dios mio"
tratando de sacarme de encima
este jodido sentimiento.
miércoles, 4 de diciembre de 2019
este es el año de ganar concursos.
me avisaron el viernes que gané otro concurso de escritura.El tercero en el año.
Saque un segundo puesto con el cuento del geriatrico
estoy muy feliz
Ademas mi hijo al enterarse que era en Rosario, (me lo da la Asociación Medica de Rosario) me dijo "vamos todos"
aunque sea solo una expresión de deseos, hay que tener hijos para entender que se siente.
son cosas pequeñas, que me hacen muy feliz
Saque un segundo puesto con el cuento del geriatrico
estoy muy feliz
Ademas mi hijo al enterarse que era en Rosario, (me lo da la Asociación Medica de Rosario) me dijo "vamos todos"
aunque sea solo una expresión de deseos, hay que tener hijos para entender que se siente.
son cosas pequeñas, que me hacen muy feliz
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algo viejo que merece volver a leerse.
cateterismo
La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...
-
Mil veces me di con la piedra en la pera sin aprender nada
-
un dragon tira esputos de calor desde el sol mal clima para sentirme especial sin ironias especial para mi vida Mirame: soy esa que tambo...
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sera verdad que estamos condenados a la repeticíón,como farsa, como tragedia pero no va a advenir nada nuevo nunca? solo nos parece es el f...