Me gusta tanto el poema que te escribí
que me hace daño leerlo.
es como si por mis palabras hubiera hablado la verdad
pienso en finales tristes, en finales canallas
en finales esperanzadores que merecen una secuela
como en esas películas que nos gustan mucho
y en donde imaginás una segunda parte.
Acá no hay nada de eso
me siento triste solitaria y final
como en ese libro argentino pasado de moda.
Agotada de pensarte.
Mujeres en claustros cerrados
pueden hablar de soledades
no yo
Sin embargo me aletargo en esa cárcel de tu ausencia.
decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de sirena era el que más me convenía
sábado, 31 de agosto de 2019
donde volverse loco es lo unico cuerdo.
él me cuenta de su pariente que se brotó en el geriatrico. Los viejos se vuelven alienados allí, aunque estén mas cuidados que en sus propias casas, donde dejan el gas prendido o no se dan cuenta que ese queso tiene hongos.
Este geriatrico en particular es una pequeña villa Romana, con jardines y ella está en un lugar hermoso, pero se brotó: Ella recibe mas visita de sus hijos que en su propia casa y la atienden como si fuera la princesa de Margit, pero se brotó.
El la quiere bien y quiere lo mejor para ella, por eso no la tiene en su casa. Y ademas la casa de él no es la casa de ella, por lo cual el efecto , en definitiva sería el mismo.
Me olvido de esto
Me voy a dormir cantando "si vos queres, Larreta se va". Contenta por un flash mob en la calle Corrientes. Me voy a dormir pensando en mis cosas, pero de alguna manera eso (ajenisimo) me interpela porque ella se brotó.
Cuando alguien se brota en un geriatrico, o en un hospital, inyección de haloperidol y acá no ha pasado nada.
Me ha impresionado el relato de conocidos sobre las anestesias. Pronto me tendré que hacer un estudio que requiere anestesia general, nada jodido, (aunque se de una locutora de televisión que esta viendo crecer los rabanitos desde abajo por ese estudio). Lo que dicen las anestesias que es parecido a la paz. A no pensar en nada y descansar ¿asi será la muerte?
Pienso en ella que se brotó.
Tambien en una pelicula horrible, muy de los sesenta, larga y tediosa que vi en la facultad, sobre una india (Geronima) que es llevada a un hospital donde ninguna de las coordenadas de cuidado tenia sentido dentro de su panorama cultural. Ni siquiera dormir en una cama . Que sucede . Se brota.
La conclusión de esto es que brotarse a veces es la unica respuesta sana que uno puede tener cuando nada tiene sentido, perderse, ponerse loca.
Pero estamos programados para adaptarnos, callarnos, aguantarnos, someternos.
Por ahi es menos gravoso para nuestra vida.
En el cuento de la criada, ante condiciones muy locas, una de las criadas decide volverse loca. Le sacan los ojos y sigue cada vez mas loca. Loca hasta el suicidio.
Janine, la loca, es la unica sana, bien mirado.
Este geriatrico en particular es una pequeña villa Romana, con jardines y ella está en un lugar hermoso, pero se brotó: Ella recibe mas visita de sus hijos que en su propia casa y la atienden como si fuera la princesa de Margit, pero se brotó.
El la quiere bien y quiere lo mejor para ella, por eso no la tiene en su casa. Y ademas la casa de él no es la casa de ella, por lo cual el efecto , en definitiva sería el mismo.
Me olvido de esto
Me voy a dormir cantando "si vos queres, Larreta se va". Contenta por un flash mob en la calle Corrientes. Me voy a dormir pensando en mis cosas, pero de alguna manera eso (ajenisimo) me interpela porque ella se brotó.
Cuando alguien se brota en un geriatrico, o en un hospital, inyección de haloperidol y acá no ha pasado nada.
Me ha impresionado el relato de conocidos sobre las anestesias. Pronto me tendré que hacer un estudio que requiere anestesia general, nada jodido, (aunque se de una locutora de televisión que esta viendo crecer los rabanitos desde abajo por ese estudio). Lo que dicen las anestesias que es parecido a la paz. A no pensar en nada y descansar ¿asi será la muerte?
Pienso en ella que se brotó.
Tambien en una pelicula horrible, muy de los sesenta, larga y tediosa que vi en la facultad, sobre una india (Geronima) que es llevada a un hospital donde ninguna de las coordenadas de cuidado tenia sentido dentro de su panorama cultural. Ni siquiera dormir en una cama . Que sucede . Se brota.
La conclusión de esto es que brotarse a veces es la unica respuesta sana que uno puede tener cuando nada tiene sentido, perderse, ponerse loca.
Pero estamos programados para adaptarnos, callarnos, aguantarnos, someternos.
Por ahi es menos gravoso para nuestra vida.
En el cuento de la criada, ante condiciones muy locas, una de las criadas decide volverse loca. Le sacan los ojos y sigue cada vez mas loca. Loca hasta el suicidio.
Janine, la loca, es la unica sana, bien mirado.

jueves, 29 de agosto de 2019
Santa Rosa
Dos cosas me convencieron
de que decías
la pura verdad:
la palabra desamparo
y tus ojos que acompañaban tu boca
con todo el desamparo del mundo
Pedí a quien me escuche
que esa noche hayas ido a tu casa
menos desamparado
con la feta de luna
de blanca mortadela
colgada sin ganas por un dios fiambrero
Ya llegó Santa Rosa
y se fue derecho a mojarme la ropa tendida
Llora lluvia la santa
por lo que yo me aguanto.
y me empapa las cosas
que no tuve voluntad de sacar de la soga
cuando volví a mi casa.
de que decías
la pura verdad:
la palabra desamparo
y tus ojos que acompañaban tu boca
con todo el desamparo del mundo
Pedí a quien me escuche
que esa noche hayas ido a tu casa
menos desamparado
con la feta de luna
de blanca mortadela
colgada sin ganas por un dios fiambrero
Ya llegó Santa Rosa
y se fue derecho a mojarme la ropa tendida
Llora lluvia la santa
por lo que yo me aguanto.
y me empapa las cosas
que no tuve voluntad de sacar de la soga
cuando volví a mi casa.
domingo, 25 de agosto de 2019
deliciosas criaturas perfumadas
DELICIOSAS CRIATURAS PERFUMADAS
Vuelvo al pueblo. Mejor dicho a la Villa. Que es un pueblo.
El mío, General Villegas que tuvo sus nacidos famosos: Antonio Carrizo,
el de la radio y Manuel Puig, el hijo amanerado de la farmacéutica, que
llamaba a Villegas Coronel Vallejos, y contaba en sus novelas todas las
miserias de la gente conocida.
Vuelvo al pueblo porque se murió mi tía, ¿para qué otra cosa puedo volver? Mis padres se fueron a vivir a Mar del Plata, y yo le dí la espalda cuando pude, me mudé a La Plata y hace como veinte años que no piso este lugar.
En una noche de borrachera una mujer con un enterito Lee (recuerdo eso, como se le caía por el hombro el tirante del jardinero, dejando ver sus pequeñas tetitas de estudiante de óptica) me leyó la ventura en las manos. No se si era una joda o no, pero me dijo que no volviera. Estábamos tan borrachos, y yo todavía me acuerdo de su mancia y de sus tetitas y de la resaca del día siguiente en medio de la cual tome la decisión de no volver nunca a Villegas-Vallejos y lo cumplí hasta hoy, donde la única tía que me llamaba para mis cumpleaños aún, me hizo avisar por interpósita persona de su fallecimiento.
Las cartas están echadas y alguien organiza la partida, no es azar. No hay ninguna chance que sea casualidad que la primera persona al bajar del bus con la que me cruzo sea él
Me habló con una voz que yo le conocí a su padre. Una voz cascada, impropia de una persona todavía joven. Habían pasado treinta años de que estuvimos abrazados, quizá moqueando, despidiéndonos. Una vez volví pero fue por pocas horas y no lo busqué.
Estaba más parecido al propio padre que a sí mismo. Me da el pésame (como si fuera necesario, pero supongo que es lo que pasa en estas situaciones de mierda) y me pregunta lo inevitable: che, que fue de tu vida.
Vuelvo al pueblo porque se murió mi tía, ¿para qué otra cosa puedo volver? Mis padres se fueron a vivir a Mar del Plata, y yo le dí la espalda cuando pude, me mudé a La Plata y hace como veinte años que no piso este lugar.
En una noche de borrachera una mujer con un enterito Lee (recuerdo eso, como se le caía por el hombro el tirante del jardinero, dejando ver sus pequeñas tetitas de estudiante de óptica) me leyó la ventura en las manos. No se si era una joda o no, pero me dijo que no volviera. Estábamos tan borrachos, y yo todavía me acuerdo de su mancia y de sus tetitas y de la resaca del día siguiente en medio de la cual tome la decisión de no volver nunca a Villegas-Vallejos y lo cumplí hasta hoy, donde la única tía que me llamaba para mis cumpleaños aún, me hizo avisar por interpósita persona de su fallecimiento.
Las cartas están echadas y alguien organiza la partida, no es azar. No hay ninguna chance que sea casualidad que la primera persona al bajar del bus con la que me cruzo sea él
Me habló con una voz que yo le conocí a su padre. Una voz cascada, impropia de una persona todavía joven. Habían pasado treinta años de que estuvimos abrazados, quizá moqueando, despidiéndonos. Una vez volví pero fue por pocas horas y no lo busqué.
Estaba más parecido al propio padre que a sí mismo. Me da el pésame (como si fuera necesario, pero supongo que es lo que pasa en estas situaciones de mierda) y me pregunta lo inevitable: che, que fue de tu vida.
No fluí Puig, pero me gano la vida dando clases, le
dije mentando una broma de adolescentes, esperando que se acuerde, ser Puig,
ser famosos, irnos de ese pueblo de mierda y mostrarle al mundo que de esa nada
podían salir grandes personajes. Teníamos grandes esperanzas en nosotros mismos
entonces.
Se
ríe y en un instante luminoso, vuelve a ser el de siempre, me dice con el
acento del pueblo “mariconazo” y se ríe, asi, como antes. Me siento en casa. Nos costaba mucho creérnosla, especialmente porque acá no llegaba nada; ni las revistas de rock, ni los discos, nada.
La chatura del pueblo era de fierro, y nosotros soñábamos con cosas, que sin saberlo, ya estaban pasadas de moda.
Un día me subí al auto de un vecino que iba a la Plata –mi madre lloraba- y todo siguió siendo lo mismo, a pesar de que lo primero que hice fue anotarme en un taller de teatro (incluso antes que ir a llevar los papeles a la facultad). La vuelta a la plaza solo fue más amplia, los berretines mas aguzados, las referencias mas exoticas y hasta me olvidé de lo que había soñado ser, ocupado en ser algo. Alguien, alguna cosa.
Cuando lo vi fue como ver la parte mía que se había quedado en Villegas. Lo invité a comer -era la hora- al Club Sportivo, casi enfrente de la Municipalidad. Villegas había crecido para arriba, había unos negocios que no conocía, pero el olor del pueblo era el mismo. En la esquina seguía estando La Anonima, la misma comisaría, la misma parroquia, la misma gente de mierda. Solo que ahora él era parecido a su viejo y yo me di cuenta con una autocompasión asquerosa que se me había pasado el cuarto de hora para siquiera rozarle el bajo del pantalón a Puig.
Fiera venganza la del tiempo que hace ver deshecho lo que uno amó.
miércoles, 21 de agosto de 2019
un poema de fabian casas.
HACE ALGÚN TIEMPO
Hace algún tiempo
fuimos todas las películas de amor mundiales
todos los árboles del infierno.
Viajábamos en trenes que unían nuestros cuerpos
a la velocidad del deseo.
Como siempre, la lluvia caía en todas partes.
Hoy nos encontramos en la calle.
Ella estaba con su marido y su hijo;
éramos el gran anacronismo del amor,
la parte pendiente de un montaje absurdo.
Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia.
Fabian Casas
martes, 20 de agosto de 2019
huyendo de Asterion.
Les conté que voy a un taller y que dan consignas para escribir. En este caso tomar algo "clasico" como hizo Borges con el mito de Ariadna (que le da a Teseo un hilo para que no se pierda en el laberinto), y Borges (como era Borges y no yo)le inventó un nombre y una estirpe al minotauro y escribió esta belleza (La casa de Asterion)
Yo escribí lo de mas abajo, es solo un ejercicio, no sean hijos de puta y se ensañen conmigo.
La casa de Asterion JOrge Luis Borges
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera
Yo escribí lo de mas abajo, es solo un ejercicio, no sean hijos de puta y se ensañen conmigo.
La casa de Asterion JOrge Luis Borges
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera
Huyendo de Asterion (este es mi relato)
«Ariadna dio un ovillo a Teseo aconsejándole que lo siguiera hasta dar con el monstruo durmiente a quién debía atrapar por el pelo y sacrificar a Poseidón. Después podría encontrar el camino de vuelta volviendo a enrollar el ovillo en sentido inverso» Robert Graves1
Tenia miedo de perderme porque las calles no estaban bien trazadas, no eran la cuadricula a la que nos tiene acostumbrada nuestra urbanización y entonces le pedí a la Chila que me acompañara, pero como le dio paja me dijo: vos venís a mi casa, que queda afuera de la villa, pero casi enfrente y yo te doy un hilo mientras sostengo el carretel como reaseguro y vos lo vas desenrollando, y podes pasearte por ahí, y cuando te querés volver, enrollas el hilo que está en tu mano y no tenés que preguntarle a nadie, porque ahí nadie te va a dar bola.
Así que por más complicado que parezca, cruce la terminal de Retiro y con paso firme me dirigí a la villa y me adentré por una calle, muy ancha, no crea, donde había puestos de cosas surtidas, desenrollando y pensando en que en medio metro se me iba a acabar el cordel, pero la Chila iba reuniendo carreteles y el hilo seguía acompañándome, casi a ras del suelo, porque no quería que nadie se atropellara y se cortara, aunque para cortarlo había que ponerle fuerza.
Me sumergí en pasillos que salían aleatoria, intrincadamente hacia el costado y todo se hizo angosto y tenebroso y empezaron a verse menos venta de cosas usadas y mas venta de cosas inútiles como aparatos eléctricos rotos o celulares de tecnologías pasadas y casas de comidas de países vecinos, paraguayos, bolivianos y sobre todo sopas con pedazos de cosas adentro. Y barberos centroamericanos. Hasta que al final, nada de negocios villeros, solo pasillos y casi ni puertas.
La Chila me llamó a mi celular diciéndome que volviera, que estaba inquieta, que era una mala idea estar esa noche en ese lugar. A todo esto la luna había salido, chiquita y rencorosa, apenas una feta de luna y sentí una amenaza, una rata en un laberinto, y dios mofándose.
Estaba en una calle sin salida y lo vi. Al final supe que buscaba. El hilo se me cayó de la mano del terror, me acordé de cierta lectura, y observé como posibilidad de huida una escalera que subía a un tercer piso sin revoque fino, puro ladrillo hueco uno arriba del otro,y me invitaba a que me salvara.
Sentí el aliento de la bestia, bufando fétidas respiraciones, me trepé a la escalera, por la ventana se veía una familia compartiendo un programa banal de televisión.
Entendí que podía seguir ascendiendo hasta la terraza, donde aleteaban sabanas viejas húmedas (había, como siempre en Buenos Aires, mucha humedad). Sin embargo no me sentía a salvo, abajo me esperaba ese bufido, esa negrura, ese destino. Entonces me pare, abrí los brazos, las estrellas eran como en el campo, los autos corrían por la autopista trazando floripondios de neones con lo rojo de sus luces , me sentí poderoso y me tire a la autopista con los brazos abiertos, como un ave, para salir del laberinto.
«Ariadna dio un ovillo a Teseo aconsejándole que lo siguiera hasta dar con el monstruo durmiente a quién debía atrapar por el pelo y sacrificar a Poseidón. Después podría encontrar el camino de vuelta volviendo a enrollar el ovillo en sentido inverso» Robert Graves1
Tenia miedo de perderme porque las calles no estaban bien trazadas, no eran la cuadricula a la que nos tiene acostumbrada nuestra urbanización y entonces le pedí a la Chila que me acompañara, pero como le dio paja me dijo: vos venís a mi casa, que queda afuera de la villa, pero casi enfrente y yo te doy un hilo mientras sostengo el carretel como reaseguro y vos lo vas desenrollando, y podes pasearte por ahí, y cuando te querés volver, enrollas el hilo que está en tu mano y no tenés que preguntarle a nadie, porque ahí nadie te va a dar bola.
Así que por más complicado que parezca, cruce la terminal de Retiro y con paso firme me dirigí a la villa y me adentré por una calle, muy ancha, no crea, donde había puestos de cosas surtidas, desenrollando y pensando en que en medio metro se me iba a acabar el cordel, pero la Chila iba reuniendo carreteles y el hilo seguía acompañándome, casi a ras del suelo, porque no quería que nadie se atropellara y se cortara, aunque para cortarlo había que ponerle fuerza.
Me sumergí en pasillos que salían aleatoria, intrincadamente hacia el costado y todo se hizo angosto y tenebroso y empezaron a verse menos venta de cosas usadas y mas venta de cosas inútiles como aparatos eléctricos rotos o celulares de tecnologías pasadas y casas de comidas de países vecinos, paraguayos, bolivianos y sobre todo sopas con pedazos de cosas adentro. Y barberos centroamericanos. Hasta que al final, nada de negocios villeros, solo pasillos y casi ni puertas.
La Chila me llamó a mi celular diciéndome que volviera, que estaba inquieta, que era una mala idea estar esa noche en ese lugar. A todo esto la luna había salido, chiquita y rencorosa, apenas una feta de luna y sentí una amenaza, una rata en un laberinto, y dios mofándose.
Estaba en una calle sin salida y lo vi. Al final supe que buscaba. El hilo se me cayó de la mano del terror, me acordé de cierta lectura, y observé como posibilidad de huida una escalera que subía a un tercer piso sin revoque fino, puro ladrillo hueco uno arriba del otro,y me invitaba a que me salvara.
Sentí el aliento de la bestia, bufando fétidas respiraciones, me trepé a la escalera, por la ventana se veía una familia compartiendo un programa banal de televisión.
Entendí que podía seguir ascendiendo hasta la terraza, donde aleteaban sabanas viejas húmedas (había, como siempre en Buenos Aires, mucha humedad). Sin embargo no me sentía a salvo, abajo me esperaba ese bufido, esa negrura, ese destino. Entonces me pare, abrí los brazos, las estrellas eran como en el campo, los autos corrían por la autopista trazando floripondios de neones con lo rojo de sus luces , me sentí poderoso y me tire a la autopista con los brazos abiertos, como un ave, para salir del laberinto.
sábado, 17 de agosto de 2019
rest in pace.
Se puede ser feliz sin pensar
Julio Cortazar -Casa Tomada.
Los parques temáticos solo eran posibles en clave de farsa.
Éste se había levantado en el mismo sitio donde estuvo el Ital Park, solo que la escultura de Botero había quedado como señal de que nada podía ser como había sido.
Animatronics descartados de Disney Tokio fueron comprados por nuestro gobierno cuyo Ministerio de Cultura promovía la visita al lugar, mientras hologramas de apoyo al presidente y al intendente fingían darte la bienvenida.
Entre las atracciones menos visitadas, oculta tras los baños públicos, incluso vecino a la primer cerca (pasada la cual había una electrificada) que hacía imposible que los habitantes de la villa cortaran camino, pues entre ellos y el parque no solo estaba el ferrocarril sino 5 cercas electrificadas, ahi, despues de todo, estaba el sillón matero.
Poco atractivo, un sillón matero, cuyo ingreso costaba mas de diez ingresos a la montaña rusa, y que nadie usaba. "Descanse de sus pensamientos" era el nombre en alemán. Un idioma que pocos conocen en este país sin destino.
Incluso de saberlo ¿quien querría descansar de sus pensamientos, pagando un dineral, en un lugar donde todo era estímulo virtual?
Ella, la de los ojos verdes con pintitas marrones, había topado con esa atracción casi de casualidad, quería ver si desde la cerca se veía el horizonte, tal vez el río.
No digamos que era atractiva o joven o de alguna manera visible, porque no lo era. Solo una mujer mayor deambulando entre los trastos de atrás de los baños, los cajones de plástico donde había habido latas y un poco de mugre.
Pero había sacado plata del cajero para sentarse en el sillon matero del parque de atracciones irónico.
Si una cosa le atraía era ese "descanse de sus pensamientos", sin siquiera saber el significado del texto que orlaba la entrada al sillón, porque el alemán era una cosa lejana, deseada e imposible.
Incluso acceder a la atracción era dificultoso porque no había un cast member de la organización, ni lugar donde pasar la tarjeta y si un instructivo (en ingles) que decia el impagable precio y directivas para encaminarse a la entrada del parque (cruzando muchas cuadras) y comprar el ticket en la casilla 11.
Con el empecinamiento de un vasco hizo todo ello y dejó un cuarto de jubilación en la casilla 11 y se dirigió al sillón matero, que la esperaba bajo el sol tibio de un agosto que no había superado el invierno. Puso la ficha dorada (todos los tickets eran de cartón, este era de metal)
y se sentó en el sillo, cruzando las abrazaderas, quedando atrapada como dentro de una madre en el sillón.
Así fue que este, propulsado por alguna tecnología invisible, al tenerla bien agarrada, empezó a subir, y ella vio el parque a la altura que permiten las montañas rusas, siguió subiendo y vio Retiro todo, la ciudad como tantas veces desde el avion llegando a aeroparque y luego, ya atrapada vio mas, vio las nubes, vio el país y vio como su ropa iba incendiándose y se vio a si misma (ya no estaba en su cuerpo) hecha una antorcha y por fin entendió que descansaba de sus pensamientos.
domingo, 11 de agosto de 2019
un largo y tortuoso camino a ningun lado.
un largo y tortuoso camino a ningun lado.
La primera vez que fue a la ginecologa, a escondidas, para corroborar si un atraso menstrual era un incipiente embarazo, no se de quien tuvo la recomendación de que. en ese lugar .la iban a atender sin preguntarle por la madre y así dirigió sus pasos a los Bomberos Voluntarios .
El sitio, cuyo primer piso había sido una enorme sala de baile que había conocido grandes celebraciones de carnaval en otra era glacial, contaba con una sala de primeros auxilios donde todos los niños de la zona recibían vacunas, los viejos se tomaban la presión y se daban inyecciones. También servia para las dolencias que acarreaban vergüenzas,como en este caso.
Con el afán típico de las sociedades de fomento de la primera mitad del siglo XX, sin animo de lucro, pero si un poquito, algo, que no se notara mucho, los bomberos habían hecho allí unos consultorios básicos -pediatría, clínica y ginecología- para los vecinos que tuvieran demasiado humos para atenderse en el hospital publico (las estoy contando, cinco cuadras) o demasiada poca suerte como para tener una obra social, con sueldo en blanco.
Ella se dirige sola hacia la ginecóloga, sin turno, porque atiende por orden de llegada. Es la siesta y es verano: Las chicharras alteran el silencio de la hora. hacen bardo, chillan como poseídas, en la calle no hay nadie y las casas se encierran en si mismas, como si el letargo de la hora las obligara a ser claustro, como si estuviera prohibido asomar la trucha a la calle y solo los incompetentes se le animaran al verano en la siesta.
Cinco cuadras la separan su casa natal, otro barrio.
Faltando nada, ella reconoce la casa de los De Fasi, el chiquito fue compañero de su propio hermano,y ahi mismo le agarra una parálisis en las piernas.No puede avanzar. Una garrotera como la del Chavo, en las pantorrillas. Se queda dura, se da cuenta que son los nervios, y no puede dar un paso. Nada que justifique esa contractura que, sin embargo, no es un calambre. Simplemente quiere levantar la pierna para dar un paso y luego otro, y no ha estudiado psicoanálisis , nunca escuchó hablar de las parálisis histéricas pero tiene la comprensión de que eso que le pasa es que el cuerpo dice, a la manera de los mandatos bíblicos: "no darás un paso mas". Un paso mas sería comprender que está embarazada, comprender que no quiere tener hijos, imaginarse un futuro sin ventura.
Como hace calor, no intenta sacarse los zapatos y amasar los pies con la vereda, para ablandarlos, para que de una vez hagan lo que tienen que hacer, para lo que están diseñados: caminar.
Se agacha sobre si misma y se masajea las pantorrillas. No puede llamar a nadie. eso desembocaría en que alguien se comunicaría con sus padres (después de todo es una niña, que otra cosa puede hacerse) y tendría que explicar que hace por esas cuadras, aunque eso es lo de menos, ella es la maldita Ama de las Mentiras, pero no puede ser que no camine. Quiere sentarse, quiere llorar, quiere irse de ahí.quiere no estar embarazada, quiere no tener que ir a la doctora.
Ni siquiera hay sombra, pero en la otra vereda hay un árbol, si llega al árbol no va a parar, no sea que no pueda caminar nunca mas.
En el consultorio de los bomberos no hay aire acondicionado, pero como arriba está el salón y los techos son altísimos, y todo es umbrío, seguro que ese calor pegajoso de su espalda se irá secando.Le dice eso a su pierna tullida.
El olvido se ha llevado la medición del tiempo: una hora, por ahi no pasó ni un minuto, ella decide como una devota en Lourdes, que tal parálisis no va a llevársela puesta, entonces, como si la virgen le susurrara "avanza hacia mi, que Jesús te hará caminar", sin miedo, se iergue y trata de dar un penoso paso: Se clavan en su pantorrilla mil astillas, la muy hija de puta de la pierna no se mueve, pero el resto del cuerpo la arrastra, como se arrastra a un cadáver de los pelos para sacar a un ahogado del mar.
No hay nadie que le esté mirando. Menos mal, no necesita alguien que venga a preguntarle que le pasa, estatua en la vereda, sin llorar, mas enojada que otra cosa. Esa pierna de títere pinocho, de madera de pino, esa estatua de sal en la pierna, esa pierna que la delata (no puedo dar un paso mas), a una cuadra del consultorio de la ginecóloga que dictaminará su futuro, si se salva o va al matadero.
Se apoya en el pilar de la casa con todo su cuerpo dejando a la pierna idiota colgando, falta que salga el dueño que sin saberlo espía por la ventana y le diga que te pasa nena, buscas algo, para que todo estalle. Ella mira, como si fuera eso el centro de su atención, el jardín con sendas de cemento que se bifurcan en un arabesco pelotudo, en cuyo centro hay un rosal y unos malvones.
El rosal fue podado recientemente, y en sus ramas se ve la jalea del hortal, para que las hormigas no se den un banquete, el hortal como el gas sarin matará todo lo que se le acerque en vez de hacerlos libres. Su pierna tiene un cosquilleo como si el gas sarin la estuviera colonizando.
El sol le revienta la cabeza, el calor hace que sus sobacos inunden la ropa de perfume barato,el talco que se puso en los zapatos se hace cremita. Se ha bañado antes de ir a los bomberos como hace cualquier mujer de bien antes de ir al médico, poniéndose una bombacha rosa,que tal vez le harán sacar para meterle los dedos y decirle que efectivamente está embarazada. Las ginecólogas mujeres son todas brutas, no saben meter los dedos, le dijo una del colegio, que tiene mas experiencia.
Si no se mueve morirá paralitica e insolada, a solo cien metros del consultorio de los bomberos
Ella piensa: no falta nada, agarra empuje e intenta de nuevo.
El sitio, cuyo primer piso había sido una enorme sala de baile que había conocido grandes celebraciones de carnaval en otra era glacial, contaba con una sala de primeros auxilios donde todos los niños de la zona recibían vacunas, los viejos se tomaban la presión y se daban inyecciones. También servia para las dolencias que acarreaban vergüenzas,como en este caso.
Con el afán típico de las sociedades de fomento de la primera mitad del siglo XX, sin animo de lucro, pero si un poquito, algo, que no se notara mucho, los bomberos habían hecho allí unos consultorios básicos -pediatría, clínica y ginecología- para los vecinos que tuvieran demasiado humos para atenderse en el hospital publico (las estoy contando, cinco cuadras) o demasiada poca suerte como para tener una obra social, con sueldo en blanco.
Ella se dirige sola hacia la ginecóloga, sin turno, porque atiende por orden de llegada. Es la siesta y es verano: Las chicharras alteran el silencio de la hora. hacen bardo, chillan como poseídas, en la calle no hay nadie y las casas se encierran en si mismas, como si el letargo de la hora las obligara a ser claustro, como si estuviera prohibido asomar la trucha a la calle y solo los incompetentes se le animaran al verano en la siesta.
Cinco cuadras la separan su casa natal, otro barrio.
Faltando nada, ella reconoce la casa de los De Fasi, el chiquito fue compañero de su propio hermano,y ahi mismo le agarra una parálisis en las piernas.No puede avanzar. Una garrotera como la del Chavo, en las pantorrillas. Se queda dura, se da cuenta que son los nervios, y no puede dar un paso. Nada que justifique esa contractura que, sin embargo, no es un calambre. Simplemente quiere levantar la pierna para dar un paso y luego otro, y no ha estudiado psicoanálisis , nunca escuchó hablar de las parálisis histéricas pero tiene la comprensión de que eso que le pasa es que el cuerpo dice, a la manera de los mandatos bíblicos: "no darás un paso mas". Un paso mas sería comprender que está embarazada, comprender que no quiere tener hijos, imaginarse un futuro sin ventura.
Como hace calor, no intenta sacarse los zapatos y amasar los pies con la vereda, para ablandarlos, para que de una vez hagan lo que tienen que hacer, para lo que están diseñados: caminar.
Se agacha sobre si misma y se masajea las pantorrillas. No puede llamar a nadie. eso desembocaría en que alguien se comunicaría con sus padres (después de todo es una niña, que otra cosa puede hacerse) y tendría que explicar que hace por esas cuadras, aunque eso es lo de menos, ella es la maldita Ama de las Mentiras, pero no puede ser que no camine. Quiere sentarse, quiere llorar, quiere irse de ahí.quiere no estar embarazada, quiere no tener que ir a la doctora.
Ni siquiera hay sombra, pero en la otra vereda hay un árbol, si llega al árbol no va a parar, no sea que no pueda caminar nunca mas.
En el consultorio de los bomberos no hay aire acondicionado, pero como arriba está el salón y los techos son altísimos, y todo es umbrío, seguro que ese calor pegajoso de su espalda se irá secando.Le dice eso a su pierna tullida.
El olvido se ha llevado la medición del tiempo: una hora, por ahi no pasó ni un minuto, ella decide como una devota en Lourdes, que tal parálisis no va a llevársela puesta, entonces, como si la virgen le susurrara "avanza hacia mi, que Jesús te hará caminar", sin miedo, se iergue y trata de dar un penoso paso: Se clavan en su pantorrilla mil astillas, la muy hija de puta de la pierna no se mueve, pero el resto del cuerpo la arrastra, como se arrastra a un cadáver de los pelos para sacar a un ahogado del mar.
No hay nadie que le esté mirando. Menos mal, no necesita alguien que venga a preguntarle que le pasa, estatua en la vereda, sin llorar, mas enojada que otra cosa. Esa pierna de títere pinocho, de madera de pino, esa estatua de sal en la pierna, esa pierna que la delata (no puedo dar un paso mas), a una cuadra del consultorio de la ginecóloga que dictaminará su futuro, si se salva o va al matadero.
Se apoya en el pilar de la casa con todo su cuerpo dejando a la pierna idiota colgando, falta que salga el dueño que sin saberlo espía por la ventana y le diga que te pasa nena, buscas algo, para que todo estalle. Ella mira, como si fuera eso el centro de su atención, el jardín con sendas de cemento que se bifurcan en un arabesco pelotudo, en cuyo centro hay un rosal y unos malvones.
El rosal fue podado recientemente, y en sus ramas se ve la jalea del hortal, para que las hormigas no se den un banquete, el hortal como el gas sarin matará todo lo que se le acerque en vez de hacerlos libres. Su pierna tiene un cosquilleo como si el gas sarin la estuviera colonizando.
El sol le revienta la cabeza, el calor hace que sus sobacos inunden la ropa de perfume barato,el talco que se puso en los zapatos se hace cremita. Se ha bañado antes de ir a los bomberos como hace cualquier mujer de bien antes de ir al médico, poniéndose una bombacha rosa,que tal vez le harán sacar para meterle los dedos y decirle que efectivamente está embarazada. Las ginecólogas mujeres son todas brutas, no saben meter los dedos, le dijo una del colegio, que tiene mas experiencia.
Si no se mueve morirá paralitica e insolada, a solo cien metros del consultorio de los bomberos
Ella piensa: no falta nada, agarra empuje e intenta de nuevo.
jueves, 8 de agosto de 2019
UN CUENTO VIEJO ARREGLADO PARA MANDAR A UN CONCURSO
Titulo: Mon Revé Seudónimo VODKA.
Si
se lo cuento a los viejos, ellos le echaran la culpa de lo que me pasa al
viento. Las sierras, cuando el viento aúlla, y los espinillos se mecen sobre
los caminos de tierra y arañan las pircas y los faroles bailan en los cruces de
manzanas, en tardes tormentosas como las de hoy, extraño la ciudad, todo se me
vuelve un lugar extraño.
¡Después
de tantos años! Y me pregunto qué hago yo acá.
Llegué a la villa cuando el único negocio decente era El Caballito Blanco, el almacén de Ramos Generales, mezcla de ferretería, bazar y mercado, donde conseguías desde aspirinas hasta palas de punta y forraje para las gallinas y también leche en polvo. Cualquier cosa que te ahorrara el viaje a Jesús María. También había algunas despensas desperdigadas donde comprar kerosén, cosas básicas (harina, azúcar, fideos, que se yo, nada extravagante) y una estafeta postal abajo, en la ruta. La Gladys hacia de estafetera, vendedora de pasajes, y peluquera. Los que tenían vacas te llevaban la leche a domicilio. Esos eran nacidos y criados y los más pobres de todos. Si no me equivoco el apellido (entonces) era Almazán, y los chicos todos subnormales. Creo que por culpa de la pobreza. Pero te estoy hablando de mil años atrás: O cuarenta, es lo mismo.
Antes de eso, pensiones de Palermo y de Congreso, y un montón de casas de tránsito. Pensar que ahora, tantos años después la gente cree que soy de aquí, criada en estas sierras. Pero yo fui carne urbana cuando viví en Buenos Aires: Limpie oficinas en el microcentro, fui telefonista -con una centralita con clavijas, que ahora debe ser pieza de museo-, ayudante en una casa de modas de la calle Florida. Y lo otro. Esa pasión. Ya no se cómo nombrarlo. De tanto silenciarlo me quede sin las palabras que lo cercan
Cuando caminaba renga, un amigo de un amigo de un amigo (el tiempo, que es piadoso, borró los nombres) me consiguió este lugar, y vine como enfermera sin título. Para cuidar a una alemana vieja que tenía Alzheimer (justicia poética: una alemana tenía una enfermedad que graciosamente llaman "el alemán"), cuya hija buscaba a alguien que no fuera una negra, Y yo, blanca de linaje de gallego, renga y todo, le vine bien. Poliomielitis dije y no le extrañó. Vivían en un frasco en este pueblo, y eso que tenían a Córdoba, la revoltosa, a una hora de Ablo. Pensé para mí: tres, quizás cuatro meses. Hasta que las cosas se tranquilicen. Recomendada por la alemana no necesite otra carta de presentación.
Y los años pasaron: casera, cuidadora de alemanes, trabajé en la estafeta cuando
Nadie me conoce familia. Deben creer que nací de una higuera. Ningún novio. Tuve amoríos, como cualquiera, pero no fui el festín de ningún chimento, y no les conté nada. Tampoco cartas. Y los que me preguntan, ningún dato. Aprendí el arte de callarme la boca. Y deje de tener opiniones Y en el trámite dejé de tener sueños. Y de celebrar fechas, recordar el tiempo, hasta te diría, de tener opiniones. Como si hubiera nacido cuidando alemanas, como si aquella tarde también me hubieran matado a mi. En realidad, ellos no lo saben, pero al matarlos me mataron.
Hoy estaba mirando el diario de ayer y la fecha me empezó a molestar, Yo pensé que me molestaba el viento, pero al rato, mirando fijamente el diario, caí en la cuenta de que ayer cumplí setenta años. Se me secaron los pechos sin dar de mamar, se me enfriaron las entrañas, se me olvido la pasión por las ideas.
La casa tiene un nombre, que yo no le puse. Mon Revé. Setenta años. Es decir, soy una vieja. Tengo el pelo largo y canoso, y los músculos fibrosos de tanto subir y bajar la sierra. Una crema Pons es mi único cosmético para cuando tengo las manos tan secas como el corazón. Y me visto con la misma ropa y para trabajar me pongo este delantal de tul arriba de lo negro y cuando me miro en el espejo, con el pelo atado y el delantal de tul y una torta alemana de manzanas y stroisse no se quién es esa.
Desde
que caí en que tengo setenta años empecé a añorar Buenos Aires.
Cuando
veo Buenos Aires en los noticieros y no
me daba nostalgia. Pero esto es otra cosa. Yo no soy una alemana, no soy de las
sierras. ¿Acaso no nací en la maternidad Sarda, no fui al colegio en Flores?
Este viento viene del norte y me altera las ideas. Me hace mal. Me dio ganas de buscar la valija vieja que tengo en el altillo, que esta zunchada, y que no he vuelto a abrir, aunque hasta que termine en Mon Revé, fue y vino conmigo por toda la villa. La valija de la ropa, y esta, la zunchada. Voy a agarrar la escalera y ya.
Este viento viene del norte y me altera las ideas. Me hace mal. Me dio ganas de buscar la valija vieja que tengo en el altillo, que esta zunchada, y que no he vuelto a abrir, aunque hasta que termine en Mon Revé, fue y vino conmigo por toda la villa. La valija de la ropa, y esta, la zunchada. Voy a agarrar la escalera y ya.
Puff, con esta linterna no importa que la lamparita no ande y lo mejor es que no entra el viento pero hay olor a viejo. Un día, hace como cinco años tire las cosas del doctor, papeles sobre todo, que estaban acá, y acomode la valija.
Yo guardo poco, porque tuve que aprender a andar ligera de equipaje, pero nunca me deshice de esto. No se si la puedo bajar. La tiro y ya está. Ya está. El ruido a fierro atraviesa los papeles de diarios y los trapos con los que envolví las cosas.
Este suncho de hilo de nylon no se corta así nomás.
Lastima que acá abajo se escucha el soplido del viento. Los vecinos se meten adentro. No te cruzas con nadie. Así que puedo agarrar el cuchillo y ver los fierros
¿Será como un regalo de cumpleaños tardío? Acá esta el fusil acá los tres revólveres calibre 32, la pistola 22. Y son como todo lo que tengo en la vida. Un hilo de tanza que me lleva al pasado. Atrás de la mina de negro con delantal de tul que sirve el té en el saloncito de adelante de Mon Revé. Ahí estoy yo. La otra que soy yo.
Acá está el trapo con sangre, es como una bandera, una forma de la identidad, reliquia, dinosaurio, recuerdo u olvido de esa otra. Pero lo guarde, envuelto en diario y en trapo (en otro trapo) como si fuera una bandera. La sangre parece pintura antioxidante y los fierros están tan cual. Aceitaditos no se oxidaron.. Los fierros los voy a enterrar, dicen que cuando el hierro se oxida es bueno para las plantas.
Y en cuanto al trapo, ya vamos a pensar. Dicen que no hay que negociar la sangre derramada y eso debe incluir la propia..
Montoneros,
carajo.
lunes, 5 de agosto de 2019
asuntos inmobiliarios.
Me ofreciste tu casa
para pasar la noche
El rescoldo de tu hogar
para calentarme del frio
y yo entré confiada
y me apoyé en tus labios humedos y generosos
Tal vez buscaba posadero, un techo, un reparo. O vos una inquilina temporal y sellamos el contrato
poniendo el cuerpo
Tal vez buscaba posadero, un techo, un reparo. O vos una inquilina temporal y sellamos el contrato
poniendo el cuerpo
sábado, 3 de agosto de 2019
el narrador deficiente.
Los viernes voy al taller de cuento y leemos unos cuentos preciosos. En este caso uno de Rulfo, del que no leí nada. Me quedo tranquila porque al final escribió tan poco que tengo disculpas: Solo El llano en llamas (unos cuentos) y Pedro Páramo, del que sabía que era una novela fundamental (y yo no la leí) de la literatura americana.
Del cuento sacamos la idea del narrador deficiente, en el cuento un loquito, alguien que sabe menos que nosotros. Y la consigna de hacer un cuento con un narrador deficiente. Entonces se me ocurrió Ninina y lo voy a llevar el viernes próximo. Me debo a mis lectores, es decir a uds.
Y esta tipa que me viene a ver, una negrita cabeza chiquita, me viene a llamar Ninina. No le retruco porque por ahí la conozco y me olvidé, como cuando para mi cumpleaños cayó mi nuera, la segunda esposa de Mariano y yo no me acordaba y estuvo una hora explicándome quien era y me decía ¿no se acuerda de Mariano? Mirá si no voy a acordarme de mi hijo que estuve como doce horas de parto y el doctor ese que me decía hace fuerza y me desgarré toda, tan tolola no estoy, que se cree, pero en la cabeza se me hizo que todavía estaba con Paula y esta nueva se me confundía. Hasta que me acordé y le dije “ah, vos sos la que reemplazó a Paula” y todos se miraron con caras, especialmente Mariano, que para mi todavía la quiere a la Paula.
Del cuento sacamos la idea del narrador deficiente, en el cuento un loquito, alguien que sabe menos que nosotros. Y la consigna de hacer un cuento con un narrador deficiente. Entonces se me ocurrió Ninina y lo voy a llevar el viernes próximo. Me debo a mis lectores, es decir a uds.
Ninina,
Ninina, vení a ver, la pigmea puso huevos y uno es grande como un melón. Mamá
era tan exagerada que siempre había que dividir por tres para saber la verdad.
Yo me llamo Antonia, como ella, pero los cercanos me dicen Nina. Solo Pedro
me decía Ninina y los chicos cuando me
querían sacar algo me decían Ninina, no entiendo porque esta señorita me
dice Ninina.
Por ahí la conozco porque la
cabeza no me da mucho. Dicen los demás, porque les juro que me puedo acordar
con detalle el nombre secreto de cada pigmea. Esa se llamaba Emilia. Eran
nombres que le ponía a las gallinas, y mamá no sabía, en eso era inflexible: no
tenían que tener nombre porque después nos las íbamos a comer.
En mi infancia escuchábamos
misa en latín , no como después que le pusieron guitarreada y parecía una fiesta
y la gente dejo de tener miedo y andaban
pecando por ahí, total, era igual. Nadie va a misa ahora, pero la “Antonia
grande” como decían mis tios, me llevaba cada domingo, porque casi fue monja antes de venirse en la tercera del
Comte Grande ,y me hacia rezar el rosario en latín. Cuando llegó a la
Argentina lo conoció a papá y tuvieron seis hijos y yo era la mayor, y la
única que sabía seguir la misa en latín. y eso cuenta como ser la preferida . Por eso
cuando yo me comía a las gallinas pensaba que estaba bien que tuvieran nombre y
les decía para adentro “ora pro nobis. Emilia”, como cuando te tragas la hostia,
te comés el cuerpo de Cristo, ahora en la forma de gallina.
Y esta tipa que me viene a ver, una negrita cabeza chiquita, me viene a llamar Ninina. No le retruco porque por ahí la conozco y me olvidé, como cuando para mi cumpleaños cayó mi nuera, la segunda esposa de Mariano y yo no me acordaba y estuvo una hora explicándome quien era y me decía ¿no se acuerda de Mariano? Mirá si no voy a acordarme de mi hijo que estuve como doce horas de parto y el doctor ese que me decía hace fuerza y me desgarré toda, tan tolola no estoy, que se cree, pero en la cabeza se me hizo que todavía estaba con Paula y esta nueva se me confundía. Hasta que me acordé y le dije “ah, vos sos la que reemplazó a Paula” y todos se miraron con caras, especialmente Mariano, que para mi todavía la quiere a la Paula.
Si estuviera Pedro por ahí
no me sentiría tan preocupada, él siempre sabía lo que había que hacer, pero yo
no se, desde que murió estoy un poco mareada. Entonces me callo y veo que
pasa.
Este lugar no me
gusta, tiene olor, como a acaroína, como cuando bañábamos al León, el perro que
trajo Ricardo y al final se quedó hasta que lo pisó la chata del sodero,
pero no es exactamente eso. Fuerte como
a pis tapado con desodorante Poet que
compro suelto.
El otro día vinieron mis dos nueras a limpiar la casa porque dicen que había olor. La nariz es como la cabeza, a veces parece que funciona y otras veces parece que no me funciona, pero me funciona, porque el olor de esta confitería si que lo siento.
El otro día vinieron mis dos nueras a limpiar la casa porque dicen que había olor. La nariz es como la cabeza, a veces parece que funciona y otras veces parece que no me funciona, pero me funciona, porque el olor de esta confitería si que lo siento.
No estaba muy de acuerdo con
que vinieran a limpiar mi casa, no soy una sucia, yo la limpio sola. Y menos de
acuerdo con que tiraran cosas sin que yo pudiera mirar. Por ahí tiraban algo que yo usaba, como esas
sabanas que tenía con florcitas de alelí. Seguro las tiraron o Paula se la
robó, pero no puede ser porque Paula se separó de Mariano antes de que Pedro se
muriera en el hospital. No sé. La cuestión es que vinieron a limpiar y me
pusieron a ver la televisión y al rato me trajeron un mate cocido y
me dormí en el sillón y cuando me desperté estaban los chicos, mis varones, y
habían traído empanadas y comimos todos juntos como cuando vivía Pedro y había
como media docena de bolsas de consorcio negro en el pasillo, que se llevaron y
cuando pregunté no me dijeron nada.Comé esta de verdura que te hace bien y no
la vas a repetir, dijo Ricardo.
La otra nuera, me dijo Nina
no se haga problema por nada, nosotros nos ocupamos, después mire que lindas
sabanas limpias le pusimos y la vamos a llevar a un lugar donde siempre va a
estar limpio. Eso me pareció raro y entonces Mariano le dijo cállate y a mí no
me anda bien la cabeza y le pregunté si me iban a matar y el Ricardo, que nunca
habla, dijo Mamá como se te ocurre, y la mujer dijo enseguida el sábado la
venimos a buscar y la vamos a llevar a tomar el té a una confitería.
A mi me sonó raro por la diabetis, yo no puedo comer dulce, pero tampoco tomo la metformina porque las pastillas son grandes y se me atragantan, pero como me dijo de las masas finas y soy muy golosa, esta semana me tomé todos los días la pastilla, la partí y me la tragué.
Así que cuando hoy vinieron todos Ricardo, Mariano, y la nueva y la otra, la gorda, de Ricardo, que ahora no me sale el nombre para llevarme a la confitería, solo me extrañó que me quisieran bañar y me sacaran el medallón que es la Virgen de los Milagros que me regaló Pedro cuando éramos novios .La gorda dijo yo se lo guardo y cuando quiera se lo pongo, otro día. Yo dije que me bañaba sola, y lo único que logré es que se quedaran en el baño las mujeres hablando entre ellas, por miedo a que me cayera o algo así, que estúpidas. Cuando estaba Pedro él me bañaba porque una vez no supe salir de la ducha pero fue una vez sola, y a mi me gustaba que estuviera Pedro, porque era mi marido y cuando me bañaba me tocaba.
A mi me sonó raro por la diabetis, yo no puedo comer dulce, pero tampoco tomo la metformina porque las pastillas son grandes y se me atragantan, pero como me dijo de las masas finas y soy muy golosa, esta semana me tomé todos los días la pastilla, la partí y me la tragué.
Así que cuando hoy vinieron todos Ricardo, Mariano, y la nueva y la otra, la gorda, de Ricardo, que ahora no me sale el nombre para llevarme a la confitería, solo me extrañó que me quisieran bañar y me sacaran el medallón que es la Virgen de los Milagros que me regaló Pedro cuando éramos novios .La gorda dijo yo se lo guardo y cuando quiera se lo pongo, otro día. Yo dije que me bañaba sola, y lo único que logré es que se quedaran en el baño las mujeres hablando entre ellas, por miedo a que me cayera o algo así, que estúpidas. Cuando estaba Pedro él me bañaba porque una vez no supe salir de la ducha pero fue una vez sola, y a mi me gustaba que estuviera Pedro, porque era mi marido y cuando me bañaba me tocaba.
Así que fuimos en el auto de
Ricardo la gorda, el y yo y pararon en Las flores Porteñas a comprar masas. Son
muy ricas las masas de ahí, hay unos merenguitos chiquitos y unas que tienen como
bizcochuelo abajo y una cremita de limón, pero donde se vio que uno tenga que
llevar masitas cuando se va a una confitería a tomar el té. Cuando estacionamos
estaba la nueva Paula y Mariano y yo dije esto no es una confitería, pero decía
Residencial y me pareció que sí.
Estas cosas modernas yo ya
no las entiendo. Mi nieta me dijo que en la facultad hay un baño donde van las
mujeres, los varones y los maricones, todos juntos. Así que vinimos
a esta confitería y tenía un jardín donde había puras viejas, muchas en sillas
de ruedas, no como yo, que ni uso bastón y gente. La negrita dijo que es porque
es sábado y claro, ya se sabe, los sábados y los domingos la gente rica
va a tomar el té afuera. Adentro hay
este olor, pero había menos en el comedor donde en una mesa nos sentamos todos:
Y vino un señor y dijo “hola Ninina” y a mí no me gustó nada. La gorda le dijo
“ella va a estar muy bien acá” y Ricardo y Mariano medio lloraban, eran medio dramáticos como mi mamá, cuando
hablaba de cuando casi era monja y yo no entendía y en un momento el señor me
presentó a la negrita, me dijo como se llamaba pero ya me olvidé, y ella me
llevó a una pieza y cuando volví ya no estaban mis hijos y me dijo todo va a
estar muy bien, su dormitorio tiene vista al jardín, es de los buenos y para
usted sola.
Se fue y me dejó el paquete
de las masitas, pura porquería había quedado, bombitas húmedas que seguro se
las metieron sin que se dieran cuenta. Pero igual me las comí, porque había tomado
la pastilla.
Ahora estoy en a esta pieza,
se fueron todos y había preguntado cuando me vienen a llevar mis hijos,
que quiero ir a mi casa y de nuevo “Ninina, quédese tranquila, ahora esta es su
casa” y yo pienso que no entiendo nada como hacen las cosas ahora, me quedo
quieta y recuerdo cuando me comía a cada
pigmea y todos los nombres: Concheta, Fabricia, Feliciana, Emilia, todas
pigmeas; “Ora pro nobis.Adore te devote” no me acuerdo mas, pero seguro que despees
si. Ah, la gorda se llama Mabel, ¿viste?.Va y viene.
Cuando venga la negra esa pata sucia le voy a decir dígame Antonia y después me callo y me quedo quieta hasta que me vengan a buscar.
Cuando venga la negra esa pata sucia le voy a decir dígame Antonia y después me callo y me quedo quieta hasta que me vengan a buscar.
-
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
algo viejo que merece volver a leerse.
cateterismo
La mañana se desliza entre nescafé y el viaje a la clínica, él manejando con auto mientras el otoño, otro otoño, otro mas, casi rutina y des...
-
Mil veces me di con la piedra en la pera sin aprender nada
-
un dragon tira esputos de calor desde el sol mal clima para sentirme especial sin ironias especial para mi vida Mirame: soy esa que tambo...
-
Hoy leí el refrán "estar al salto por un bizcocho" que se refiere a estar superatento a lo que necesita el otro, para complacer su...