huyendo de Asterion.

Les conté que voy a un taller y que dan consignas para escribir. En este caso tomar algo "clasico" como hizo Borges con el mito de Ariadna (que le da a Teseo un hilo para que no se pierda en el laberinto), y Borges (como era Borges y no yo)le inventó un nombre y una estirpe al minotauro y escribió esta belleza (La casa de Asterion)
Yo escribí lo de mas abajo, es solo un ejercicio, no sean hijos de puta y se ensañen conmigo. 






La casa de Asterion  JOrge Luis Borges

Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito) están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios, pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz  de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida.) Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que ho hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se prosternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, cro, se ocultó bajo el mar. No en vano fue una reina mi madra; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera





Huyendo de Asterion  (este es mi relato)

«Ariadna dio un ovillo a Teseo aconsejándole que lo siguiera hasta dar con el monstruo durmiente a quién debía atrapar por el pelo y sacrificar a Poseidón. Después podría encontrar el camino de vuelta volviendo a enrollar el ovillo en sentido inverso» Robert Graves1

Tenia miedo de perderme porque las calles no estaban bien trazadas, no eran la cuadricula a la que nos tiene acostumbrada nuestra urbanización y entonces le pedí a la Chila que me acompañara, pero como le dio paja me dijo: vos venís a mi casa, que queda afuera de la villa, pero casi enfrente y yo te doy un hilo mientras sostengo el carretel como reaseguro y vos lo vas desenrollando, y podes pasearte  por ahí, y cuando te querés volver, enrollas el hilo que está en tu mano y no tenés que preguntarle a nadie, porque ahí nadie te va a dar bola.
Así que por más complicado que parezca, cruce la terminal de Retiro y con paso firme me dirigí a la villa  y me adentré por una calle, muy ancha, no crea, donde había puestos de cosas surtidas, desenrollando y pensando en que en medio metro se me iba a acabar el cordel, pero la Chila iba reuniendo carreteles y el hilo seguía acompañándome, casi a ras del suelo, porque no quería que nadie se atropellara y se cortara, aunque para cortarlo había que ponerle fuerza.
Me sumergí en pasillos que salían aleatoria, intrincadamente hacia el costado y todo se hizo angosto y tenebroso y empezaron a verse menos venta de cosas usadas y mas venta de cosas inútiles como aparatos eléctricos rotos o celulares de tecnologías pasadas y casas de comidas de países vecinos, paraguayos, bolivianos y sobre todo sopas con pedazos de cosas adentro. Y barberos centroamericanos. Hasta que al final, nada de negocios villeros, solo pasillos y casi ni puertas.
La Chila me llamó a mi celular diciéndome que volviera, que estaba inquieta, que era una mala idea estar esa noche en ese lugar. A todo esto la luna había salido, chiquita y rencorosa, apenas una feta de luna y sentí una amenaza, una rata en un laberinto, y dios mofándose.
Estaba en una calle sin salida y lo vi. Al final supe que buscaba. El hilo se me cayó de la mano del terror, me acordé de cierta lectura, y observé como posibilidad de huida una escalera que subía a un tercer piso sin revoque fino, puro ladrillo hueco uno arriba del otro,y  me invitaba a que me salvara.
Sentí el aliento de la bestia, bufando fétidas respiraciones, me trepé a la escalera, por la ventana se veía una familia compartiendo un programa banal de televisión.
Entendí que podía seguir ascendiendo hasta la terraza, donde aleteaban sabanas viejas húmedas (había, como siempre en Buenos Aires, mucha humedad). Sin embargo no me sentía a salvo, abajo me esperaba ese bufido, esa negrura, ese destino. Entonces me pare, abrí los brazos, las estrellas eran como en el campo, los autos corrían por la autopista trazando floripondios de neones con lo rojo de sus luces , me sentí poderoso y me tire a la autopista con los brazos abiertos, como un ave,  para salir del laberinto.

Comentarios

Moscón ha dicho que…
Puta madre; ni por arriba se puede salir de los laberintos, macri del orto y la puta que te parió!!
vodka ha dicho que…
Mira, Alejandro, no creo que sea casual que mis ultimos dos relatos sean de personas que al querer huir, (ambas por arriba) encuentren ninguna salida.
macri del orto.
estamos por volver.

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