nueva entrada del concurso de escritura. Hoy, tres escenas.
Escena 1
En la secretaría de la escuela hay una cola para que te atiendan. Adelante estoy yo, para cambiarme de turno.Me paso a la noche y atrás mio está él. Brilla. Hace chistes: quién lo diría, parece que soy tan atractiva como para que se fije en mí, tal vez solo me usa como excusa para desplegar su sentido del humor. Tengo un tester y se que es infinitamente inteligente. Usa el pelo largo y me hago la que no lo registro. Se me ríen los ojos. Si me sacaran una foto con una máquina que da cuenta del aura, estaría toda plateada.
En la secretaría de la escuela hay una cola para que te atiendan. Adelante estoy yo, para cambiarme de turno.Me paso a la noche y atrás mio está él. Brilla. Hace chistes: quién lo diría, parece que soy tan atractiva como para que se fije en mí, tal vez solo me usa como excusa para desplegar su sentido del humor. Tengo un tester y se que es infinitamente inteligente. Usa el pelo largo y me hago la que no lo registro. Se me ríen los ojos. Si me sacaran una foto con una máquina que da cuenta del aura, estaría toda plateada.
Escena 2
Un año después. Estamos en
su terraza, me saca el corpiño (es el bueno, uno de encaje azul. Es la
única vez en mi vida que tuve un corpiño azul noche. El encaje no es
verdadero, es una lycra trabajada que simula encaje. Yo tuve una bombacha que
hacía juego con ese corpiño que perdí y aún recuerdo)
Solo ayer se me ocurrió
-no entonces ni nunca- que habrá usado ese corpiño para hacerse la paja. En esa
terraza él me agarra las tetas como si no hubiera mañana. Es la hora de la
siesta, y estamos en el equivalente a un tercer piso.Es en el momento que mas
me amó, y ahora me doy cuenta que como es aún muy chico, tiene 17 años, yo no
formo parte de una serie, o soy el numero 0 de una serie que se inicia.
De más está decir que es
la casa de los padres, que él vive allí y que abajo está la madre durmiendo la
siesta, mujer que pocos meses después morirá de un infarto. Ambos escuchamos a
Hendrix, a Pescado Rabioso y también a James Taylor. Lo deseo mucho, y creo que
lo amo. Se dio cuenta, de tanto mirarme, de que tengo ojos verdes. La
madre me dice “la gorda” pero entonces pesaba menos de 60 kilos. Se ve que
predecía el futuro.
Escena 3
Pasaron, como un ave que
migra rápido, antes de que el invierno lo cubra todo, treinta y tres años.
Cuando lo veo, se me viene la imagen de su padre, ya muerto, y él se le parece
a aquel jubilado (y tenía edad para ser el padre
de mi padre entonces).
No queda ni resto de
su pelo de los setenta. En esa época los varones usaban el pelo largo, con la
raya al medio y se ponían las crenchas para adelante: ni en pedo se hubieran
hecho un rodete o una colita .¿acaso nunca viste las fotos de los
desaparecidos? Todos lucían así, y usaban bigote. Iba a la secundaria con su
bigote.
Ahora es un gerente de un
banco, pero un gerente de los de muy arriba, tal vez sería adecuado decir que
es un CEO, sin embargo no se bien que significa eso.
Me invita a almorzar.
Comemos frente al
Botánico, y le dejo que elija el menú, y nos pide un bife de chorizo. Hablamos
de política, mucho. El evita hablar de lo que fuimos. Es probable que no se
acuerde de nada, si al final ni siquiera cogimos.
Mansas pajas se habrá clavado,
eso seguro. Conversamos como gente sensata de las opciones ante las próximas
votaciones, agradezco a Jesús que no es un facho de mierda
Yo tengo ganas de hablar
de música, o de lo que nos pasó en estos treinta años largos: no tuvo hijos, no
tuvo una mujer duradera. Yo soy una mujer de familia.
Me lleva a la casa, un
departamento de tres ambientes a media cuadra del Zoológico. Casi que se
disculpa por vivir en un lugar tan bacán. Me dice que cuando lo compró eso no
era Palermo Concha, que era un barrio, que estaba cerca del subte, lo que era
bueno para ir al banco.
Yo sigo viviendo en Lanús,
Sigo siendo la mina de la
cola de la secretaría en la secundaria.
Tampoco me dice de coger.
Me muestra la casa y abre
los cajones, ni se por que. Demasiado ordenado.La inteligencia le sirvió
solo para ganar guita y ascender. A mi, a la que fui, a la que conservo como
puedo, eso no la impresiona.
Lo hago llorar.
Al final me voy, me siento
poderosa, me siento ganadora, me siento que supe guardar aquello que fui.
Comentarios
¿no nos decíamos gorda y gordi en lugar de boluda?
Te felicito. Son tres escenas exquisitas.
Beso y salud!