morimos y vivimos.
Mientras leía la historia del tipo de Entre Ríos que contaba como había tenído un accidente en una ruta a Formosa y se había puesto a tomar mate mirando el auto culo para arriba, mientras esperaba el auxilio, en medio de la sangre y la desolación, Alessa se acordó de la psiquiatra esa tan malhumorada, cara de orto, hermana de una mina que estuvo presa en la dictadura -era de la Universidad de La Plata y había peleado mucho por el esclarecimiento en el tema Etchecolatz- que se enteró por otra. El relato incluía un accidente en la ruta, la muerte de un hijo y del marido y ella, la odiosa, dando de mamar a su bebé sobreviviente en lo desgarrado de esa vida -la que conocía, la que había tenido entonces- sentada en el pasto, esperando que la vinieran a sacar del horror.
También se acordó de otra historia, mucho mas reciente: de su madre horrorizada ante un noticiero de la televisión donde daban datos grotescos y amarillentos de una mujer que había cagado a palos a su hija pequeña y la había matado -sin querer, pero resulta que los niños son fragiles, y si les das una paliza de ordago puede ser que se mueran-. Lo horroroso es que había tratado de desaparecer el cadáver quemandolo y como no pudo, lo envolvió y lo puso en el carrito de su otro hijo pequeño (era pobre, es posible que ese carrito haya llevado muchos bebes antes del cuerpecito quemado).
Una cámara de seguridad la poncheó (se dirá asi?) con su pareja ocasional, su bebe apenas caminando y la muertita (un bulto tapado) en el carrito de bebe.
Del horror de su madre Alessa asoció con las palizas que recibió de niña y con la posibilidad cierta y no concretada de que de esas cagadas a palos podría, efectivamente haber muerto. Un mal golpe en la cabeza, un palazo de escoba que desprendiera un frágil pulmón.
Una angustia le subió por la garganta y pensó en el coso de Formosa, tomando mate y en lo lindo que es veces vivr para contarla. Y en que a veces debería ser mejor el olvidar ciertas cosas, cuando ya no hay nada para hacer. Pero el hombre es aquel que recuerda aquello que ha asesinado (la frase no es mia), mirá si no va a recordar lo que le duele.
También se acordó de otra historia, mucho mas reciente: de su madre horrorizada ante un noticiero de la televisión donde daban datos grotescos y amarillentos de una mujer que había cagado a palos a su hija pequeña y la había matado -sin querer, pero resulta que los niños son fragiles, y si les das una paliza de ordago puede ser que se mueran-. Lo horroroso es que había tratado de desaparecer el cadáver quemandolo y como no pudo, lo envolvió y lo puso en el carrito de su otro hijo pequeño (era pobre, es posible que ese carrito haya llevado muchos bebes antes del cuerpecito quemado).
Una cámara de seguridad la poncheó (se dirá asi?) con su pareja ocasional, su bebe apenas caminando y la muertita (un bulto tapado) en el carrito de bebe.
Del horror de su madre Alessa asoció con las palizas que recibió de niña y con la posibilidad cierta y no concretada de que de esas cagadas a palos podría, efectivamente haber muerto. Un mal golpe en la cabeza, un palazo de escoba que desprendiera un frágil pulmón.
Una angustia le subió por la garganta y pensó en el coso de Formosa, tomando mate y en lo lindo que es veces vivr para contarla. Y en que a veces debería ser mejor el olvidar ciertas cosas, cuando ya no hay nada para hacer. Pero el hombre es aquel que recuerda aquello que ha asesinado (la frase no es mia), mirá si no va a recordar lo que le duele.
Comentarios
Saludos
Saludos,
J.
La imagen del tipo tomando mate mirando el auto ruedas para arriba es para el inicio de una película argentina. Se seba un mate, lo toma, mira el horizonte... y ahí metemos pantalla negra, el título y volvemos en el tiempo para contar cómo el tipo llega a esa ruta de Formosa
Noto que "órdago" es una palabra que se está usando mucho en su pluma ¿Está jugando mucho al mus?
Vengo con un diciembre muy agitado, por eso mi ausencia (y no respuestas). Espero sepa comprender
Salú!