La hora mala.
En los hospitales monovalentes psiquiatricos, los manicomios, la hora mala es cuando se van todos los medicos, los residentes de guardia estan con sus bromas sexuales y envidias, metidos en el office, fumando como cerdos y la visita que nunca viene no viene.
En la vida de las solteronas, la hora mala es el domingo a la tarde, la hora del suicidio. En las feas, el sabado cuando nadie te invitara a salir .
Hasta es esperable para cualquiera de nosotros, los mortales, la hora mala en lo alto de la noche, pero hay algo inmoral en que sea en este momento, no deberia ser cuando te pones a diseñar tu tesis, tu reputisima tesis, una vez mas y te das cuenta (no queres darte cuenta) que se fue congelando el tiempo y no pasa y el orden de las cosas de la naturaleza y el orden de las cosas del espiritu se subvierte. No es justo contrariar a el poder de la luz de la Razon que los Enciclopedistas demostraron tan a las claras. No corresponde que la ciencia te haga esto, ahora que estas con tus papeles ordenados, la netbook preparada, el tiempo dispuesto, que la hora mala te agarre. Si fuera de noche, si los gallos estuvieran achuchados bajo las chapas y la ropa en los cordeles, desnudas bajo el sosten de los broches, empapadas de rocio, podria estar justificado.
Pero no con el Astro Sol arriba, en tu ventana abierta.
Sanamente desois las señales, no hay excusa para perderte en la musica de la voz de él, y despues decir que es la hora mala.
Entonces, con el sol y el ruido que hacen los dias habiles (bocinas, motores, heladeras, maquinas, niños, perros, timbres), esos ruidos que te dicen que estas aqui y ahora, te pones a trabajar en el proyecto y se te viene la idea de como sera abrazarlo. y con una bic azul delineas el marco teorico del olor que tendra el olor de él, e incorporás, elegis y descartas variables que intersecten la relacion (blanda o dura) de su aspereza, su tersura, su edad, su condicion social y su sexo con tu matriz de datos. Doble ciego pensas y cerras los ojos y la claridad del office desaparece. Randomizas el como, el porque, el cuando. Y como la hora es la hora mala, ya no hay duda, los escenarios son pesimos, improbables, nada se autosustenta y la viabilidad es francamente nula. Y entonces para que.
A otra cosa.
Te servis un cafe, y empezas a sacudir estupidamente la caja de los ganchitos en el escritorio y sin saber como, por que es la hora mala, sos una pequeña generala que mueve piezas de utilero en un teatro de operaciones, que bien mirado no es sino una mesa con arena. Pero las tacticas y estrategias que queres que te lleven a la victoria no sirven para la guerra ni para el amor, son gambitos de caballo de ajedrez y tiras los ganchitos al suelo, te acercas a buscarlos y con el dedo, cien ganchitos en el piso, armas un jardin zen de arena y piedra y tus dedos son pequeños rastrillos que dibujan mandalas, porque en la hora mala nada podes conseguir. Y te levantas con los ganchitos en la mano, tiras los apuntes de la tesina a la mierda y tomas tu cafe, te asomas en lo negro y el cuenco del cafe, taza adentro es un vortice, un abismo, un acantilado en el que se mece peligrosamente tu mirada, y subis la vista buscando un faro y solo esta el sol en la ventana, y entonces no te tiras adentro de la taza de cafe, sino que mas bien dejas el sobre de azucar a un lado y le pones unas sacarinas, que vez flotando por un segundo y se te ocurre pensar que esas pastillitas blancas son infinitesimales galletas chinas de la fortuna, con mensajes que dicen que lo que vos ya sabes, y revolves tu cafe con sacarina, arreglas los ganchitos, juntas la bibliografia del marco teorico, y esperas que se pase la hora mala.
El no te quiere.
En la vida de las solteronas, la hora mala es el domingo a la tarde, la hora del suicidio. En las feas, el sabado cuando nadie te invitara a salir .
Hasta es esperable para cualquiera de nosotros, los mortales, la hora mala en lo alto de la noche, pero hay algo inmoral en que sea en este momento, no deberia ser cuando te pones a diseñar tu tesis, tu reputisima tesis, una vez mas y te das cuenta (no queres darte cuenta) que se fue congelando el tiempo y no pasa y el orden de las cosas de la naturaleza y el orden de las cosas del espiritu se subvierte. No es justo contrariar a el poder de la luz de la Razon que los Enciclopedistas demostraron tan a las claras. No corresponde que la ciencia te haga esto, ahora que estas con tus papeles ordenados, la netbook preparada, el tiempo dispuesto, que la hora mala te agarre. Si fuera de noche, si los gallos estuvieran achuchados bajo las chapas y la ropa en los cordeles, desnudas bajo el sosten de los broches, empapadas de rocio, podria estar justificado.
Pero no con el Astro Sol arriba, en tu ventana abierta.
Sanamente desois las señales, no hay excusa para perderte en la musica de la voz de él, y despues decir que es la hora mala.
Entonces, con el sol y el ruido que hacen los dias habiles (bocinas, motores, heladeras, maquinas, niños, perros, timbres), esos ruidos que te dicen que estas aqui y ahora, te pones a trabajar en el proyecto y se te viene la idea de como sera abrazarlo. y con una bic azul delineas el marco teorico del olor que tendra el olor de él, e incorporás, elegis y descartas variables que intersecten la relacion (blanda o dura) de su aspereza, su tersura, su edad, su condicion social y su sexo con tu matriz de datos. Doble ciego pensas y cerras los ojos y la claridad del office desaparece. Randomizas el como, el porque, el cuando. Y como la hora es la hora mala, ya no hay duda, los escenarios son pesimos, improbables, nada se autosustenta y la viabilidad es francamente nula. Y entonces para que.
A otra cosa.
Te servis un cafe, y empezas a sacudir estupidamente la caja de los ganchitos en el escritorio y sin saber como, por que es la hora mala, sos una pequeña generala que mueve piezas de utilero en un teatro de operaciones, que bien mirado no es sino una mesa con arena. Pero las tacticas y estrategias que queres que te lleven a la victoria no sirven para la guerra ni para el amor, son gambitos de caballo de ajedrez y tiras los ganchitos al suelo, te acercas a buscarlos y con el dedo, cien ganchitos en el piso, armas un jardin zen de arena y piedra y tus dedos son pequeños rastrillos que dibujan mandalas, porque en la hora mala nada podes conseguir. Y te levantas con los ganchitos en la mano, tiras los apuntes de la tesina a la mierda y tomas tu cafe, te asomas en lo negro y el cuenco del cafe, taza adentro es un vortice, un abismo, un acantilado en el que se mece peligrosamente tu mirada, y subis la vista buscando un faro y solo esta el sol en la ventana, y entonces no te tiras adentro de la taza de cafe, sino que mas bien dejas el sobre de azucar a un lado y le pones unas sacarinas, que vez flotando por un segundo y se te ocurre pensar que esas pastillitas blancas son infinitesimales galletas chinas de la fortuna, con mensajes que dicen que lo que vos ya sabes, y revolves tu cafe con sacarina, arreglas los ganchitos, juntas la bibliografia del marco teorico, y esperas que se pase la hora mala.
El no te quiere.
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El no me quiere.