uno de fantasmas.

 Ninguna de nosotras podía imaginarse siquiera que estaba muerta. Un día -ya no era nuestra amiga- se había mudado de esa casa de principios de siglo XX, que su madre tenía prolija y limpia. Recuerdo que el living era un patio entoldado con las habitaciones en torno,  y que tenía un hermano mayor con el apódo estúpido de Coco.

Nosotras a  Ines, maledicentemente, la llamabamos Cebolla, por su cara redonda y blanca y cuando fuimos adolescente simplemente dejo de estar en nuesta vida.

Conservo algunas amigas de ese tiempo, por no haberme mudado nunca. Asi que cuando me la ví aquella noche de furia,de cerrazón,de truenos, de soledad, tan niña, tan blanca, tan Cebolla pensé en decirle a Marga que se me había aparecido fantasma la Inesita. Eso antes que el miedo, que el terror, que los eructos. El pasado es un animal inmortal, que nunca terminó de ser amansado.

Esta era una noche, despues de mi divorsio, una noche donde me había acostado temprano y donde -como siempre-me habian agarrado ganas repentinas de mear a las tres de la mañana. No se fue la urgencia de mis vias uretrales, o el trueno que gritaba en la noche o la presencia de la Cebolla sentada en el extremo de mi cama de dos plazas lo que me desperto, pero no me pude mover y me mee encima, despacito y tibio. y pensando en que el pelo se me había puesto todo blanco, prendí la luz.

La Ines estaba en sus doce años, vestida de comunion, pero de comunion de Santa Teresa, solo cuando reflexione mirando a mi perro, a la mañana se me ocurrio que ese vestido pudo ser su mortaja,  su vestido de muertita.

Por mas que yo sea la memoriosa de mi grupo de amigas, nunca supe de su muerte, seguramente acaecida despues de la mudanza,el vestidito blanco amarillento no dejaba lugar a dudas: estaba manchado de sangre vieja y ella se había convertido en una cebolla sangrienta y mucho peor, en una cebolla vengativa.

Cuando prendí la luz  quedó la marca de que alguien había estado sentado,y un frio típico del paso de un fantasma por la habitación, calentada a fuerza de yo estar respirando ahi, la helada literaria tipica de los relatos de fantasmas y,mas mundanamente, la necesidad de cambiar las sabanas que resolví acostandome en el otro lado de la cama, del lado seco, porque no me sentía con ganas de ir al baño y  encontrarme a la Ines sentada en el bidet,con su ropa de comunion manchada de sangre.

¿Que querría de mi? Yo había sido tan cruel con ella,como cualquier niña, y el tiempo pasado no me permitía recordar ninguna injuria.

Al día siguiente, recogi las sabanas y me fui a bañar,mi pelo estaba tan teñido como siempre,  y quise suponer que todo había sido un cuento,pero mi perro estaba acostado arriba de un pedazo de mortaja amarilla manchada de oxido que le habría arrancado a la fantasma. Y estaba tan raro, tan agresivo que no me permitio acariciarlo como cada mañana. Le puse comida y agua y me fui al trabajo. 


Estuve tan sombria  y poco habladora que hasta la recepcionista me preguntó si me pasaba algo.

Esa noche decidí no dormir en mi casa y le hable a uno que tenia en el excel de posibles chongos,  con la intencion de pernoctar. Pero no accedio. Entonces se me ocurrio que era una buena idea acostarmecon un tramontina abajo de la almohada por si la aparecida pretendia vengar un asunto de niñas. A Marga no le conté nada porque es santera y muy fóbica y no queria espantarla sin necesidad.

Pasaron las noches y una noche mas,una sin ningun angel,una de tantas, en espejo del baño,mientras me bañaba, esta aparicíón fue la que escribio ¿por que?

Porque eramos chicas y crueles y vos tenias cara y olor de cebolla, pensé, pero no me pareció que eso la iba a tranquilizar. Anduve preguntando por el barrio si alguno de los viejos sabía que había pasado con los Della Paolera . Entre los que no se acordaban,los que habian llegado al barrio despues de la dictadura y los que no sabían nada no conseguí ningun relato que aportara algo. Tal vez buscarla en el facebook me dijo alguien, pero yo decidí que no. 

Asi que fui a la casa de Marga, y le conté que me asolaba el fantasma de Ines Cebolla della Paolera.La reacción fue instantanea. Fue hasta su dormitorio y vino con un santoral(bendecido, según dijo) y unas estampitas y me pidio que me cuidara. Se la pasó hablando de los arcangeles que deberían cuidarme y me colgó un rosario nacarado de cuentas como granos de arroz, del cogote. Este que todavía tengo puesto.

Yo no se que hacer ahora, tengo el santoral y las estampitas en el bolsillo de este deshabille y las palabras de Marga por un lado.Por otro esta Cebolla que me pide que me tire del balcon. Ya se que son siete pisos, pero no hay forma de sacarmela de encima.


Comentarios

El Demiurgo de Hurlingham ha dicho que…
Que historia inquietante, con un logrado clima.
Y una aparición fantasmal, que es acechante, con un siniestro propósito.
¿De que quiere vengarse la aparición? El no revelarlo suma inquietud.

Bien escrito.

Saludos.
Anónimo ha dicho que…
Le modificaría las menciones de "fantasma" y de "aparecida".
Que sean los hechos los que me hagan sospechar de la naturaleza del espectro.
Bonita prosa, abrazos.
vodka ha dicho que…
anonimo tiene razón.

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