para que sirve ir a un taller de escritura.

 el domingo pasado colgué un cuento que llevé esta semana al taller de Lamberti. Me ayudaron diciendome que parecía un esquema de un cuento, que estaba completo y que le faltaba cierta carnadura.Lo reescribí y lo pongo porque ahora es otro cuento. Le saque personajes que no aportaban demasiado y le agregué descripciones. Hasta le cambie el final. 
Un taller de escritura sirve para animarte

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Pabellon francés

Paola se toma el colectivo hasta Constitución, se baja frente al pasillo de la feria que emula a la  Salada, lo recorre sin dejarse atrapar por la oleada peruana, venezolana, boliviana que expanden los locales, y al final sale a la calle y cruza a la estación. Amarra sus apuntes, amarra su bolso, como quien lleva un tesoro, no quiere volver a su casa, pero es tarde y no tiene otro lugar a donde ir

Su casa no es una casa, en la heladera no hay nada, y son demasiadas las botellas vacias que hay en los lugares menos pensados: en los cajones de la cocina, en el alfeizar de la ventana del patio, apiladas en cualquier lugar. Su madre no estaba enferma, como ella creía, o tal vez si, si es verdad que ser borracha es una enfermedad.  Ella odia a su madre y si no fuera porque no tiene manera de mantenerse, se hubiera ido. Sus pretendientes, a los diecinueve años,todavía no pueden ofrecerle resguardo

La madre de Paola, Karen tiene una hija que creció odiandola por tomarse hasta el agua de los floreros,pero no puede dejar de tomar. Limpia casas y a veces trae comida que sobra y solo algunas noches se toma mate con galleta. Los demás días suele poner comida en la mesa, y cuando cobra separa plata para que a Paola no le falte para los apuntes. Karen no es una mala mina, simplemente está todo el dia borracha, manteniendo solo tres mañanas por semana la compostura para no perder el trabajo en los departamentos que limpia en Villa Crespo. Hace mucha fuerza para no volverse loca, y lo logra, pero el color violeta de su piel muestra que el hígado no va a servir por mucho tiempo mas y ya no le importa. Paola está en la víspera de poder arreglarse sola.


Karen casi nunca se acuerda de su padre, algunas veces cuando está sobria y eso se arregla fácil.Su madre se había ido una noche .Su padre había sido malo con ellas: muy malo

Paola, estudiaba en Sociales y se había criado sin palabras ni muchos cuidados, y mucho menos sabiendo cosas de su estirpe, por lo tanto nada sabía de su abuelo. Esa tarde recibió en el celular, extrañada, la llamada de una trabajadora social del asilo de gerontes de una localidad al oeste del conurbano, que insistía en solicitar que alguien de la familia se hiciera presente porque un viejo que tenía el mismo apellido que su madre y su tía estaba asomandose a la muerte. Ella llevaba también ese apellido.


Asi que cuando Paola le preguntó a Karen por el nombre del abuelo, y coincidía con el que le había dado la del asilo, no hizo caso –como siempre- a los decires de su madre, y sintió que ese agujero en las narraciones familiares que era su abuelo, había una oportunidad. De ninguna manera iba a olvidar el asunto mientras miraba con repulsión que su madre,(a la que llamaba por el nombre de pila,sin decirle hace años mamá)  se servía un vaso de cerveza Quilmes tras de oro, con la excusa del calor.

Entonces, buscando un abuelo, le devuelve la llamada a la trabajadora social,confirmando su presencia para el fin de semana.

El sábado toma el tren, el subte y el otro tren  y se baja en esa localidad y llega al asilo, pobre de toda pobreza y ubica a la trabajadora social que le factura a ella el abandono del viejo.

No se si uds. conocen algún asilo. Son todos parecidos. Este era un hospital del siglo diecinueve, pabellonado francés, entre arboles muy viejos, que había sido reemplazado por otro más moderno en los sesenta, y se había convertido en un lugar para los viejos que no tenían familia que los resguardé.En realidad era una especie de depósito de viejos pobres, con residencias de estudiantes que escribían sus tesis progresistas y siempre se iban antes de que sus buenas ideas dieran paso a modificaciones concretas.

El contraste entre jóvenes pujantes y viejos decrépitos, se completaba con personal de planta descreído y cansado de ganar poco, y  en este ultimo rubro se encontraba la trabajadora social que Paola tenía que ver. La ubico rápido y la llevó por los pabellones como en volandas, porque era casi la hora de fin de su turno. El olor a las tipas, a los jacarandas en flor están corrompidos por el olor a guiso, a humedad, a mugre que salía de los  pabellones, separados por sexos, y por sectores.

En algunos bancos bajo los árboles, como pasa en los manicomios, había algunos que pedían cigarrillos, monedas o lo que fuera que el visitante podría traer. Gracias a la trabajadora social y su velocidad esas voces no podían alcanzarla. Paola no pensaba y de pronto se detuvo, sin inercia  frente al pabellón donde vivía ese señor que llevaba su apellido, el pabellón que había donado para un hospital ya inexistente la familia Bunge, tal como figuraba en cemento en la entrada: El pabellón Bunge. La estética era parecida a la que podemos ver en la Usina del Arte, en los viejos edificios de la Italo Argentina: ladrillo rojo (no sabe de donde le viene a la cabeza el nombre del estilo: neorenacestismo florentino) .Casi podríamos decir que Paola entra en el pabellón pegada a esa idea: el pabellón parece hermanito de la Usina del Arte.

El olor del lugar es una trompada en la pera: imposible ignorar el tufo a meo de viejo, a pañales geriátricos, a sopa de gallina, a mugre, a desinfectante, a remedio, todo en un bouquet que le hace aguantar las arcadas, porque ella es una bienpensante y va a conocer a su abuelo.


La  trabajadora social la lleva a una cama en una habitación enorme,llena de ventanas cerradas que no permiten que entre la primavera con sus dones,  donde hay ocho viejos que parecen vivos de milagro, y se obseva una enfermera que le ayuda a sentarse al viejo que le corresponde a ella,su abuelo,

-mire, don Auclino, tiene visitas

El viejo la mira,  tiene puesto una especie de delantal blanco, abajo un pullover y medias. El delantal le llega a las rodillas y esta mojado de babas. Le dice el nombre de su madre

        Yo sabía que ibas a venir, Karenita.

Paola le explica al viejo que ella es la hija de Karen, y los ojos del viejo se encienden como brasas azuzadas por el viento norte. 

- Vos sos la hija de Karen? a ella se lo hacía y a vos también y te va a gustar

- No te  entiendo abuelo, que es lo que le hacías,? y saca del bolso un paquete de pepas que compro para compartirle decidiendo que no va a tomar mate con ese señor con babas que parecer ser su abuelo.

- Chuparle la concha y meterle los dedos. A vos también te va a gustar, veni que te pongo los dedos, seguro te va a gustar. 

A Paola le cuesta entender lo que su abuelo dice

El viejo, que apenas se mantiene vivo, respira con ronquidos, habla confuso, pero queda claro amenaza con abusarla .Se transforma en un pulpo. Paola se encuentra sola, a pesar de que el otro viejo, el de la cama de al lado, se ríe de ella.

- Te va a gustar, yo lo se. A todas les gusta. Para acentuar el momento se pasa la lengua seca por la boca, los labios resecos, resultando asqueroso como un vomito. La trabajadora social le dice que no le haga caso, que tiene Alzheimer, que dice cualquier cosa, que no tenga miedo

Paola se agarra de su propio bolso como si el bolso fuera una persona  y se va, corriendo, perdiéndose en el camino de vuelta, vomitando entre los jacarandaes, cuyo olor la coloniza como un perfume insoportable, tiene miedo de que el pulpo la alcance, con su lengua mojada de babas. Una mujer la toca pidiéndole cigarrillos, ella  abre la cartera y se da cuenta que no tiene ni cien pesos. No le da nada y cuando levanta la vista, ve el arco de hierro que oficia de portal:

No sabe cómo, pero llega a su casa. y su madre esta , otra vez, dormida en el sillón. En la tele están  dando Mi pobre Angelito 2.

Paola empieza a acomodar la estancia, junta botellas vacías, vasos sucios, abre la ventana para que se limpie el aire, se sienta al lado de su madre, que rechaza el contacto, y se pone a llorar, por fin, mientas mira, conmovida, como el niño rubio entra al Waldorf Astoria.

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Comentarios

El Demiurgo de Hurlingham ha dicho que…
Efectivamente, sirvió el taller de escritura. Tu relato mejoró, se acentuaron lo emocional.
Y Karen es comprendida por su hija. Un acierto la mención a Mi pobre angelito 2.
Saludos.
Frodo ha dicho que…
No sabía que lo habías hecho, nomás. Acá está.
Coincido con el Demiurgo, mejoró. Hay detalles que suman y mejores descripciones de los personajes y lugares.

Lo del hotel de mi pobre angelito me recordó cuando la canción de Los Redondos dice "No va a morir frente al Dakota". Hay cosas que se tienen que dejar picando. Buen cierre.

Beso
Nocturno ha dicho que…
Sí mejoró. Qué bueno que puedas ir a un taller literario, yo no visito uno del '98 y harta falta que me hace, je.
Pero bueh, un abrazo!

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