kandor. EL capitulo del bazar de magía.


CAPITULO 7 EL BAZAR DE MAGIA.

Bamberg, Bamberg…¿a Ud. le parece un nombre chino? Judio. Eso parece, Judio. El no es chino, es ingles, de Derby . A mi no me lo contaron, lo conozco desde que era chico. Es mas, él, Fu es el que me enseño magia pero chino soy yo. Yo soy verdaderamente un mago chino.

Alfredo no entendía porque no mandaba a la mierda a ese chino amarillo rancio, amarillo gris, de bigote chino hablando de Fumanchu si lo único que había empezado a decir, cuando el chino le pregunto que quería, era  el equipo mínimo que necesitaba para armar una rutina, para ser (o estudiar para) payaso.
 

Le había parecido una buena idea entrar al Bazar de Magia, porque la payasés entra en el rubro Variedades, pero no esperaba encontrarse con un chino iracundo.

No quería estudiar para payaso por correspondencia. Había visto esos avisos en las revistas mexicanas del Hombre Elástico, Superman, Batman, revistas que coleccionaba por pilones, de cuando tenia once años , cuando estaba en la primaria. Había invitaciones realmente atractivas: Ingrese al fascinante mundo de los detectives, sea decorador de interiores por correspondencia, aprenda a dibujar caricaturas. Todo por carta  Seguro que en la interminable lista de oficios para aprender por correspondencia estaba el de mago .No estaba seguro de haber visto algo de payaso.

Pero como crecer es irse decepcionando de a poquito, con quince  Alfredo se había dado cuenta por si mismo que nadie puede volverse astronauta por correo. Como se había dado cuenta de que los reyes magos no existen, o de que trincarse a una piba buena era casi imposible.

Era cagón, los circos le daban un poco de miedo, sin que pudiera dar cuenta de por que, cosa complicada para un futuro payaso. Desechados los cursos por correspondencia, y la posibilidad de ir a circo a hablar con magos profesionales siguió el impulso de entrar en el Bazar de Magía, cosa de la que ahora, frente al chino,  estaba arrepentido

Un poco apocado Alfredo escucha la larga e intrincada retahila china  en lunfardo conteniendo los insultos del Sr. Huang sobre un mago que se llama Fu.

Los viejos  agarramos a cualquiera para desarrollar nuestras obsesiones, y Alfredo era un interlocutor necesario pero que podría ser cualquier otra persona y preguntar cualquier cosa, supóngase, que colectivo tomar para Constitución, que  Huang seguiría su pelea china.
 

Entonces  decidió a no tratar de seguir el hijo de lo que Huang decía sino que utilizo la famosa estrategia polaca, aprendida de su madre, es decir, no decir nada. Mientras ponía cara de interesado, miraba los carteles  amarillentos dentro de marcos viejas laminas de shows del odiado Fu. 
"Embrujos de Fu Manchú", "La hija de Satán", "La butaca de la muerte", "Magiarama", "Viaje alrededor de la Magia”.

En un alto de las amenazas chinas hacia los carteles, Alfredo le dijo a Huang el motivo de su visita

- Necesitaría ver si tiene algunos trucos o chascos no se como se llaman para armar un numero por que yo quiero ser payaso.
 

El chino dueño del Bazar de Magia lo miro con odio.

Con un odio chino, con el odio de que solo son capaces los mandarines que se han trasladado millones de kilómetros para terminar teniendo una tienda del orto, en el país mas austral del universo. El chino, Don Juan lo llamo la empleada, linda.-era linda- obvió cualquier respuesta que tuviera que ver con disponibilidad y precio de trucos de payaso y, mientras Alfredo se acababa de dar cuenta, tarde,de que el tipo estaba borracho como un ruso, empezó a contarle su propia historia, mientras la chica que lo había atendido por teléfono, cerraba una a una las persianas que cubrían la vidriera del bazar de magia, aunque eran las diez de la mañana y la galería de Corrientes se empezaba a desperezarse llena de trabajadores administrativos que iban y venian.

- ¿Por qué estas cerrando el negocio? le pregunta Alfredo a la empleada

- Don Juan, es decir, el señor Huang te va a explicar bien si querés, pero mejor no le preguntes por que hoy es una fiesta familiar, y él es solo acá en la Argentina. Los amigos se le murieron hace poco y desde cuando murió la mujer esta como metido para adentro.Mal.  Para hacértela corta es una fiesta de la luna. Y los días de fiesta cerramos. No se para que abrimos.

Alfredo  encerrado en un bazar de magia, con un chino iracundo, en una galería que solo tenia cinco negocios ahora vacios:  una casa de cambio trucha, un sex shop, un negocio de armado de cajas de bombones -
una estafa para que los incautos que buscaban trabajo, compraban la materia prima  y nunca le aceptaran el trabajo encargado.  y una receptoria de avisos de Clarín Y el bazar de magia. 

El Sr. Huang, escuchando la conversación se metio y le dijo, suave y amablemente,
como quien le explica a un crio,  que ese día comenzaba como todos los decimoquintos días del octavo mes del calendario lunar,  la fiesta del Medio Otoño, y que como todo el mundo sabia, tenia que ir contemplar la luna llena y comer la torta lunar.

El Sr. Huang  da un golpe inesperado y bastante fuerte  en la cabeza a Alfredo y le dice “al mediar el otoño es cuando mas brilla la luna” y luego se va a la trastienda, de la que lo separa una cortina de cuentas de plastico rojas, que le da al bazar de magia un aspecto de burdel del siglo diecienueve. Trae de allí una pequeña torta con chocolate.

- Pibe, le dice el chino, llevate la torta pero no la comas hasta esta noche, y cométela mientras mires la luna, para asegurarte la ventura futura. Y venite dentro de una semana. Voy a tener algo para vos.

Triste se lo veia  al Sr.Huang, mas triste que borracho, porque sabía que mentía,  que no iba a ver dentro de una semana a nadie. Sabia perfectamente que Alfredo iba a volver al día siguiente, sabia además que mañana iba a morir y que tenia que decidir que iba a hacer con Kandor ese mismo día. Y su enojo con Fu era por que lo había dejado con Kandor.

Con la torta en una mano y los libros de la escuela, camina Alfredo por Corrientes hacia el Bajo, cruzándose con cadetes con portafolios, viejos haciendo huevo y millones de porteños apurados como si la vida fuera una carrera por llegar mas lejos o mas rápido.

Cruza Paseo Colon hacia el Correo y llega al Luna Park, para terminar sentándose en la plaza y encontrarse allí con la empleada de Sr. Huang. No puede menos que sorprenderse.

La empleada  estaba comiendo una torta lunar igual a la que el chino le diera a Alfredo. Pensó que la empleada no iba a tener suerte por que esa no era la hora para comer torta lunar y con una decisión que él mismo no se conocía, se acerca decidido a la chica, que lo mira, reconociéndolo

Ella estaba sentada en ese cantero de la plaza Roma, con las piernas hacia Leandro N. Alem, y la pollera cortita llena de migas de torta. Sonrie cuando lo ve-
-  Hoy el Sr. Huang no tuvo un buen día. –dijo, como si la conversación actual continuara alguna anterior interrumpida - desde que se murió Luisa, su mujer y compañera en los shows, no volvió a ser el mismo. A veces viene borracho y llora y me cuenta de los trajes con piedras como diamantes que Luisa usaba en el escenario, de los trucos y los aplausos, y con los cuentos empieza el mismo a darse manija y se olvida de que esta contando y parece estar viviendo eso que me cuenta. Otros días llora por Fuman Chu, el mago mas grande de la Argentina y del Mundo
-El mago mas grande fue Houdini,-dice Alfredo, apelando a lo poco que sabia del tema, y simplemente por que había visto la película de Tony Curtis en la televisión 
- No, solo ganó mas plata por que trabajo donde había mas plata. Pero dice el Sr. Huang que Fuman Chu era maravilloso –y en un gesto le quiere alcanzar un grumo de torta lunar que Alfredo rechaza con la mirada. La torta se come con la luna.
- Pero al final ¿no era que lo odiaba?- Alfredo se sienta en el cantero también, y acomoda los libros de la escuela, como almohada y se acuesta con el sol arriba de la cabeza.
- No, lo quería mucho. Yo lo conocía de antes al Sr. Huang, antes de que su muriera su mujer y  era otra persona. Y después cuando  Fu. Eso lo termino de rematar. No pudo aguantar la muerte de su esposa y de su mejor amigo. Se pasa el día borracho y drogado Y a veces me habla en chino, o en ingles, o en alemán, sin darse cuenta, y yo le tengo lastima, lo conozco desde que nací, por eso trabajo acá.
- Y que le contestas? – Alfredo hablaba en automático, solo pensaba en la mala suerte de comer torta lunar con ese sol arriba de la cabeza.
- Nada, si ni siquiera escucha. Pero hoy es especial. Es el día de la fiesta del Medio Otoño es un día para estar con la familia, y el Sr. Huang no tiene familia. El dice que si no hay familia no hay felicidad. Yo para animarlo hice con mis propias manos estas tortas lunares. Es que mi tío estaba casado con una amiga de Luisa, la mujer de Huang y me enseño a cocinar a la manera china. No es tan difícil si te traen los ingredientes, y yo se donde conseguirlos.
- ¿Y trae mala suerte comerla con el sol?
- Mira, te voy a decir la verdad, parece que si, pero solo si crees en eso. Yo creo que no, cométela tranquilo.
 Alfredo saco la  torta lunar   y fue desmigajándola y a los cinco minutos no quedaba de ella sino un poco de arrepentimiento por no cumplir con la parte que le tocaba y el regusto en la garganta de  la historia de un país donde la gente comía torta lunar mientras miraba la luna...
-          ¿Por qué esta enojado con el chino de los carteles?
 La empleada del bazar de magia lo miro severamente.
- Fuman Chu no era chino, era ingles, y era el mejor amigo desde su juventud, vinieron juntos desde Inglaterra, lo conocio en Derry adonde llegó  después de años de venir huyendo de una  gran hambruna en su aldea  Wuyuan en Shangrao, en la provincia de Jiangxi, de recien nacido, con su mamá.
La empleada del bazar chino saco de su bolso otra torta lunar, manjar chino que había cocinado en Barracas y le empezó a contar a Alfredo que hubo en muchas aldeas de china un periodo que se conoce como  la Gran Hambruna.

Alfredo escuchaba la historia como si fuera  una película., con la boca un poco abierta. La gente se moría literalmente de hambre, que la gente comía cualquier cosa inclusive se empezó  a comer muertos  humanos, parientes y aun a personas vivas.
Que cuando los campesinos estaban tan hambrientos como para tomar los cereales de las estaciones de granos, el partido comunista ordenó disparar a la multitud para suprimir el saqueo y etiquetó a los muertos como "elementos contrarrevolucionarios". Un gran número de campesinos murió de hambre en muchas provincias inclusive Gansu, Shandong, Henan, Anhui, Hubei, Hunan, Sichuan y Guangxi.

En esa revuelta, la madre del Sr. Huang empezó una retirada sin destino cierto y termino no sabe como en Inglaterra. Allí conoció a la familia del mago Fu, que no era china sino inglesa y los niños empezaron a ser carne y uña. Esa amistad de chicos duro hasta que los olores de una mujer se interpuso entre ellos. O tal vez una deuda, O alguna cosa relacionada con los juegos de azar. Las versiones cambiaban según el humor del Sr. Huang.

El Sr. Huang trabajaba para Fu. Le diseñaba o compraba los kimonos, lo ayudaba con la escenografía, inclusive le hacia algunos maquinas trampas. El Sr. Huang era la mano derecha de Fu Manchu 
- Hace un par de meses se murió Fu Manchu, en agosto de este año, y el Sr. Huang en vez de tranquilizarse por que  su enemigo había muerto, por el contrario, no puede dejar de  hablar todo el día de Fu Manchu. Los cuadros los hizo colgar después de la muerte. A veces parece que delira un poco. Empieza a hablar de Kandor.
-¿Que es Kandor?  Dice Alfredo.
-  Kandor es otro mundo. Me tengo que ir. Vení la semana que viene que te voy a mostrar algunas cosas que te pueden servir para la rutina de payaso.
El polaco y la empleada se pararon, se sacudieron las migas de torta lunar, y el sol estaba arriba, como si nada hubiera pasado. Dios, en general anda distraído para los males de los mortales, y si fuera por El,  te podes morir, mientras pensás en comprar un cuarto kilo de chauchas.

Comentarios

El Demiurgo de Hurlingham ha dicho que…
Me gusta ese misterio de Kandor.

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