Poemas de otros. Patricio Foglia contandonos Cobain.
Puse a calentar la chapita del encendedor dada vuelta, contra su propio fuego, para después hundirla sobre mi mano y dibujar con su forma una sonrisa lo más parecida posible al logo de Nirvana. Año 2001, Colegio San José, tenía 15 años y Kurt Cobain era el póster del placard de mi corazón aturdido, ¿y cómo no escuchar en su voz el aullido de lobos y sirenas, de todos los que resignan capas y capas de su propio deseo hasta quedar puro hueso con tal de encajar? En su última tarde, ¿iría por la casa perdido como un fantasma, recostado contra una pared como una mancha de humedad? ¿O se habrá sentado, como un emperador en su trono, con la mano firme sujeta al cetro caliente de las decisiones irreversibles? ¿Será verdad que sonaba, como en un western, Venus in furs al caer el sol a lo lejos, en el horizonte? ¿Y dónde estaban los conductores de MTV, sus cámaras y micrófonos, la revista Rolling Stone, Courtney Love, Dios, Dave Grohl, cuando un pájaro huy...