un cuento etnico de mujeres que te cocinan el conejo

Desistì de hacerlo pero primero investiguè. Tuve ocasiòn de hablar con Palmira Edwina Ledesma, cruza de gringo e india guarani o toba -no entiendo de pueblos originarios-, ya mayora, inspiraciòn de Adrian Lynne para su laureada pelicula "Atraccion Fatal"
- Ya no cocino màs conejo ajeno. Escarmentè.- Y vos deberìas aprender de mi, me dijo mirandome de arriba abajo, por primera vez en toda la charla.
Me costò mucho llegar a esa afirmaciòn. La vieja Palmira hablaba poco y queria saber porque me interesaba esa historia vieja. Yo le dije que era para una amiga, que andaba buscando soluciones.
Fue un viaje temerario: tuve que tomar el Flecha Bus, pedir que me paren en medio de la ruta, caminar empolvandome en camino de subida, cortar por un atajo donde me encontrè con animales bobos y temibles (una lagartija del tamaño de un gato de solterona, verdosa y amarillenta) macharme con clonazepan por mi mi fobia a las serpientes, pedir permiso en la oficina, tramites.
A punto de subir a la barcaza que me llevaba al rancho de Palmira, me encontrè con mi contacto. Uno del twitter que me apispò sobre la existencia de la Palmira.Me llevaba a cambio de unos cd que no estaban en internet y que yo le traje de Buenos Aires.Bela Bartok.
 Nada es gratis, si lo sabrè yo.
La cuestìon parece que fue asì:
El finado Arse estaba emparejado con una mujer, y hasta habìan cumplido con el cura. La Beti. Y de resultas que la Beti tuvo que viajar a cuidar a la menora que habia tenido una nena. Se lo habìa negado, que tres, setenta veces siete que andaba embarazada, pero la beti habia escuchado al pitonguè. Y ya se sabe Pitogue opurahéiramo, he’ise oîha hyeguasúva. Y habia preparado el viaje a Resistencia con tiempo.
 Y asì y encomendandose a San Ramòn, la Beti se fue y empezo la rueda de la fortuna a mover una serie de sucesos concatenados que terminarian con la pelicula de Lynne, habilmente disfrazados. Michel Douglas es el que haria el papel del Arsenio.
Que el Arse  fue a comprar mercaderìa,  y ahi conocìo a la Palmira, nueva, recien venida a trabajar al pueblo. Ella me cuenta -cuarenta y tantos años despues- que era su dia de salida y el Arse-broma va, broma viene- la invita a comer guiso de fideo y carne, y asi, haciendose los boludos, se fueron juntos del pueblo para la casa. Calientes, ella no lo dice, pero va de una
Lo que ella me dice, sin que yo pregunte, es que por aquellos dias era mas linda que una mañana de marzo y ademàs he’íje chavurro ha omondoho isâ.
 En un momento de la charla, el relato se quedò como cuelga una baba del diablo de una rama con un poco de viento, y parecia que me iba a volver a Lanus con las manos vacias.
Tome cartas en el asunto y saque un billetin de cien pesos, pero sin prometer mas.  Palmira retoma el cuento, la guita es como el vino, a veces te aviva. Otras te duerme parece que de un revolcon pasaron a cinco y a quejas sobre la Beti y de ahi a promesas de un par de aros y de que te comprare un vestido nuevo, y cosas que dicen los hombres traicioneros. El Arse tenia un conejo que meaba como gelatina que la tierra tardaba en absorver. Parecian , esas meadas, gelatinas de limon sobre el piso alisado.

Yo, hasta ese momento, solo queria saber lo de la cocinadura del conejo, pero el letargo de la siesta, la hora larga, y la añapa fria que me habia convidado me sumergieron en la historia, con placer de hipnotizada.
Vi pasar entonces la dormida, al Arse oteando el reloj a pilas, el apuro por sacar a la Palmira de la Casa y a ella escondiendo el conejo en las bolsas, y mientras el dormia el vino, cocinandolo para guiso.
 Me dio lastima esa mujer: termino perdiendo  el trabajo porque la vino a buscar el agente de Pozo de la Gringa y se la llevaron a Resistencia, sin decir ni pio. Parece que el problema no fue el estofado de conejo. El problema fueron las mentiras del Arse: cuando le dijò tomatela negra pata sucia, ella sacò el cuchillo de espinar pescado  y le rajo el triperio. Un vecino escucho el grito del Arse, y llamo a los uniformados. Y eso le salvo la vida al Arse.
Cuando vino la Betti de apuro de Resistencia, sin saberlo, se comio el guiso
Asi no se trata a una dama fue lo ultimo que me dijo Palmira
Y de la pelicula, ni le mandaron un sope.

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