yo le pido a san pugliese, mientras escucho su musica.
escuchando verano porteño en la version de Pugliese se me viene a la nariz el olor del asfalto cuando la siesta lo derrite, asfalto de calles solitarias, con mujeres que llevan un balde con la ropa que lavaron a mano a terrazas de plantas bajas, donde hay todavia un malvon creciendo destartalado. Un Buenos Aires de pibes mugrientos, que se sientan en los umbrales de departamentos a lo largo de los pasillos con conexiones que no soportarian un inspector. Con almacenes de viejo que tienen pocas cosas: a saber, latas de tomates, azucar, yerba, jamon del barato, algun pan lactal y postrecitos de la serenisima que se le compran a los niños por la salud.
Un Buenos Aires de estaciòn terminal donde todos somos negros. Once, Retiro, Constitucion, donde todos llevamos un bolsito y olemos a eructo de cerveza rancia.
y sin embargo hay paraisos. Digo, arboles que sombrean el verano porteño. Y conchas abajo de las polleras escotadas que esperan hombres que vienen de la fabrica, de la obra. Y el conventillo donde uno vive tan poco tiempo que despues olvida la calle
Y el cielo de buenos aires que estan azul que marea, y me da ganas de sentarme y reirme de ese sol estupido que blanquea la calle y da esperanzas a la cochambre de las casas solo revocadas, a los cables que hacen telaraña en el arriba, a las plazas desperdigadas, a las mujeres que crecen sabiendo que dentro de la ciudad hay miles de ciudades ocultas, que hay shopping con meriendas que cuestan lo que uno gasta en la comida de los cuatro que se sientan a la mesa.
Y en el medio supermercados chinos, farandula, diarios, politicas y abajo esta el amor, la ruina y los canallas que te dicen que ese sol no es tuyo.
verano porteño, picor de asfalto en la nariz, panchos de estacion de tren. Volver a casa.
Pugliese, ruega por nosotros pecadores.
Un Buenos Aires de estaciòn terminal donde todos somos negros. Once, Retiro, Constitucion, donde todos llevamos un bolsito y olemos a eructo de cerveza rancia.
y sin embargo hay paraisos. Digo, arboles que sombrean el verano porteño. Y conchas abajo de las polleras escotadas que esperan hombres que vienen de la fabrica, de la obra. Y el conventillo donde uno vive tan poco tiempo que despues olvida la calle
Y el cielo de buenos aires que estan azul que marea, y me da ganas de sentarme y reirme de ese sol estupido que blanquea la calle y da esperanzas a la cochambre de las casas solo revocadas, a los cables que hacen telaraña en el arriba, a las plazas desperdigadas, a las mujeres que crecen sabiendo que dentro de la ciudad hay miles de ciudades ocultas, que hay shopping con meriendas que cuestan lo que uno gasta en la comida de los cuatro que se sientan a la mesa.
Y en el medio supermercados chinos, farandula, diarios, politicas y abajo esta el amor, la ruina y los canallas que te dicen que ese sol no es tuyo.
verano porteño, picor de asfalto en la nariz, panchos de estacion de tren. Volver a casa.
Pugliese, ruega por nosotros pecadores.
Comentarios
Gracias por el mail.
Un agraadecimiento a Graciela que me permitió acercarme a esta pequeña (por lo breve) joya.
rUBEN..
en cuanto a Graciela ¿sera mi gemela a quien no conozco, la Grace de Punta Alta?
estoy rica de tantas joyas, de tantas palabras que nos cambiamos
El mostro cumple años hoy. El es experto en informatica solo para la gilada. Para mi es un enfermero de almas.