Demiurgo
el Demiurgo de Hurlingham puso algunos disparadores en su blog para generar los relatos jueveros.yo elegí este porque tengo que hacer dos horas de tiempo y no quiero hacer nada, solo que el tiempo pase
Un personaje tiene un problema con su televisor. En algunos momentos, capta visiones inquietantes. Que el personaje que no puede dejar de ver.
Me traje de la casa de la tía Elsa un televisor blanco y negro, viejo, que iban a dejar en la puerta para que lo lleve algun carrito.No me malentiendan, el televisor era invendible pero era el que usaba la Elsa.
Yo no tenia tv.CUando me fui de la casa de Cauy, el se quedo con todo menos con algunas cosas que rescaté en mi mochila: Unas sabanas, un acolchado todo uso.Un poco de vajilla para empezar. Asi que en el reparto de las cosas de Elsa,yo parecia un poco voraz aunque traté de disimular
Esa noche me envolvi en mi acolchado y prendí la tele. No se veía bien, porque no habia subido a la terraza para poner la antena. Pero arme una antena portatil con unos fierros que tenia y los puse arriba de la planta del balcon y con un poco de agudeza visual me propuse ver que había
Me parecio que estaban asesinando a alguien. En todos los canales. Algo bestial,gore, con mucha sangre.
Al fnal agarre la tele y la dejé en la puerta. Bastante miedo tengo viviendo sola como para sumarme temores.
Comentarios
Que bien que uno de mis disparadores te haya servido para pasar el tiempo.
Interesante lo que planteaste. Y fue una idea deshacerse del televisor.
Saludos.
Juan de Marco
de regalo es bueno. A veces hay trastos que es preferible dejarlos abandonados. Vaya uno a saber qué misterios traen con ellos!
Un abrazo.
Saludos, Vodka.
Saludos
Besos
Un abrazo
Lo de apañar una antena con hierros me es familiar aunque en mi casa usaron una perola :-) y te aseguro que se veía genial.
En los viejos aparatos de televisión pasan muchas cosas, no sé si son las frecuencias o qué pero... si solo se veía un canal pusieras lo que pusieras, algo no iba bien y para ver sangre, no hace falta encenderla.
Buen relato, Vodka.
Un abrazo.