hilda

Murió hace un par de años. La ultima vez que la vi me hablaba insistentemente de cuando había estado embarazada de su hija -que tenía la misma edad que la mía. Pero yo sabia que ella no la habia parido, y ella debería haber recordado que yo lo sabia. Hizo caso omiso. Yo la miraba con cara de poker, sin comentarios. Silenciada. Ella había pagado por esa niña un dinero, con lo cual,su torcido cerebro la hacia suya, y con lo de uno. se hace lo que quiere, siempre y cuando tengas mentalidad de tendero y tus hijos el valor de cualquier otro paquete. Vivió su esterilidad como un defecto inaceptable, no como una de las cosas que nos pasan en la vida. En sus estándares esa falla era insoportable.. Nunca se le había pasado por la cabeza imaginarse que era un derecho de la niña saber de su origen, un amor tan mezquino tenia Hilda, y a mi me daba rechazo puro, y nada de solidaridad de genero. Su hija creció pálida, neurótica y pegoteada : Se que cuando alguien le dijo a la niña que no era hija biológica de Hilda, ella pelo ecografias de embarazo falseadas con su nombre, porque sabia que iba a llegar el día de la confrontación y supongo que la convenció. Se las arreglaron para hacer de un acto de amor, un acto mezquino
La docena de recuerdos que guardo de ella es homogeneamente mala. En esa noche -la ultima- nos arrimo el azar y la mala suerte en lugares contiguos en la mesa de cumpleaños de su cuñada, mi amiga. Hablamos de su laburo: vendía lugares en un cementerio privado. Todavía no se sabia que tenia cáncer pero recuerdo que insitiò el tema de la muerte: no quería que la cremaran porque sabia -me dijo- que después te dan las cenizas de cualquiera. Que cuando estas en el horno explotás. Tu carne explota.  Yo -que tampoco quiero que me cremen, aunque estoy segura que lo van a ser porque es practico y al final barato- no compartía las razones. Para mi la tierra aloja, sos parte de la tierra, me agarra como una cuestión espiritual con volver a la tierra, y abonarla. Y el argumento de que te coman los gusanos no me impresiona. Yo ya no voy a estar ahí.
La mina tenia algo arrollador y muy pelotudo: creía en ella. Creía que hacia la mejor crema, que nadie podía limpiar la casa como ella, creía en todas y cada una de las pelotudeces que decía. Eso me capturaba, me dejaba con la boca abierta, me tapaba las palabras, la ironia, la posibilidad de gastarla incluso sin que se diera cuenta, me hipnotizaba esa certeza de idiota, ese defender cada elección como si no hubiera en el mundo otras berengenas a la vinagreta como las que cocinaba No exagero: recuerdo su autoalabanza de los canelones, como si en eso se le jugara la vida.
Hablaba siempre en un tono un poquito alto.
¿como seré recordada? ¿cuales mis torpezas?

Comentarios

José A. García ha dicho que…
Gente que, indefectiblemente, nos toca conocer en algún momento de nuestra vida. O a lo largo de toda ella.

Por suerte se acaban, también.

Saludos

J.
Lulu ha dicho que…
Y me pregunto yo también, como será que nos perciben los demás a nosotros y nos lleguen a recordar, si lo hacen?

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