Trabajo en obra: la cocina de un poema.
Mi amiga Fernanda es poeta y trabaja sus poemas como un orfebre la joya. Yo la envidio tanto. Ella agarra la palabra, la pone aquí, la pone allà. La lee en voz alta. La reemplaza. La lleva a la medica de palabras, le toma la talla, la fiebre, la hace sonar como campanita, y el resultado esplende. Y le sigue dando vueltas y cuando tiene el poema, se fija donde ponerlo para que luzca, como hacen los que cuelgan cuadros. No los cuelgan a la que te criaste, lo cuidan, para el cuadro luzca. Ella siempre me malcria, me dice que le gustan mis poemas, me da animos. Yo quisiera que fuera mi maestra de poemas. Que me tomara de discipula, como hacian los maestres antiguamente, que agarraban a un tonto del pueblo para adiestrarlo en las artes de la herreria, de la manufactura de guantes, de cualquier cosa. No es tan dificil ni tan facil que alguien se ponga a leer tus poemas para mejorarlos. Tres veces quise participar en talleres que no cuajaron en acto: Una vez fue con Gabriela Cabezon C...