Frizada. (historias de la sirena)

Esta primavera no termina de entrar . Parece una de las peores, mezquina . Solo la anuncian esos plumeritos minúsculos,  que caen de los árboles esos con las esferas verdes peludas que se van deshilachando, en dehiscencias amarillentas de lluvias que enchastran patios y pasillos . Casi ya no hay de esos en mi barrio. Dan alergia. Las ráfagas amarillas y alergénicas deben venir de otros lugares, volando.
No recuerdo  alergias respiratorias en el pasado. La aerotina está en mi botiquín como en el de mi abuela  el linimento sloan.  Mi madre siempre usaba la paratropina, serán modas, que se yo.  Somos buscadoras de alivio las mujeres, y hacemos la farmacopea familiar. El botiquín de mi casa natal tenia azufre para los golpes de aire, plidan para los nervios al estomago, geniol, para los dolores de cabeza y la paratropina para todo lo demás.
Que hable de remedios no quiere decir que los tome, míreme, no puedo sostener un esquema de antibióticos siete días, y menos si se toman cada 6 horas. He comprado, algunas veces medicamentos en los que deposité mi esperanza. Los mas caros y exóticos fueron unos polvos chinos que me dio una medica china, traídos de la China, para el hígado. El hígado debe ser un órgano muy importante en la China.  Los dejé porque me internaron con algo que después no fue un ataque al corazón, pero pintaba. No se si fueron los polvos chinos, la malasangre de un trabajo donde me maltrataban, la extrema susceptibilidad de mi alma.
De tanto ojo hinchado, de tanta fiebre de heno (heno de pravia, la única referencia que me conozco en relación al heno) me vine a la consulta médica. No pensaba en hablar con nadie, pero voy por la vida encontrando señales, tal vez. Uno tiene que estar atento, a veces se aprende algo en el lugar menos pensado.  Hay un gesto muy mio que consiste en ponerle fe a cualquier cosa,  remarla, aun en la cronicidad. Beliver: asi se llama a las fans de Justin Biever. Pero yo pienso en mi a veces con ese término: soy definitivamente una creyente. Creo que las cosas pueden estar mejor y que tengo que hacer algo para eso. Parecería que no lo creo del todo, pero todavía no abandone esa idea, me gusta creer que creo.
Ella, la que me enseño lo que voy a contar, tenia una actitud de bicho bolita, como encorvada hacia adelante, redondita.  Yo le pregunté  por decir algo, si hacia mucho que esperaba y sin esperar que me respondiera , le pregunte si era la primera vez.
Me falta el aire, me dijo. Ah, las alergias.. No, es el frezer.
Traté de relacionar el frezer con el neumólogo que nos iba atender. ¿Trabajas con cámara de frio? Las había visto en Coto, con guardapolvos de bioquímico y una cosa de monja blanca en la cabeza, entrando y saliendo de las cámaras.
No, nada de eso, y se sonrió. Y era una sonrisa amarga, con las comisuras para abajo, como la de esos horribles payasos que tenían algunas casas de mediopelo como decoración.
Es mi novio el que me puso en el frízer.
Vamos, siempre que una mujer de mas de cuarenta –y bicho bolita tenia mucho mas- me habla de novio me parece patético. No me provoca ninguna solidaridad de género . Pero es difícil nombrar a los hombres, mi hombre suena a cuchillera, a gitana.  Mi compañero? Mnnn.  La perdoné por eso. No tengo una palabra: el tango mano a mano dice “el bacán que te acamala” . Pero tiene que haber un bacán y una cama y bicho bolita parecía no tener ninguna de esas dos cosas.
Ah, novio, ah, los hombres … Trate de ser genérica. Los hombres y los frezzeres.
 Que guardaba el novio en el frízer? Mi cabeza es una máquina de asociar. La asociación libre es para mi  como el agua para el pez. Nado a mis anchas. Pero ella –bicho bolita- me interrumpió.
Me tiene en el frízer. Entonces entendí: esa conducta de algunos tipos que rondan  mujeres de cuarenta años a quienes no quieren tener y a quienes tampoco dejan ir, tirándoles un hueso cada tanto. Un cumplido, un pedido de guita, (en los peores casos) una llamada por teléfono cuando ella esta decida a cortar.
Esos que no te quieren y no te dejan ir aunque no te tengan. 
 Ellas no se van, nadie las tiene atadas, pero se quedas frizadas como  cosas que sobran, que alguna vez fueron hasta ricas, te diría, y una (ellos) las envuelve, ni siquiera las etiqueta y las guarda para cuando haga falta Y no las come. Y no las tira.
Con el tiempo ese paquete que uno es, termina siendo un guiñapo marrón envuelto en film, nada deseable, y se vence y queda en el fondo. Y ya no sabemos que hay ahí. Pero nadie tiene ganas de comerlo.
Volverse un envoltorio marrón de frízer, sin etiquetar y vencido es el peor destino de una mujer.
No entendía porque había venido al neumonologo. El aire, pensé, este tipo le roba el aire. Porque me da por las metáforas.  Pero dos segundos después abre la otra puerta una mujer rubia con una agenda en la mano y la llama por el nombre a bicho bolita, y era que venía a la psiquiatra

En todos lados se aprende y esta puede ser una historia con moraleja. Quien quiera oir que oiga.

Comentarios

Moscón ha dicho que…
¡Adiós corazón de arroz!
Cada vez que te veo, me agarra la tos.
vodka ha dicho que…
raja, turrito , rajá.

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