El insobornable escèptico.
El insobornable esceptico.
Había leído ese cuento, muchos años atrás, donde un varón ya mayor, pretendía probar la existencia (o tal vez desengañarse para siempre) de los Reyes Magos, pidiéndoles algo imposible. Escribìa, cada año un carta a mano pidiendo un revolver de límpida plata bruñida, con sus balas de plata.
Un cuento argentino, que a pesar de ser la mejor gogleadora del sur,yo no puedo volver a encontrar, con todo olvidado, menos el final: el protagonista muerto y el revolver de plata brillando sobre el mic.
Conocí a un tipo asi: también quería probar a los Reyes Magos. Es que era un hombre que jugaba con las maravillas.Con las mujeres tuvo suerte, muy amado, no se si con o sin justicia. Cada vez que una mujer lo quería, él la ponía a prueba, buscaba indicios de su inteligencia ,evaluaba minuciosamenta la capacidad que tenia de ser generosas, la humedad de sus entrañas, la manera tibia de consolar cuando era necesario, la calidad de la mirada.
Como se habia criado entre conversaciones de abuela, madre y hermana, no era fácil engañarlo. Sabía del tema. No lo amilanaban las lagrimas de cocodrilo, ni se dejaba envolver por la falsa modestia. Las virtudes que otros hombres compraban para él no significaban gran cosa.
El día de su cumpleaños pidió como aquel protagonista del cuento argentino cuyo nombre he olvidado,una mujer imposible.
Y los Reyes Magos le mandaron una Sirena
(escribi este relato hace 3 años... hoy, noche de Reyes, le doy otra oportunidad)
Un cuento argentino, que a pesar de ser la mejor gogleadora del sur,yo no puedo volver a encontrar, con todo olvidado, menos el final: el protagonista muerto y el revolver de plata brillando sobre el mic.
Conocí a un tipo asi: también quería probar a los Reyes Magos. Es que era un hombre que jugaba con las maravillas.Con las mujeres tuvo suerte, muy amado, no se si con o sin justicia. Cada vez que una mujer lo quería, él la ponía a prueba, buscaba indicios de su inteligencia ,evaluaba minuciosamenta la capacidad que tenia de ser generosas, la humedad de sus entrañas, la manera tibia de consolar cuando era necesario, la calidad de la mirada.
Como se habia criado entre conversaciones de abuela, madre y hermana, no era fácil engañarlo. Sabía del tema. No lo amilanaban las lagrimas de cocodrilo, ni se dejaba envolver por la falsa modestia. Las virtudes que otros hombres compraban para él no significaban gran cosa.
El día de su cumpleaños pidió como aquel protagonista del cuento argentino cuyo nombre he olvidado,una mujer imposible.
Y los Reyes Magos le mandaron una Sirena
(escribi este relato hace 3 años... hoy, noche de Reyes, le doy otra oportunidad)
Comentarios
Muy bueno.