Cuento de Navidad.

Charles Dickens escribía cada año un cuento de Navidad. Sus historias iban por barco, cruzando el océano a Estados Unidos. La gente esperaba en los muelles la entrega de cada nuevo capitulo (supongo que no esperaba los cuentos de Navidad, sino las novedades de sus enormes novelas con huérfanos, tías, personajes miserables, viejos graciosos) Solo le reconozco a Stephen King y a Dickens la posibilidad de poner tantos personajes en sus novelas, son un mundo todo. Una vez la multitud  hizo que el muelle cediera  y asi  murieron personas. Pueden creer tamaño amor por las historias? Nadie lee ya a Dickens, pero pueden empezar Pickwick Papers, prologada por Cortazar,

Acá, mi cuento de Navidad. La primera frase se la afané a Carlos Busqued (en realidad el que avisa no roba) de un tuit.

Un cuento de Navidad.

En el cielo unos ángeles soplan sus trompetas, ensayando
.
Es una víspera pesada, caliente, y el río arrastra camalotes con bichos malos, y los pájaros huyen en bandada hacia el palmar, como golondrinas, haciendo dibujos caprichosos y apretados en el cielo, apurados por la hora y los truenos.
Con las patitas en la tierra está volviendo, la ruta a dos cuadras o mas de las casas.
Alina tiene en la cabeza el bochorno,  la envidia, la desazón o un sentimiento del cual no sabe el nombre, algo relacionado con la injusticia, que surgio en el  momento exacto en que su prima recibió,  la navidad anterior,  una bicicleta usada pero linda, con calcomanias de Barbie. Un poco rayada, y allí se le veía lo plateado de abajo y con un timbre que no sonaba bien. Pero era la mejor bici del mundo..
Como Alina y Jennifer no creían en papa noel, bien sabían el origen de esa bici. La había traído sin esconder, la patrona de Claudia, hace un año se la había dejado de regalo, junto con ropa de invierno en verano,y  unos pesos de aguinaldo adentro de un sobre que había entregado con mucho espamento, como si le dejara una herencia, y no algo legal.
Claudia, su tía, hija de la mama (la mama era la abuela de la Jenny y de Alina), madre de Jennifer y de otros cinco primos varones, había agradecido  pero no era tarada y  en la cena explicó, que la gorda había sido todo lo generosa que marcaba la ley. Y como ella no entendía, le había explicado el asunto del aguinaldo. La Claudia estaba en blanco y eso era tan raro y tan bueno en el pueblo que no podia mas que agradecer su suerte.

Pero la bicicleta había sido un regalo regalo. Y en eso estaba la magia.
La patrona de Claudia, que todos llamaban por adelante la doctora,y por atrás la gorda, era dentista, y trabajaba en el hospital
Al darle lo que le sobraba y seguro se quería sacar de encima  se sentía Evita, o aun mas, se sentía una dama de sociedad. Superior.
Cada  nochebuenas desde antes de que ella tuviera memoria la traía a Claudia en el auto, con el paquete de ropa de invierno, y eso era lo mas parecido a un triste gordo de navidad.Saludaba a la mama y entregaba los paquetes, dos sidras, y estrellitas para los chicos.

Entre los truenos y el ocaso, ahora la Claudia y la doctora pasan a su lado sin verla. La llenan del polvo del camino, porque hace rato que no llueve. y estacionan nomas, ahí, en la puerta de la casa de la mama Bajan dos cajas, pero ninguna cosa grande como una bicicleta. Alina se demora porque no quiere darle besos a la gorda, porque no quiere ser parte de esa escena.Si lo supiera la mama, la pondría en vereda.

En este portal donde la niñez se desliza a la pubertad, Alina advierte que no le va a quedar otro remedio que empezar ese año o el otro a trabajar limpiando casas. Todavía es demasiado chica y está el asunto del horario de la escuela y que todos descuentas que ella si va hacer la secundaria. Pero de limpiar casas no se  iba a zafar y aunque en el aula de sexto entre todos habian hecho una cartulina sobre los derechos de los niños, ella sabia que minga de que se era niño hasta los 18, como decía la maestra.No en el pueblo, seguro, por ahi en la capital.  Hay una edad donde el pobre tiene que parar la olla y poner lo suyo. Un poco mas. Un año, con suerte dos mas
Ella no se iba a ir a Buenos Aires, como su madre.Aunque la quiera llevar. 
No, con la mama estaba bien. Había visto fotos de la villa y prefería quedarse con su abuela, sus tíos, su río. En Buenos Aires hay mucha gente y hay robos y aquí lo peor que te puede pasar es que el río se lleve todo. Pero no a ellos, la casa estaba arriba. Acá no te puede pasar nada. Nada. Alina sabía que ahí no le iba a pasar nada nunca.
A la bicicleta de la Jenny la había seguido de a pie, o corriendo por toda las calles del barrio. Primero Jenny no sabia andar, entonces se montaba y Alina la guiaba, agarrandola del manubrio y del asiento (que estaba forrado con un plástico con barbie princesa) y la ayudaba a salir. Mas tarde, le daba un empujón de atrás, cuando la Jenny ya mantenía el equilibrio y al mes iba corriendo al lado, porque jugaban juntas, ella corriendo y la prima en la bici. Una vez que la Jenny no estaba Alina la había agarrado y dado una vuelta por el frente y Claudia la vio y se bajó enseguida, con culpa.
Nunca había deseado tanto algo. Un año entero. Pero junto con un montón de cosas inútiles, la mama  le enseñó a no mostrar nunca el deseo, y así, de puro sofocar ganas, cada día hablaba menos. Por eso no escribío la cartita de navidad, como recomendaban los programas de la tele: '¿para que? Ya se sabia que papá noel no existía, su padre verdadero vivía con tres medios hermanos mas chicos con la de Montiel, hacia tanto tiempo, que cuando la cruzaba en el mercado, la Montiel, su viejo y los chicos, la saludaban sin enfasis, como a un extraño incomodo. Y su madre había mandado el giro mensual por western union que la mama hacía rendir sin invertir en lujo alguno, para comida y a veces zapatillas en cuotas. Regalo es lujo, claro. Lujo es malo, es cosa de ricos.
Los ángeles soplaban sus trompetas cada vez mas fuerte. La tormenta amenazaba arruinar la noche buena. Hoy se reunían todos, incluso su mamá vendría, pasadas las doce, y ya era hora de armar la mesa adelante, y poner unas luces, y era una mesa grande. Claudia y el marido (que no era el papa de Jenny, pero era lo mas parecido que había por ahí, en esa casa de mujeres) y los primos y la madrina vieja de Claudia y la mama y también alguno de los vecinos que estuviera solo, por ahi venia Don Orlando a saludar y se quedaba, siempre hacia eso, decia vengo a saludar y al primer convite ya estaba comiendo empanada sentado y contando chistes. Don Orlando estaba solo, y de todas maneras era bienvenido.
La gorda pasa de vuelta y ahora si que la ve, y le toca bocina y le grita feliz navidad. Llegada a casa, Alina entra al baño, se pega una ducha rapida y va a la pieza y se pone sus chinelas lindas, y un vestidito tan liviano que parece de papel y se hace, ella misma, una trenza cocida que envidiarían las chicas del patin en la sociedad de fomento. Ese pelo suyo era mas lujo que una ropa de marca.
Cuando sale al patio, ya se hizo de noche. No son los pájaros los que chillan, sino la familia alrededor de la mesa, y crujen las empanadas en la grasa, y las bombitas de luz parecen estrellitas del cielo. Los angeles con trompetas se han dormido, porque no hay mas truenos ni refucilos, y en las narices se siente el olor a tierra mojada que trae un viento manso, se ve que cerca ha llovido. El patio esta mojado, pero no de lluvia, la mama ha regado para aplastar la tierra y los primos colgaron del arbol una cartulina enorme con un arbol de navidad con bolas de papel glase en cada rama.
Ella mira la escena como de afuera. Su primo mas pequeño (ha nacido hace nada) berrea en el carrito como un cristo recién nacido. Sus padres lo rodean, amorosamente, y hay como unas gallinas cruzando el patío y entonces nadie necesita un pesebre de cartón. El universo da vueltas. La noche es buena.
La Jenny se acerca con la bicicleta y se la ofrece,toma es tuya, dice,  al mismo tiempo que le muestra un celular sin linea que la gorda le dio para ella, porque lo cambió y Claudia dijo que le va a poner una linea adicional, que no es tan caro. El Lito le entrega a cada uno, y a ella tambienlas  estrellitas y las enciende y salen todos corriendo, y ella va para la calle
A lo lejos, con una mochila, e intemitente por la luz de la estrellita que destella, mejor que una estrella de Belen, adelantado  a la hora prevista ve venir a su madre, que de lejos parece otra chica de su edad.
Suenan guarangas y alegres cumbias santafecinas en la radio, muy fuerte. Y el vestidito de papel de Alina flamea como una bandera, porque con la noche vino la fresca y por suerte no se escucha rugir el leon que guarda adentro el río
nilda allegri/ 24 de diciembre de 2015





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