reflexiones sobre el dentista, que incluye un cuento de Garcia Marquez.
Una se cree que sabe mas o menos lo mismo que los demas, pero no es asì. Ayer contaba en mi clase de chi kung (una gloria para las articulaciones duras) que los peluqueros de provincias de principios del siglo pasado y del anterior eran cirujanos de amputaciones, sacaban muelas, que hacían curaciones con ventosas y sangrías (segun el estado del arte del mano cruel en cuestión) y el cuento nunca había sido contado. Se mas cosas que otras personas porque viví mas, porque tal vez me gustan los cuentos y siempre estoy atenta.
Con las migraciones y la pobreza he visto acá mismito zapateros remendones ambulantes (se ponen con una maquina que hace todo en una esquina a arreglar zapatos, todo muy de pobres) y gente que se arregla el muelaje con mecánicos dentales.
A diferencia de los brasileros (todos, hasta los muy pobres tienen ortopedias para tener los dientes lindos) nuestro sistema de atención bucal es una porquería en cuanto a accesibilidad (por el precio de las prestaciones, lo poco que cubren las obras sociales, y los turnos imposibles en lo publico) y no nacemos con un cepillo de dientes enchufado en el orto como los norteamericanos que se los lavan antes de decir mamá.
A excepcion de las muelas de jucio que no sirven para una hostia, tengo casi todos mis dientes y muelas, aun. La dentista me dijo que penden de un hilo, que tengo que usar cepillo interdental, buche con listerine y lavarme cada vez que como, diez veces cada cara de los dientes. Así que me veran caer...
Por todo esto recorde busque y peguè un cuento del Gabo. Un dia de estos.
Con las migraciones y la pobreza he visto acá mismito zapateros remendones ambulantes (se ponen con una maquina que hace todo en una esquina a arreglar zapatos, todo muy de pobres) y gente que se arregla el muelaje con mecánicos dentales.
A diferencia de los brasileros (todos, hasta los muy pobres tienen ortopedias para tener los dientes lindos) nuestro sistema de atención bucal es una porquería en cuanto a accesibilidad (por el precio de las prestaciones, lo poco que cubren las obras sociales, y los turnos imposibles en lo publico) y no nacemos con un cepillo de dientes enchufado en el orto como los norteamericanos que se los lavan antes de decir mamá.
A excepcion de las muelas de jucio que no sirven para una hostia, tengo casi todos mis dientes y muelas, aun. La dentista me dijo que penden de un hilo, que tengo que usar cepillo interdental, buche con listerine y lavarme cada vez que como, diez veces cada cara de los dientes. Así que me veran caer...
Por todo esto recorde busque y peguè un cuento del Gabo. Un dia de estos.
Gabriel García Márquez | |
|
Comentarios
Un sireno seguidor, Quique de Lucio.-